En la Alemania de la post guerra, es decir desde 1945, ideas nacional socialistas, como ser la supremacía aria y sus componentes principales, el antisemitismo, el racismo hacia “razas inferiores”, no tenían cabida en el escenario político.

El 24 de septiembre de 2017, como consecuencia del ingreso del Partido “AFD, Alternativa para Alemania” estas ideas irrumpen desde un primer momento con fuerza en la vida diaria de los alemanes. Incluso el lenguaje político y con ello toda la atmosfera ha sufrido un desliz tremendo hacia la derecha reaccionaria. Festejando su triunfo sus dirigentes han iniciado “la caza” de la actual Ministra de la Presidencia, Ángela Merckel. Y aquí “se caza” solo lo que se quiere matar.

 Amparados por dirigentes ingenuos, que en un primer momento solo querían darle forma y contenido a las masas, que en este proceso globalizador han perdido,-en Alemania también hay perdedores-, muchos dirigentes nazis lograron infiltrarse con éxito en ente partido protesta.

Cuando los ingenuos se dieron cuenta ya fue tarde.  Muchos de sus dirigentes actuales se visten de colores pardos, en clara alusión a un pasado, que todos creían se había superado para siempre. Lo más triste es que fue precisamente en regiones, que antes fueron parte de un país socialista, donde este partido neonazi ha conseguido sus mayores victorias. Donde hasta hace poco eran gobernados por la Izquierda marxista, la política ejercida por los idealistas fracasó con consecuencias fatales.

Los sindicatos, el pueblo desorientado por la izquierda exigía lo imposible, preparando el terreno al fascismo, ya que impidieron con sus exigencias salariales y sociales la inversión de capitales. Sin inversión privada no hay trabajo y así las masas se dieron vuelta, en menos de un minuto, cansadas de vivir en la pobreza y se entregaron felices a la voracidad fascista. Que esto sirva de lección política a todo el mundo y en especial a los desorientados en Bolivia.