12 años después del NO al ALCA: repliegues y desafíos actuales

08/11/2017
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La emergencia de movimientos sociales/populares en América Latina y la asunción de gobiernos de corte progresistas, muchos de los cuales plantearon rupturas con los principales lineamientos de la propuesta liberal aggiornada; conformaron grandes colectivos de resistencia al modelo neoliberal implantado en la región. Resistencia social y ofensiva política es una buena combinación para caracterizar el pasaje desde los duros años noventa, hacia el calor de tiempos más amables para las conquistas sociales que sobrevinieron luego.

 

La fotografía del sábado 5 de noviembre de 2005 a instancia de la Cumbre de los Pueblos en Mar del Plata resulta, 12 años después de la mismísima IV Cumbre de la Américas, un retrovisor en el cual el movimiento popular latinoamericano suele mirarse para contarse las arrugas de los tiempos transcurridos… lo ganado, lo perdido. Presidentes latinoamericanos nacionalistas, de izquierda, moderados; activistas sociales, movimientos campesinos, pueblos indígenas y colectivos populares, rindieron homenaje a la obstinación latinoamericana de querer ser libres, en ocasión del rechazo al proyecto neocolonial del “Área de Libre Comercio de las Américas”.

 

El objetivo de mercantilizar más de 900 millones de almas desde Canadá a Tierra del Fuego, bajo la hegemonía norteamericana, no era otra cosa que el más descarnado impulso imperial de Estados Unidos, solo postergado por tanta efervescencia social que maduró desde las dictaduras militares hasta las rebeldías zapatistas, sin tierras y piqueteras nuestroamericanas. La práctica de los movimientos sociales reactualizó a principios del siglo XXI, las luchas sociopolíticas y el conjunto de demandas por otra arquitectura de poder en América Latina, un poder que surgiera de los de abajo y que fuese capaz de construir otro mundo posible.

 

Militarización y despojo

 

Durante los años de aplicación de la estrategia militar, destinada a desgastar todo posicionamiento político crítico en América Latina, la ofensiva norteamericana tuvo la particularidad de proveer un entramado institucional que diera sustento a la lógica de acumulación del capital en la fase neoliberal. Casi como una prefiguración espacial, en la medida que se consolidaba el sistema de explotación económica, los trabajadores desposeídos y mujeres explotadas comenzaban la larga marcha de la resistencia al campo, las villas miserias, la expulsión de los grandes latifundios y el destino de los márgenes y la exclusión social. Los años 70 en adelante significaron la aplicación de un feroz plan de militarización, de privatización de la economía, desregulación del aparato estatal y la consagración de la hegemonía neoliberal.

 

En el periodo aquí mencionado se hizo más evidente un tipo de explotación y control en dimensiones antes impensables. Se avanzó sobre nuestras formas de ver el mundo, de pensarnos y de convivir. Lo individual usurpó el centro de nuestras relaciones de existencia. Sobre este aspecto, los aportes de David Harvey a través del concepto de acumulación por desposesión, ratifican que aquellos supuestos asociados a lo que Marx denominó acumulación originaria, tales como la depredación, el fraude y la violencia, no son rasgos de un momento originario concluido, sino que resultan vigentes con mayor intensidad en los territorios en los que se producen en la actualidad; dicho de otro modo, no se trata de características dejadas en un pasado en que la acumulación se realizaría sólo por reproducción ampliada, sino que continúan como forma de resolver las crisis de sobreacumulación a las que el sistema tiende.

 

Durante las décadas del saqueo y el despojo se promueve un aparente retiro del Estado de áreas en las que anteriormente intervenía de forma directa. Sin embargo, lejos estuvo la política económica neoliberal de jubilar al Estado, antes bien tal como sugiere Harvey sucedió algo que ya conocíamos: “como en el pasado, el poder del Estado es usado frecuentemente para forzar estos procesos…”1 es decir, para llevar adelante las acciones necesarias para una mayor concentración de capital por parte de las clases dominantes.

 

Avanzada y cuestión de Estado

 

El mismo proceso de recolonización y explotación aquí descripto, comienza a exhibir rupturas por vía del cuestionamiento y la impugnación social del orden instaurado. La progresiva conflictividad social que se da desde los 70 a mediados de los años ´90 en América Latina, desencadena el rechazo al ALCA y poco tiempo después el surgimiento de articulaciones continentales como el ALBA, UNASUR, la CELAC y la Articulación Continental ALBA Movimientos.

 

Con el transcurso de los años, las inconsistencias internas y las municiones exteriores terminaron por mal herir a la integración latinoamericana… Y aquí nos encontramos. En nuestro caso, la Argentina no solo vive un proceso de criminalización y precarización desbocada de los sectores populares, sino que en contadas ocasiones los excluidos pueden torcerle el brazo a la suma del poder público, político, judicial y mediático del “nuevo gobierno”.2

 

Para Antonio Gramsci, la posibilidad de construir un Estado alternativo está fuertemente ligada a la conformación de una voluntad colectiva fundada en un requerimiento histórico3. Solo hay voluntad colectiva cuando los sectores subalternos unifican sus estrategias de resistencias y dan paso a sus ofensivas políticas.

 

Lo que viene sucediendo en los territorios como en Argentina con sus territorios4, y la llegada al poder de aquellos que se “apropiaron de la tierra de los pueblos originarios por medio de un despojo violento y sangriento en el siglo XIX… la persecución al gaucho y los campesinos que se resistieron a la marginalidad y la explotación, para finalmente arremeter contra los inmigrantes que demandaban mejores condiciones de trabajo y arriendo de la tierra”5, ratifica que el proyecto económico de Estados Unidos para América Latina está más vigente que nunca, y que las luchas sociales en América no pueden prescindir de la trama del Estado y sus reacomodamientos.

 

Se torna una prioridad para todo el campo popular argentino y latinoamericano refundar una política liberadora junto a los condenados como sostiene Liliana herrero 6, como forma de actualizar lo que hace 12 años gestaron movimientos sociales y políticos latinoamericanos en Mar del Plata.

 

Oscar Soto

Licenciado en Ciencia Política y Administración Publica, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales – UNCuyo / Grupo de Investigación: “Política, Estado y movimientos populares en el capitalismo tardío. Hegemonía-Poshegemonía en Argentina”

 

oscaritosoto@gmail.com

1 David Harvey. El “nuevo” imperialismo : acumulación por desposesión http://www.biblioteca.clacso.edu.ar/gsdl/collect/clacso/index/assoc/D8555.dir/harvey.pdf

3 Antonio Gramsci. Cuadernos de la cárcel, Tomos 5

4 Polette Rivero Villaverde. “La disputa por el territorio y sus riquezas naturales Fiebre por las tierras” https://www.pagina12.com.ar/73814-fiebre-por-las-tierras

5 Monton Diego “¿Qué podemos esperar con la designación de Etchevehere?” http://www.infonews.com/nota/311413/que-podemos-esperar-con-la-designacion

https://www.alainet.org/es/articulo/189103
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