Nuevos transgénicos “nacionales”: Las resistencias se multiplican

03/12/2015
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Durante los últimos 20 años Argentina ha sido la plataforma por donde los transgénicos se introdujeron y expandieron en el Cono Sur. Para entender el rol que este país tuvo en el avance más espectacular que un cultivo haya tenido desde el nacimiento de la agricultura industrial, es indispensable remitirse a la introducción, rápida y casi simultánea de la soja RR (Round up Ready, tolerante al herbicida Round-up de Monsanto) en Argentina como cabecera para la invasión ilegal de Brasil y Paraguay, en el año 96, junto con EUA. La combinación de la falta de debate público, normas hechas a la medida de las corporaciones con ningún sustento jurídico y sobre todo el sometimiento del Estado a los intereses corporativos permitió que en menos de dos décadas el cultivo de la soja RR se expandiera de la nada a mas de 46 millones de hectáreas en los territorios de Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia.

 

Ya nos hemos referido ampliamente a los impactos socioambientales de esta expansión en lo que hace a destrucción de la biodiversidad, contaminación, concentración de la tierra, desplazamiento de campesinos, destrucción de economías regionales y avance del poder corporativo. Ahora queremos presentar el panorama del último año en el que se han producido importantes novedades que por un lado demuestran como Argentina sigue siendo un bastión global para la introducción e imposición de los transgénicos al mismo tiempo que las resistencias y cuestionamientos crecen convirtiéndose también en un espejo donde el mundo comienza a mirarse.

 

Por un lado desde el Estado argentino se anuncia con bombos y platillos la introducción de nuevos transgénicos que, aparentemente, se diferencian de los existentes al presente por tres motivos: introducen modificaciones genéticas que no significan resistencia a herbicidas o producción de la toxina Bt; en algunos casos prometen mejoras en los rendimientos de la producción y finalmente no son desarrollados por corporaciones si no por universidades e institutos de investigación públicos. Sin embargo se trata de máscaras para seguir imponiendo el mismo modelo de agronegocios.

 

Por otro lado los cuestionamientos y las resistencias desde los más diversos sectores se multiplican día a día y todo parece demostrar que el modelo de agricultura transgénica va mostrando sus fisuras y debilidades y no resulta tan “intocable” como parecía.

 

* Documento completo en PDF

https://www.alainet.org/es/articulo/174005
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