Yemen, el Vietnam saudita

14/11/2017
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Foto: RT
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El Reino Saudita es uno de los regímenes mejor blindado por los intereses occidentales, vendedor por décadas de petróleo barato y comprador compulsivo de armas. Ha cumplido como nadie las órdenes de los Estados Unidos, acompañado al Departamento de Estado en infinidad de trabajos sucios,  entre las más evidentes se destacan haber servido siempre como el gran obstáculo de la unidad árabe, arrastrando al resto de las monarquías del Golfo Pérsico a favor de Israel y en detrimento de los derechos incuestionables de Palestina. Sostuvo financieramente los movimientos de ultraderecha europeos a lo largo de la Guerra Fría, como el italiano Nuevo Orden, que atentó contra la Estación de Bolonia en 1980, dejando 85 muertos y 200 heridos.

 

Aportó, por “sugerencia” de Ronald Reagan, 30 millones de dólares a la Contra nicaragüense en su campaña terrorista contra la Revolución Sandinista. Financió a los muyahidines afganos en su guerra contra la Unión Soviética. Regó de mezquitas y madrassas con clérigos fundamentalistas el mundo islámico, llegando a instalarlas en muchos países europeos y en Estado Unidos, que han funcionado y siguen funcionando coma cantera de combatientes para las distintas organizaciones wahabitas, como al-Qaeda y el Daesh y todos los grupos tributarios que operan desde Nigeria a Filipinas.  

 

Reclutó y pagó mercenarios para el derrocamiento del líder libio el Coronel Gadaffi, operación a cargo del príncipe Bandar al-Sultán, 25 años embajador saudita en Washington. Lo mismo hizo con otros resultados en contra de Siria.

 

La última de sus grandes trapisondas es la guerra contra Yemen, intentado evitar así la influencia de la República Islámica de Irán en ese país. A pesar de la bestial guerra asimétrica que ya dura dos años y medio, el Reino no han podido derrotar la resistencia houthís, con costos en muertos civiles que ya lo convierte en un genocidio.

 

El Reino Saudita tiene en su territorio los dos lugares más sagrados del Islam: La Meca y Medida, el tercero es al-Quds (Jerusalén), de los que se sirve para extorsionar a los 1700 millones de musulmanes que alguna vez tendrán que visitar (Ajji) como uno de los más importantes testimonios de Fé, para un seguidor de Allah.

 

Quizás sea la pérdida territorial de los santuarios en Siria e Irak del Daesh y el universal rechazo al genocidio en Yemen, que éste se ha convertido en un verdadero Vietnam para los sauditas.  El despótico reino hasta ahora incombustible se ha visto obligado a lavar su cara, antes de tener que abandonar Yemen y pagar en tribunales internacionales el cargo por genocidio:  este último sábado 4 de noviembre,  el príncipe heredero, Mohammed bin Salman, de 32 años, ordenó el arresto de unas 1300 personalidades del reino en solo dos días, entre ellas once príncipes, cuatro ministros en ejercicio y decenas de ex ministros y miembros de la élite saudita, pintado esta maniobra de una lucha contra la corrupción, el único basamento concreto en que se ha afianzado la familia real desde sus orígenes. Con este hecho, además intenta dar una señal a su propio pueblo, donde ya existen bolsones de rebelión que tendría que ser apagada con grandes costos de sangre.

 

En pleno golpe de efecto nada menos que un helicóptero, en que viajaban importantes figuras del régimen cayó cerca de la ciudad de Abha, provincia de Asir, la tarde del domingo.

 

Entre los detenidos se encuentra nada menos que el Primer Ministro libanés, Saad Hariri, después de haber anunciado su renuncia a su cargo por un mensaje televisivo desde Riad.  Hariri permanece en el hotel Ritz de Riad en un limbo judicial, ya que al contar con nacionalidad saudita, no está exento de las leyes del país, además de tener una gigantesca deuda personal que se estima en unos 4 mil millones de dólares en el país saudí. Mientras, el líder del partido Hezbollah, Sayyed Hassan Nasrallah, opositor de Hariri, tras su detención, denunció la nueva intrusión del reino saudita en los asuntos internos del Líbano, donde claramente se ve la mano de Tel-Aviv.

 

El príncipe Mohammed fue investido con sumos poderes apenas su padre el Rey Salman ocupó el cargo en enero de 2015, tras la muerte de su hermano el rey Abdalá bin Abdulaziz al-Saúd. El nuevo rey nombró a su primogénito ministro de Defensa, Secretario General de la Corte, Ministro de Estado y “para sus ratos libres” Presidente del Consejo para Asuntos de Economía y Desarrollo.

 

El rey Salman había designado cómo heredero del trono a su sobrino Muhammad bin Naif bin Abdulaziz al-Saud, quien ostentaba el cargo de heredero forzoso, a pesar de ello, Salman lo destituyó en junio último para nombrar a su hijo.  

 

Sin duda son  responsabilidad del actual príncipe heredero, las agresivas políticas que ha tenido la casa Saud desde su asunción en la guerra del Yemen, la crisis con Qatar, el intentó de afianzar una alianza militar islámica antiterrorista, lo que debe entenderse abiertamente como una alianza anti chií, fundamentalmente anti iraní y la nueva injerencia en Líbano.

 

Las detenciones fueron organizadas y resueltas, por un nuevo organismo anticorrupción, encabezado por el Príncipe Mohammed bin Salman, como el mejor de los secretos de Estado, por lo que sorprendió, no solo a las víctimas de dichas detenciones, sino también a altos estamentos del gobierno, la sociedad saudita y a opinión pública  internacional.

 

El nuevo organismo anticorrupción tiene el poder de emitir órdenes de arresto y prohibiciones de viaje y de confiscar propiedades sin demasiadas pruebas de nada.  

 

Entre los detenidos se encuentra nada menos que el príncipe Walid ben Talal, uno de los hombres más ricos del mundo, y embajador secreto del reino ante Israel y Alwaleed bin Talal, un príncipe multimillonario con importantes inversiones en empresas como Apple, Twitter, Citygroup y Euro-Disney.

 

Sheikh Saud al-Mojeb, el fiscal general del reino declaró que la importancia de los detenidos no influiría en la aplicación de justicia. Mientras tanto fuentes informativas avisaron que las investigaciones y que por ende las detenciones continuarían. Se investiga las responsabilidades por las inundaciones de la ciudad portuaria de Jeddah, situada en el mar Rojo, que dejaron 123 muertes en 2009 y el brote del Mers (Síndrome respiratorio por coronavirus de Oriente Medio) que estalló en 2012.

 

Las detenciones y esta inédita lucha contra la corrupción parece ser una campaña de posicionamiento político del príncipe heredero, en circunstancias en que el rey tiene 82 años y espera que importantes miembros de la familia Saud, que podrían operar en su contra, hayan postergado sus aspiraciones.

 

Por su parte, el rey Salman relevó a jefes de la Guardia Nacional y la Armada, una decisión altamente sensible dado la guerra que el reino mantiene en contra de Yemen.

 

Wahabismo y terrorismo

 

Con esta jugada desesperada Riad anunció, tenuemente, que intentará despegarse del wahabismo, la versión más rigorista del Corán, a la que adhieren todos los grupos terroristas de origen islámico y que rige cada aspecto de la sociedad saudita, para reorganizar el país y hacerlo más presentable a la opinión pública internacional, sin embargo la familia real y allegados viven en un libertinaje en un grado de ostentación repugnante, dilapidado fortunas cada noche en casinos y cabarets de Europa. Durante sus recientes vacaciones en Marruecos, el rey Salman gastó cien millones de dólares, al tiempo que uno de sus hijos compró un yate de 500 millones de dólares, mientras obligan a los casi 33 millones de súbditos del reino a vivir bajo normas sociales del siglo XII. El reino ocupa el último lugar en el mundo en transparencia presupuestaria.

 

Con bombos y platillos fue anunciada, como una gran medida de liberación de las mujeres, que se les permitirá conducir automóviles. Aunque en marzo último el príncipe Faisal bin Mishal bin Saud inauguró el Consejo de las Mujeres de la provincia de Qassim, acompañado de otros doce hombres y ninguna mujer. Son conocidas las frecuentes asistencias de delegaciones sauditas, conformadas absolutamente por hombres, a diferentes congresos y simposios de temáticas absolutamente femeninas.

 

Esta nueva situación en el Reino Saudita, sin duda, desequilibrará las aspiraciones de muchos grupos terroristas que, a excepción del Talibán afgano que, gracias a opio, consigue sustento propio, perderán su fuente de financiación. En esta situación estarán muchas formaciones takfiristas tan conocidas con el Boko Haram nigeriano, los somalíes de al-Shabbab, los egipcios de Wilayat Sinai y otros grupos que actúan en África, Medio Oriente, Asía Central y el Sudeste Asiático.

 

Esta jugada saudita beneficiará directamente a Israel, es decir a los Estados Unidos, para que nada de la política exterior saudita cambie radicalmente y se mantenga como un estilete contra Irán, que ahora es también contra Rusia, a pesar que el príncipe heredero Mohammed bin Salman se hunde en el Vietnam que el mismo ha creado en Yemen, sabiendo que Washington sigue siendo el único que cuenta con medios para rescatarlo.

 

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. 

En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/189228
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