La autorización de los celulares en las escuelas

30/10/2016
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El Gobierno de la Provincia de Buenos Aires autorizó el uso de los celulares en las escuelas y el Ministro de Educación Provincial declaró “Queremos entrar a la educación del Siglo XXI. Al lugar donde ya están los alumnos”.

 

El Ministro parece ignorar los efectos nefastos sobre los niños y adolescentes de la adicción al uso de dichos artefactos, que es la forma en que aquéllos han entrado en lo que él llama “la educación del Siglo XXI”.

 

Michel Desmurget, un investigador francés especializado en neurociencias cognitivas, proporciona estadísticas sobre los efectos extremadamente nocivos del sobreconsumo de televisión y de la utilización del lenguaje twitter sobre los niños y los adolescentes franceses (Desmurget, TV Lobotomie, la vérité scientifique sur les effets de la television. Edit J‘Ai Lu, Paris, reedición septiembre 2013).

 

La “twitterización” del lenguaje en los SMS, es decir su empobrecimiento extremo, conduce inevitablemente al empobrecimiento del pensamiento.

 

Existe una interdependencia o relación dialéctica entre la expresión oral y escrita y la formación del pensamiento lógico, la capacidad de abstracción y de conceptualización y la capacidad de diferenciar lo real y lo virtual.

 

Lev Vigotsky, que se especializó en el estudio del desarrollo intelectual de los niños escribió:

Todas las funciones psíquicas elementales habitualmente relacionadas con el proceso de formación de conceptos participan de hecho en él, pero de un modo completamente diferente. No se desarrollan como procesos independientes según la lógica interna de sus propias leyes, sino como procesos mediados por el signo o la palabra, como procesos orientados a resolver una tarea dada, formando parte de una combinación nueva, una nueva síntesis en la cual, cada uno de los procesos participantes adquiere su verdadero valor funcional. En relación con el problema del desarrollo de los conceptos, esto significa que ninguno de estos procesos, ni la acumulación de asociaciones, ni el desarrollo de la capacidad y de la estabilidad de la atención, ni la combinación de ideas, ni las tendencias determinantes, por muy desarrollado que esté, puede por separado llevar a la formación de conceptos. Por consiguiente, ninguno de esos procesos puede ser tomado como el factor evolutivo determinante, esencial y decisivo del desarrollo de los conceptos. El concepto es imposible sin palabras, el pensamiento en conceptos es imposible sin el pensamiento basado en el lenguaje. El aspecto nuevo, esencial y central de todo este proceso, que puede ser considerado con fundamento la causa de la maduración de los conceptos, es el uso específico de la palabra, la utilización funcional del signo como medio de formación de conceptos. (Vigotsky, Pensamiento y Lenguaje, pag 72 de la edición electrónica http://www.ateneodelainfancia.org.ar/uploads/Vygotsky_Obras_escogidas_TOMO_2.pdf)

 

Jean Piaget, con un enfoque diferente al de Vigotsky, resaltó también la íntima relación entre el pensamiento y el lenguaje (Piaget, J. e Inhelder, B. (1968). Psicología del niño; Piaget, J. (1968/1976). El lenguaje y el pensamiento en el niño. Estudio sobre la lógica del niño (I), etc.

 

Las redes de comunicación electrónica como Facebook, suelen tener consecuencias negativas para el ejercicio de la conciencia reflexiva o introspección, uno de los elementos fundamentales (el otro es la comunicación externa) del desarrollo de la conciencia y la formación de la personalidad. En efecto, el momento indispensable de la introspección (¿quién soy? ¿qué hago? ¿qué haré?) es suplantado por la comunicación irreflexiva a terceros (a veces a una cantidad indeterminada de personas desconocidas) de esas cuestiones existenciales.

 

Evgueni Morozov, un intelectual de origen bielorruso residente en Boston, respondió a un reportaje que se publicó en El Pais Semanal (España) el 21/12/2015 (http://elpais.com/elpais/2015/12/17/eps/1450358550_362012.html)

 

Algunos de los comentarios de Morozov en el mencionado reportaje:

 

Silicon Valley hizo una especie de alianza en los setenta con intelectuales. Siempre habrá gente, a los que llamaré idiotas útiles, que intentarán capturar el zeitgeist [espíritu de la época]. Habrá libros, conferencias y charlas para que esos intelectuales puedan hacer de portavoces de la causa. Silicon Valley promueve mininarrativas. Nos habla de la web 2.0 y, cuando se agota, habla del Internet de las cosas, de la economía colaborativa…Identifican pequeños fragmentos, ocupan el debate durante dos años y luego salen con una nueva historia. No hay mucho contenido en esas narrativas. He trabajado durante suficiente tiempo en esto como para decir que son tonterías. Después de la economía colaborativa vendrá la economía solidaria, de los cuidados. Lo que nos dicen estas empresas es falso. Cuando voy por ahí diciendo que para entender a Silicon Valley hay que mirar a Wall Street, al Pentágono, a las finanzas, a la geopolítica o al imperialismo, les resulta incómodo escucharlo porque prefieren hablar de los fondos de capital riesgo, de los emprendedores, del garaje de Steve Jobs, del LSD…

 

Esos dispositivos que usamos, llamados inteligentes, ¿nos pueden convertir en más estúpidos? Hay que impugnar la palabra inteligente. Me gusta aplicar una perspectiva histórica. Muchos de los dispositivos inteligentes que nos rodean reflejan intereses y compromisos de la gente que los fabrica o configura. El motivo por el que la gente comprueba una y otra vez su Facebook o Twitter en el teléfono es que los sistemas han sido diseñados para crear esas dependencias. El modelo de negocio de este tipo de servicios es así. Cuantos más clics hago, más valioso soy; ocurre, casi, como con el condicionamiento de Pavlov. Cuantos más clics míos consiguen, más dinero hacen conmigo, lo que hace que diseñen los servicios para maximizar esos clics. Yo tengo una perspectiva cínica, banal y racional de que el dinero es lo que rige el mundo. Y eso explica el modo en que se conciben los servicios. ¿Que ese sistema nos distrae y dificulta que nos centremos? Por supuesto. ¿Es un problema de los dispositivos inteligentes? No. Es cuestión del modelo de negocio. Me niego a creer que no haya otra manera de generar comunicación entre la gente sin generar distracción. Sería la derrota final de la imaginación”.

 

El actual Gobierno dice querer mejorar el nivel de la educación pública –que está realmente muy bajo– pero esta desafortunada iniciativa provincial va totalmente en el sentido opuesto y más parece continuar la política anterior de formar generaciones robotizadas, irreflexivas, sin espíritu crítico y sometidas dócilmente a las elites dominantes.

 

 

- Alejandro Teitelbaum es autor de El papel desempeñado por las ideas y culturas dominantes en la preservación del orden vigente. Editorial Dunken, Buenos Aires, diciembre 2015.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/181317
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