La COP21 en París, el día anterior

01/12/2015
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París parece lista para dar a luz un acuerdo histórico contra las emisiones globales de gases causantes del cambio climático. La víspera de la COP21, la cumbre oficial sobre el clima que reunirá durante dos semanas a gobiernos de más de 190 países y atraerá a un número impreciso de organizaciones de la sociedad civil y activistas de todos lados, la ciudad exhibe su ritmo mundano habitual. Sólo el despliegue de grupos reducidos de policías militares en los sitios más concurridos y banderas tricolores en ventanas y accesos de muchos edificios recuerdan que hace apenas dos semanas ocurrieron los atentados que cobraron las vidas de 130 personas.

 

Los acicates para el acuerdo de París no son menores. Este año ya fue reconocido como el más caliente que se tenga registro y fue superada la marca de 400 partes por millón de carbono en la atmósfera. El cambio climático también cobra víctimas, sobre todo en los países pobres. Al mismo tiempo se ha generado un movimiento anti crisis climática de vigor sin precedente, con movilizaciones globales numerosas, como las que ocurren en estos días.

 

Estados Unidos y China, los países pesados de la contaminación en términos absolutos, han declarado que subirán al ring contra las emisiones de bióxido de carbono. Los gobiernos de los siete países más ricos (G7) han acordado descarbonizar la economía mundial hacia finales de siglo. Además, unos 170 países presentaron antes de la cumbre sus promesas de reducción de emisiones.

 

Todo indica que París parirá un acuerdo. El problema es de qué clase. Podría ser un acuerdo ambicioso, universal, vinculante, basado en soluciones reales que incluyen necesariamente un tránsito acelerado hacia energías limpias, dejando en el subsuelo la mayor parte de las reservas de combustibles fósiles conocidas.

 

O el triunfo de los cabilderos de las corporaciones petroleras que implicaría un acuerdo fundado en propuestas quiméricas, marginales o mercantiles como la geoingeniería, que tiene por objeto la captura y confinamiento de carbono, o poner límites a la radiación solar.

 

Conviene no olvidar la declaración de George H. Bush a su llegada a la Cumbre de la Tierra en Río: “El estilo de vida americano no es negociable”. Un estilo de vida imposible de sostener con equidad, cuya continuidad le ha costado al planeta veinte años de negociaciones climáticas fracasadas.

 

Quien busque razones para la esperanza las puede hallar en la cada vez mayor conciencia y conocimiento de este tema, en las posiciones de importantes líderes morales como el Papa Francisco y en la movilización colectiva global anunciada para los días de la cumbre climática. De cualquier modo, París 2015 ya no es el puerto de llegada sino el inicio de una nueva fase de lucha más prolongada y profunda.

 

De Sao Paulo a México y Nueva Delhi, desde Kampala a Ottawa y Tokio, centenares de miles tomarán las calles como parte de las más de 60 marchas en las principales ciudades del mundo y más de 2 mil 300 acciones programadas en más de 150 países para aumentar la presión sobre los gobiernos, exigiendo un acuerdo climático global ambicioso.

 

Tras los ataques en París, el gobierno francés prohibió las movilizaciones. Pero docenas de actividades se llevarán a cabo en lugares cerrados y los activistas franceses han llamado a la gente de todo el mundo a marchar en su nombre, en solidaridad con ellos y las personas afectadas por ataques en Beirut, Bagdad y otros lugares.

 

Han propuesto formas creativas para manifestarse. Las estaciones del metro de París muestran carteles de gran formato con la imagen de la Coalición Clima 21 y la campaña: “Nuestros zapatos marcharán por nosotros”.

 

Integrada por más de 130 organizaciones de la sociedad civil, entre las que destacan Attac, 350.org, Avaaz, Confédération Paysanne, Action Contre la Faim, Les Amis de la Terre, Humanité et Biodiversité y Alternatiba, la Coalición lanzó la iniciativa “Zapato”, recolectando calzado donado por la gente con la idea de mostrarlos en la Plaza de la República de París este domingo, simbolizando a quienes aquí no podrán marchar debido a las medidas de emergencia impuestas por el gobierno francés.

 

También se pretende formar una cadena humana cerca de la Place de la República en y todo el camino a la Plaza de la Nación, trayecto de la marcha suspendida. La cadena humana portará los carteles y consignas cuyo mensaje principal aludirá al estado de emergencia climática y la demanda de un clima de paz y paz para el clima. La acción se llevará a cabo en las aceras para no obstruir el tráfico. No se descartan sin embargo acciones de desobediencia civil de los grupos más radicales.

 

La Coalición creó además una plataforma virtual para conectar manifestantes de todo el mundo con quienes no pueden marchar en Francia, Líbano y otros lugares, para crear un sentido de solidaridad y garantizar que las personas que pueden marchar lo hagan también en nombre de quienes no pueden.

 

Pero la COP21 apenas inicia.

 

Enviado desde Paris. Alfredo Acedo es comunicador y asesor de la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA), de México, integrante de La Vía Campesina.

 

30 noviembre 2015

 

Fuente: Americas Program http://www.cipamericas.org/es/archives/17617

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/173964

Crisis Ambiental

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