La movilidad urbana como un derecho

15/11/2015
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La Ciudad de Panamá crece, esto es algo innegable, crece como toda estructura viviente y se esfuerza por desarrollarse, madurar y con la incertidumbre de no morir, sino adaptarse a los cambios y mutar hacia algo mejor. Nuestro país confronta desde hace un par de años el llamado “boom económico” de las viviendas y complejos residenciales, siendo este el primer detonante de su crecimiento, la ciudad se extiende a lo largo y no así a lo ancho ocupando espacios, terrenos y lotes que en otrora no estaban considerados habitables, sin embargo, y en contradicciones así como crece también lo hacen sus paradigmáticos problemas de planificación en una serie acumulada de complejidades en cuanto a derechos ciudadanos, ya el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos lo menciona desde hace tiempo. Derechos a un entorno saludable, “amigable” y en donde el ciudadano se pueda trasladar de un lugar a otro con facilidad. Este crecimiento ha hecho que en los último años la ciudad de Panamá, esté presentando un acelerado aumento en el parque vehicular. Datos de la Autoridad del Tránsito y Transporte Terrestre ATTT indican que Panamá es el quinto país de América Latina con la mayor cantidad de autos por habitantes, con una población de 3 millones 405 mil aproximadamente, y un parque vehicular de 198 vehículos por cada 100 mil habitantes, en comparación con países como Argentina, con una población de 41 millones y un parque vehicular de 315 autos, por cada 100 mil habitantes; seguido de México con una población alrededor de 119 millones y un parque vehicular de 278 vehículos por cada 100 mil habitantes. Esto sin duda, solo son datos que podemos utilizar para hacernos una idea generalizada de cómo está la situación de la movilidad en la Ciudad. Pero, ¿y qué pasa si quisiéramos caminar la ciudad? nos tendríamos que enfrentar a una serie de situaciones de movilidad ante la ausencia de aceras, pasos elevados, huecos por doquier, irrespeto al peatón, y ni se diga de los sicarios del volante que no tienen la más mínima consideración, si vas en bicicleta o si utilizas una línea de cruce de cebra, muchas veces da la sensación que les regalan las licencias de conducir.

 

Alguna vez escuché al Arquitecto y Urbanista, Álvaro Uribe, decir que la única salvación de la Ciudad podría ser el transporte público, uno que sea funcional, masificado que promoviese el uso del mismo y que las personas comenzaran a dejar sus vehículos en casa, algo parecido a lo que vendría a ser el metro de Panamá; esto de alguna manera vendría a solucionar el problema de la movilidad urbana y daría mejores facilidades a los que preferimos transitar la ciudad en vez de manejar en ella, sin dejar de mencionar los beneficios que traería para la salud de la urbe, la reducción de los niveles de polución que contribuyen con el efecto invernadero y el Cambio Climático. Panamá es una ciudad pequeña con una tasa de la población en crecimiento ralentizado, es impensable que tengamos problemas de tal particularidad, y todo esto porque no se ha querido aceptar que dejar al azar de los “intereses económicos y políticos” un ser viviente a razón de los funcionalistas, podría acarrear que el mismo se transforme en un monstruo imposible de controlar o en el peor de los casos, que sufra de una enfermedad terminal y lentamente deje de palpitar. Les hago el llamado a los planificadores urbanos y demás responsables que hay que apostar por mejorar el transporte público de forma urgente, construir aceras, viaciclos, a los conductores que respeten a los peatones y ciclistas, las líneas de cruce, las líneas de alto y sobre todo, no se sientan los dueños de la ciudad, porque no les pertenece a los conductores, sino también, a los que la caminamos o pedaleamos en ella.

 

- Carlos Escudero Nuñez, Sociólogo e investigador

scuderokarlos@gmail.com

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/173620
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