Reflexiones acerca de la democracia de participación

06/11/2016
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Tradicionalmente en las sociedades contemporáneas hay un mecanismo privilegiado para elegir los gobiernos y quienes representen a los ciudadanos como expresión de corrientes de opinión política, social, étnica, regional, etc. y esto se expresa en la denominada democracia representativa. Allí los ciudadanos son periódicamente convocados a elegir Parlamento o Congreso, Presidentes, Gobernadores, Alcaldes, corporaciones de representación territorial –Asambleas Departamentales las denominamos en Colombia-, o corporaciones locales –Concejos Municipales- y son esos órganos de representación los encargados de analizar, debatir y tomar decisiones acerca de los asuntos de gobierno. En apretada síntesis esta es la manera cómo funciona la democracia de representación.

 

Posteriormente, emerge con fuerza tendencias que consideran que esa modalidad de funcionamiento de la democracia debe ser complementada –sustituida dicen voces más radicales-, por formas de democracia participativa, porque se cuestiona si los representantes están efectivamente representando a quienes les han dado el mandato. Y emergen modalidades de participación ciudadana como el referendo, el plebiscito, la consulta popular, los cabildos ciudadanos, las iniciativas populares, la asamblea nacional constituyente como mecanismos complementarios al Congreso para la toma de decisiones. Sin embargo, como lo han planteado grandes intelectuales contemporáneos, hay una especie de tensión entre estas formas de ejercer la democracia, porque en ocasiones hay que decidir acerca de asuntos que requieren un análisis y conocimiento específico y no siempre todos los ciudadanos tenemos ese tipo de información, es la tensión, por ejemplo, que plantea Norberto Bobbio entre democracia y tecnocracia.

 

El plebiscito que acabamos de vivir los colombianos es un buen ejercicio para evidenciar un poco de lo anterior. Más allá de la discusión acerca del triunfo que no se cuestiona, o de la modalidad cómo se hicieron las campañas, -las campañas electorales contemporáneas todas utilizan modalidades que pueden ser cuestionables en cuanto a formas de influir o manipular a los votantes-, todo indica que es difícil saber si los ciudadanos al ser consultados sobre temas complejos y diversos -un Tratado de Libre Comercio, como propusieron algunos en el pasado, un Acuerdo de terminación del conflicto amado, como fue nuestro caso o la salida de Inglaterra de la Unión Europea, para mencionar algunos-, realmente se expresó acerca de lo consultado, o por el contrario reflejó otras motivaciones, como que no le gusta el Presidente, que le cree a lo dicho por un líder político o religioso, que hay otros problemas en la gestión del gobierno y el ciudadano termina ’cobrándolos’ allí, que realmente no está bien informado sobre el tema y su voto lo decide por otros sentimientos.

 

En fin, son reflexiones preliminares que deberían llevarnos a ser más cautelosos con las invocaciones a la democracia participativa, no para desecharla, pero tampoco para idealizarla, como parecieran hacerlo algunos desde ciertas corrientes ideológicas. Tenemos pendiente allí una reflexión analítica de mayor alcance y profundidad.

 

Coda: Debo destacar el buen ambiente en que se ha adelantado en el país el análisis de las propuestas del No y del Si pos plebiscito –con algunas excepciones-, si lo hacen de igual manera las Delegaciones del Gobierno y de las FARC en La Habana, podremos tener en un tiempo relativamente corto un nuevo acuerdo, que manteniendo lo básico del anterior, introduzca buena parte de las sugerencias y precisiones de los voceros del No.

 

- Alejo Vargas Velásquez, Profesor Universidad Nacional, Colombia.

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/181442
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