Ingapirca: presencia viva del pasado

07/12/1982
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Ingapirca, sur del Ecuador
Foto: Delphine Ménard CC BY-SA 2.0 fr
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Quien haya tenido la suerte de contemplar el castillo de Ingapirca, sus monumentales edificaciones de piedra, simétricamente dispuestas en lo alto de una colina y en medio de un paisaje serrano único, podrá tener una idea de los avanzados conocimientos arquitectónicos y de construcción alcanzados por los pueblo aborígenes en esta parte del continente americano.

 

Es que Ingapirca no es un monumento más, de los múltiples que encontramos como huellas vivas del pasado a lo largo de la serranía. Situado en la provincia del Cañar, a 3.160 metros sobre el nivel del mar, el “castillo” como lo llaman los habitantes del lugar, constituye quizás la muestra más representativa que dejaron lo incas durante el período en que vivieron en estas tierras.

 

En Ingapirca, los incas depositaron parte de sus múltiples conocimientos y técnicas alcanzados en materia de construcciones, que les permitiría levantar la majestuosa Macho Picchu, Ollaytambo, y el fuerte más famosos, el Sexahuamán en el Cuzco.

 

El origen del monumento se atribuye a Huayna-Cápac, quien mandó a construir utilizando gran cantidad de hombres, los cuales tallaron hábilmente, una por una, las piedras cuadrangulares, por medio del frotamiento de unas rocas con otras. La forma y los medios que utilizaron para trasladar las piedras, desde un taller de cantería, situado a 15 kilómetros de Ingapirca, al pie del cerro Yanahurco, constituye hasta ahora un secreto pero fue el mismo que emplearon los egipcios para levantar las pirámides milenarias.

 

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Ingapirca: la huella más representativa de la presencia inca en Ecuador. Foto: Cayambe CC BY-SA

 

¿Fortaleza, templo o tambo fortificado?

 

Etimológicamente Ingapirca proviene de las raíces quichuas Inga, que quiere decir antiguo monarca, que equivale a pared, tapia, muro, cerco; lo que viene a significar morada del inca. Sin embargo, el nombre del monumento no esclarece qué función desempeñaba y para qué fue construido. ¿Fue fortaleza, templo o tambo fortificado?...todavía no hay un criterio único entre los historiadores.

 

Para González Suárez, por ejemplo, fue un edificio religioso, cuya construcción estuvo relacionada con las creencias y prácticas religiosas, que llevaron a levantarlo en un lugar frío y con elementos de piedra, que según creían los indígenas, poseían señales misteriosas de divinidad oculta.

 

Para Humboldt, en cambio, el corte de las piedras, la disposición de las puertas y los nichos, la analogía perfecta que reina entre el edificio y los del Cuzco, no deja duda sobre el origen militar del monumento, que servía de alojamiento a los incas, cuando estos pasaban de tiempo en tiempo por el lugar, en su viaje de Quito al Cuzco.

 

Sin embargo, para otros historiadores, no cabe duda que Ingapirca fue un tambo fortificado, es decir un lugar donde se alberga la corte y el ejército de los incas, el cual estuvo abastecido de armas y comestibles, de vestidos y zapatos por los pueblos aledaños a la región.

 

Destrucción que se inicia desde la conquista

 

Sea cual sea la función que desempeñaba el monumento , lo cierto es que con el descubrimiento de América y su posterior conquista a manos de los españoles, se interrumpió y destruyó el desarrollo de las civilizaciones aborígenes, las cuales, sin duda, habrían alcanzado altos grados de desarrollo social. Fueron sometidos los aztecas, los incas y los chibchas. Sus templos, pirámides y monumentos, que hoy todavía causan admiración, fueron demolidos en la búsqueda insaciable del oro y de la plata.

 

Ingapirca no fue una excepción. Poco a poco, con el pasar inexorable de los siglos, de lo que constituyó un monumento impresionante, por efecto del abandono y el saqueo, solo quedó su fortaleza elíptica y trozos o trechos de muro y cerramiento, y unos cuantos restos dispersos por el lugar, mientras se ha desprendido el trono de mando y un rostro del inca, y una tortuga, labrada en la piedra natural de la colina.

 

González Suárez, en su primera visita realizada el monumento en 1872, escribió que en las ruinas del edificio de los incas habían fabricado una casa de hacienda, y la avaricia insaciable ha venido a sentar también aquí su mano demoledora; que para buscar oro ha derribado ya una parte de la elipse, cuyas grandes piedras sillares yacen tiradas al suelo; el mejor monumento de la arquitectura de los incas camina pues precipitadamente a su ruina.

 

Por otra parte, los habitantes del lugar, ingenuos al valor que representa el monumento, utilizaron sus piedras para construir sus viviendas.

 

Todavía queda mucho por hacer

 

En las décadas del 60 y el 70 se emprendieron recién los primeros trabajos serios de recuperación del monumento, tendientes a recomponer de acuerdo a lo que se supone fue la edificación primitiva.

 

Pero todavía falta mucho por hacer. Por ejemplo para llegar al castillo se debe efectuarlo por un carretera de tercera o cuarto órdenes, por la cual, como es obvio, es difícil transitar. En el monumento mismo no hay uno o varios guías, que expliquen a las decenas de turistas, el significado y características del mismo, haciendo sus veces, niños que por ganarse unos centavos, repiten una leyenda que seguramente la aprendieron de algún libro de historia. Y finalmente, en el campo de la restauración, las obras tampoco avanzan como es de esperarse. Si se conoce el valor histórico del monumento es tarea nacional el emprender y acelerar su reconstrucción total.

 

Publicado en Ultimas Noticias (Quito-Ecuador) el martes 7 de diciembre de 1982

 

https://www.alainet.org/es/articulo/188724
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