Un perverso itinerario de ingobernabilidad

Cómo se gobierna en Colombia

15/01/2018
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Análisis
-A +A

Muchas veces o por no decir que a diario observamos cómo el gobierno, sus instituciones y los políticos generan una serie de formas para fingir gobernabilidad. Todas las formas que hace uso el estado para pronunciarse ante sus gobernados se encuentran dentro de aquellos medios que se agrupan en el denominado proceder sofistico, Sofismas de distracción. El país enfrenta una serie de formas de gobernabilidad y de actuar social en sus instituciones. Estas formas se encuentran legitimadas pues perviven desde el pasado, desde la conformación como república, que se han venido impulsando por las nuevas elites como tendencias que hacen parte de las estructuras constitucionales y siguen haciendo carrera, por la carencia de liderazgo integral de estado.

Desde siempre, el desorden y las desigualdades socio políticas son una epidemia incontrolable de incumplimientos, que se imponen bajo la egida de los partidos y los distintos órganos de control. Ningún estado hasta el presente ha gobernado para el pueblo. La falta de estado ha sido un común denominador, progresando al infinito las injusticias sociales bajo la bandera de unos sofismas de distracción, verdaderas artimañas jurídicas y administrativas que a su anuncio pareciera ser el devenir de unos razonamientos apropiados para obtener buenos resultados. Estos sofismas se les califica como autoengaños, falsas defensas para un gobierno, nacidas en unas conciencias espurias que alimentan los errores de una cínica ingobernabilidad y de una grotesca manipulación a la opinión publica en su sentir justo por desmanes y desatención del estado.

Otra razón de los sofismas o cortinas de humo, o el caudal de mentiras acompañadas de irreverentes justificaciones, tienen también las intenciones de eludir investigaciones, dilatar gestiones, desviar resultados o especular con promesas que no se llevaran a cabo, o encubrir delitos. Frente a los sofismas de distracción nadie es culpable, pues estas máximas de defensa están en cabeza de hábiles creadores y audaces ejecutores que perversamente las realizan con plena conciencia dialéctica para confundir, jamás descubren la verdad que ocultan con el velo de la mentira, desviando la atención frente a los verdaderos problemas, frente a la sociedad y la justicia.

El referente sofisma, viene de sofista, personas que eran considerados sapientes, expertos en retórica, en el género del discurso y su gran habilidad personal con la palabra oral y escrita. Algunos sabios de la época supieron conocer las argucias de los sofistas dándoles el calificativo de falsa sabiduría, considerándolos personas con la malicia paran manejar determinados asuntos.

El complejo desarrollo nos invita a conocer reglas de juego, donde cada uno asume su rol, inventa o adquiere hábitos disuasivos o detractores. Por ello, no siempre lo que se ve en el frente, es igual a lo que se vive al interior. De allí, que siempre debemos indagar, documentar. Esto es, llevar el asunto al espacio real para no dejarnos embaucar por imposiciones, malicia o engaños.  Ante la arremetida de la corrupción, hay que considerar principios y valores para descubrir a quienes trafican con columnas de humo o usan medios para desviar conductas y querer mostrar posturas éticas y legales.

Un gobierno del pueblo y para el pueblo, es aquel que se ajusta a la transparencia, a la ley y al orden social, lejos de toda arbitrariedad. Cuando ello no ocurre es cuando los estados y sus entes acuden al poder del dominio de las jergas para esconder los escándalos con apoyo de las falacias de turno. Qué bueno que nuestros gobiernos, sus elites y la sociedad vieran la película CORTINAS DE HUMO donde se plasma la estrategia para desviar la atención al escándalo del estado y sus instituciones. Por las cortinas de humo todo se tapa cubriendo flaquezas, ingobernabilidad y abuso del poder.

No es difícil señalar como las excusas del estado contribuyen al malestar social y al desorden democrático. Recuperar el orden perdido es un deber social, impartiendo conciencia social, rebeldía con pensamiento libre, denunciando toda injusticia, creando unidad participativa de estado.

La rebelión en su justo sentido, el rebelarnos. Implica que el hombre se oponga a ser dominado, se oponga a lo injusto, para trascender al cambio espiritual integral que conlleva al cambio social y político a fin de derrumbar la angustia, el malestar, la crisis social, el pesimismo. La sociedad, vive adormecida, no reacciona, obedece perdiendo la capacidad de decir... basta. No muestra asomo para definirse, porque el conformismo convive plácidamente, al unísono de unos partidos políticos obsoletos sin sentido político y menos social, que coadyuvan con los sofismas de distracción al amparo de los poderes y de una elite eclesial que avala el continuado itinerario.

Urge pues, frenar el retroceso social y político que quieren seguir sosteniendo muchas elites y para ello acuden a los detractores y a los sofismas. El hombre de bien, el gobernante diáfano. Y quienes llenos de pulcritud se ven involucrados en un hecho ético o legal, meditan sobre su defensa, recurriendo a la verdad sin buscar convencer con falacias. Pero la realidad frente aquellos políticos y personajes que no tienen la postura de la legalidad es otra. Aparecen   esgrimiendo con animosidad rasgando las vestiduras, vociferando no ser culpables, aun ante el asomo de pruebas irrefutables. Ellos, pontifican ser adalides, perseguidos políticos, pero son unos mercaderes de la corrupción buscando escapar, aludiendo entereza y pulcritud, que con el sofisma de la falacia quieren aparecer como inocentes, con la cínica lágrimas en sus rostros. Cioran ante este espectáculo dice que son la podredumbre de nuestro interior, la podredumbre del iracundo, del soberbio, del aparente, del destructor de dignidades, del que quiere impulsar la impunidad, del incoherente furtivo...

Pero que diremos también de aquellos altos funcionarios de distintas carteras u órganos sociales diversos, que, por ejemplo, muestran índices de desarrollo económico, y se ufanan que la economía va muy bien, para después estar anunciando la necesidad de más impuestos y ajustes administrativos pues el país no soporta las deudas y los gastos, no obstante, disque estar empleando grandes esfuerzos para controlar las desviaciones financieras. Y como este ejemplo cunden muchos otros, haciendo uso de las emociones políticas y sociales como cortinas de humo, que no es otra cosa que indicar   ingobernabilidad. Y para ser más patéticos, a estos dramas se suma también el presidente, exponiendo proyectos para señalar las acometidas de gobierno, que con los días se quedan envueltas en cortinas de humo pues lo anunciado no se cumple, tal como ocurrió con la promesa de reducir los aportes a la salud a los pensionados. Pregunta ¿Quiénes son los pesimistas que hay en el país? Los genera el estado desconociendo la constitución, la justicia, el orden democrático y una transparente, honesta y eficaz administración.  

Cuando se usa la palabra oral o escrita, no siempre implica la verdad. Implica poder. La fuerza de la palabra busca hacer verosímil lo falso, de querer llevar todo a lo que conviene. Es frecuente como políticos, gobernantes o líderes sociales constituyen atentados a la lógica, al sentido común y a su misma condición humana. La finalidad del sofista o detractor no está en la búsqueda de la verdad, su carisma intelectual se convierte en una habilidad para manipular la sociedad con discursos para su bien personal, buscando no ser sometido a juicio social o político. Para el sofista la verdad depende de sí mismo, de su actitud corrupta y del desempeño habilidoso para valorar su situación personal, mostrándose como un genio mercader de la mentira, desestabilizando el orden, o mostrándose un hábil jugador de la democracia, haciendo acopio de la ficción frente a la armonización que debe existir entre los tres poderes, que para obtener de ellos sus anhelos, hace uso de las mermeladas.

La sociedad, los gobernantes y políticos somos expertos en cortinas de humo cuando nos vemos enfrentados o perseguidos o cuando queremos eludir situaciones de gobierno o mostrar actos de estado, para desviar conflictos. El sofista o detractor o ejecutor de cortinas de humo condiciona la realidad a su interpretación, a su lenguaje, a su retórica, para omitir la verdad, a su lenguaje corporal, a sus gestos, a su habilidad comunicativa, a la fuerza de su entonación. Pero lo más cierto de todo es que al final declinan sus anhelos, caen en desgracia, la mentira los hunde en sus propios pecados, salvo la protección alcahuete del estado. Ese arte detractor, generador de criterios falsos, adversos, se vuelve un arte aparente, relativo. Estadistas, lideres, sociedad, se acogen a los sofismas para tranquilizar sus conciencias de sus funestas gestiones, donde pululan de otro lado los actos populistas, la politiquería y los oídos sordos a los reclamos de los distintos sectores sociales, donde se propaga el divisionismo social queriendo sacar a los que estorban. Como se quiere hacer con el censo. Divide y reinaras, divide y gobernaras. Deseduca y controlaras a los que piensan.

Cuando un estado gobierna bajo las premisas de los detractores sociales, es un estado fallido, le falta compromiso social, carece de sentido. Dentro del hito histórico de nuestros gobiernos ha hecho carrera los conjuros y los pretextos para justificar los actos de gobierno que no pueden o que pudieron ser. Colombia carece de legitimación política y social, de allí que sea tierra abonada para ser cultivo de ser gobernada por tanto elemento detractor en cada espacio haciendo fluir el engaño, el cinismo como fuente de ingobernabilidad. Estos sistemas operantes son los efectos del capitalismo canalla que hay que romper, acudiendo a la rebeldía social y política para crear unidad ciudadana que haga valer el verdadero gobierno representativo del pueblo. Hoy nos preguntamos de que paz se habla, si aún nos gobierna la violencia y para ejemplo veamos como los violentos se han apoderado de las ciudades cometiendo todo tipo de robos, de asesinatos, de ataque a la mujer, de asesinatos de líderes comunitarios, de injusticia social como la gran cadena de exterminio social y sobre todo el ejercicio de la corrupción que gobierna en las altas esferas afectando todo el contorno. Seamos sensatos y preguntémonos... ¿Que es paz?

A que aspiramos. A que un día no lejano seamos gobernados con la verdad y la justicia, con honestidad, con credibilidad y con paz.





 









 

https://www.alainet.org/es/articulo/190360
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS