El show de Clinton

26/08/2016
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Mientras la Convención Nacional del Partido Demócrata ofrece su última entrega de la larga serie de, "El Show de Clinton", ésta está amenazada, como lo son los programas viejos, por una audiencia que ha crecido más allá de los personajes del show.

 

La estrella de este drama es Hillary Clinton (antes se llamaba, Hillary Rodham Clinton), que protagoniza el papel de una neoliberal compasiva, mujer que se preocupa por los niños, por los arco iris y por los perritos falderos.

 

Su estrella secundaria, el ex Presidente Bill Clinton, es también uno de los productores del espectáculo. Él prepara a las audiencias contando cuentos que hacen lagrimear sobre la Madre Más Grande en la historia de los Estados Unidos (o quizás de la humanidad).

 

Como ya he escrito en otra parte, Bill Clinton es el político más grande de su generación, un político puro que realizó verdaderos milagros electorales para alcanzar el anillo de oro.  Ahora, Bill Clinton vuelve a la escena para pasar ese anillo a su esposa. 

 

Si, en verdad, Hillary Clinton es brillante. ¿Quién va a poner eso en duda?

 

Bill también fue brillante -- pero ese brillo no hizo mucho por los Negros.  Al contrario.

 

Aparentemente Hillary es una buena mamá. Pero también son buenas mamás millones de mujeres en todos los Estados Unidos de Norteamérica.

 

La pregunta no es, qué tan buena mamá es Hillary para su propia hija.

 

La pregunta es, ¿cómo se preocupa Hillary por los hijos de los pobres, los hijos de los abandonados, por aquellos que viven los los ghettos y en los barrios norteamericanos?

 

La respuesta es, Hillary no se preocupa mucho por los pobres. 

 

Ellos son, así parece, hijos e hijas de otra.

 

Esos hijos e hijas son usados, son carne de cañon en la Guerra contra el Crimen de los neoliberales que los Clinton afinaron a muy alto brillo  --quizás esto estuvo bien representado por la feroz respuesta de Hillary a las terribles y muy fuertes sentencias impuestas contra muchachos y muchachas Negros y Latinos allá por los l990s.

 

La imagen y el tono de la joven Hillary son tan fríos como el hielo. ¿Cuál fue su mensaje? Aquí lo cito: “Esas ya no son simples pandillas juveniles.  Generalmente son la clase de jóvenes a los que se llama, "super-predadores".  No tienen conciencia, ni empatía. Podemos hablar de cómo terminaron así, pero antes tenemos que controlarlos.”

 

¿No me cree? --  Véalo Usted mismo. Vaya a Google. Escuche.

 

Hillary estaba hablando sobre un tema básico de la ideología neoliberal de los Clinton: la Ley Contra el Crimen de 1994, motor que causó la explosión de encarcelamientos que por décadas azota a las comunidades Negras y Latinas.

 

Hillary es inteligente. Sí. Pero Hillary tomó un artículo publicado en el Semanario Standard escrito por un desacreditado académico  (John Dilulio) y lo convirtió en política pública de represión por el estado.

 

¿Fue eso inteligente?  ¿O simplemente cruel?

 

Votar por Clinton es premiar las décadas de tal represión --no es votar por liberación.

 

Nuestro venerado antepasado, Frederick Douglass, nos enseñó muy buenas lecciones, entre ellas: “Sin demanda el poder no concede nada.”

 

Pregúntese Usted, ¿qué es lo que los políticos Negros han demandado?

 

Otra lección: "Si no se lucha, no hay progreso.”

 

Tenemos que luchar contra el Clintonismo y contra el Trumpismo, porque ambos son tóxicos para la vida de los Negros.

 

Escoger entre el Hombre Lobo y la Novia de  Frankenstein no es otra cosa que escoger entre dos monstruos.

 

Luchemos por un mundo en el que la vida de los Negros verdaderamente vale.

 7/27/16

 

 

--© ‘16maj

 

https://www.alainet.org/es/articulo/179797

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