De la guerra de los mil días a la separación de Panamá

12/06/2015
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Theodore Roosevelt Theodore Roosevelt
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Había pensado aprovechar los primeros soles de la primavera septentrional, para releer la clásica novela “Nostromo” del gran escritor en lengua inglesa Joseph Conrad, a quien recientemente y para ventura de los lectores en lengua castellana, ha descubierto la industria editorial y traductora de España. Pero pronto tuve que reconocer que había sobrestimado mis conocimientos sobre el tema tan sensible para los colombianos y tocado en esta novela (tan conocido e ignorado al mismo tiempo) como es el de “la separación de Panamá de Colombia”.

 

Había heredado la versión anti imperialista de todo este novelesco e inagotable episodio histórico, asignándole toda responsabilidad de tal amputación geoestratégica; al “entreguismo” de la oligarquía liberal conservadora representada en el espadón y gamonal esclavista caucano Tomas Cipriano de Mosquera, quien en 1846 con el tratado Mallarino-Bidlack, abrió prematuramente la puerta a las ambiciones expansionistas del imperialismo estadounidense en nuestra patria, para que en 1903, cuando Colombia estaba agonizante después de la guerra de los mil y pico de días, el presidente de los EEUU Theodore Roosevelt, pudiera (como buen cazador de osos) saltar sobre la yugular del pueblo colombiano y  gritar su famoso “I took Panamá”.

 

Con tal incertidumbre y temiendo estar “desactualizado”, inicié una revisión posible sobre los conocimientos académicos, o como ahora llaman los profesores “el estado del arte”, de aquel triste episodio de la historia colombiana. Finalmente logré abrirme paso por entre la maraña de publicaciones (de todo tipo) publicadas en el siglo XX y lo que va corrido del siglo actual, sobre la relación existente entre la llamada guerra de los mil días y la amputación de Panamá para confirmar que no estaba tan desactualizado como temía.

 

El erudito escritor cartagenero Eduardo Lemaitre, en su clásico, pormenorizado y voluminoso libro de 724 páginas: “Panamá y su separación de Colombia” (1) con una ingenuidad entendible o tal vez explicable (que de ningún modo demerita su gran obra) escribe en 1971, el prefacio de su libro el siguiente resumen:

 

   (….) “Pero es indudable para el historiador de nuestros días que el Istmo de Panamá habría podido seguir integrado con Colombia solo con que Teodoro Roosevelt hubiera sido un poco más generoso y comprensivo, y su ministro en Bogotá menos imprudente; que en panamá la clase dirigente o, como ahora se estila decir “la oligarquía dominante” hubiera sido capaz de superar resentimientos parroquiales, como algunos de ellos aisladamente lograron hacerlo, para dar paso a un política grande, en vez de entregar atropelladamente, para no decir criminalmente, los intereses de su patria chica en manos extranjeras a trueque de una autonomía más supuesta que real; y, que en Colombia el gobierno hubiera sido menos negligente e inepto, su senado menos soberbio y sus partidos políticos menos torpes. Así por ejemplo el estudio de la discusión y negativa del tratado del tratado Herrán-Hay convence a quienes a quien además conozca las circunstancias políticas que privaban en los EEUU en 1903, de que si el senado colombiano en vez de rechazar de plano este tratado y lo aprueba con modificaciones como era el original propósito de la mayoría senatorial, el Presidente Roosevelt no habría tenido piso firme donde apoyarse para lanzarse a la aventura de favorecer a los separatistas panameños, ni a los especuladores de la Compañía Francesa, y de Wall Street  habrían encontrado pretexto válido para sus maquiavélicas intrigas”(……) 

 

Sin embargo, leyendo el texto del historiador de lengua alemana Thomas Fischer, presentado como capítulo 3 del libro “Memoria de un país en guerra. Los mil días 1899 1902, compilado por Gonzalo Sánchez y Mario Aguilera en 2001” (2) en donde se muestra la relación entre la guerra de los mil días y la separación de Panamá, puede sacar en claro que el pretexto de la negación por parte del senado colombiano del tratado Herrán-Hay el 12 de agosto de 1903 (que ha sido tomado por la historiografía colombiana como el hecho más importante de todo este episodio) y la posterior invalidación del tratado, impulsada por la mezquindad rencorosa y opositora del senador ultramontano y regenerador conservador Miguel Antonio Caro contra el anciano y torpe Marroquín, miembro también del partido conservador quien fungía de presidente de Colombia, lo que fue aprovechado como oportunidad de negocios por el presidente Roosevelt para tomar Panamá: 

 

No es otra cosa que una de las apariencias “locales” con las cuales se manifestaba un nudo de contradicciones profundas de carácter universal o “global”, que estaban dándose en aquella fecha entre las potencias Imperialistas por el reparto territorial del Mundo y por la posición geoestratégica vital que representaba el Istmo de Panamá para el hegemón ascendente, vale decir los EEUU, contra sus rivales Inglaterra, Francia, Alemania e incluso Italia, y que finalmente decidieron la situación a favor de los EEUU.

 

Desmembramiento de Colombia hecho posible, una vez el país hubo quedado en física ruina y perdido más de 100 000 hombres jóvenes a causa de la guerra de los mil días, con la cual los gamonales y espadones de las dos fracciones de la clase dominante liberales y conservadores (una vez más como en las otras 8 guerras civiles anteriores) habían decidido el asunto de quien se apoderaba del aparato Estatal, sus recursos y sus negocios internacionales (3) sin tener en cuenta para nada la suerte de las pobres peonadas armadas de machetes que amarradas llevaban a  “machetearse” y despedazarse, en lo que Alberto Lleras llamó con su peculiar elegancia clasista, el “ejercicio alegre” de las guerras civiles.

 

Notas

(1)   Lemaitre Eduardo Panamá y su separación de Colombia. Biblioteca Banco Popular Bogotá 1972. Página 3.

(2) Sánchez Gonzalo, Aguilera Mario Memoria de un país en guerra. Los mil días 1899-1902. Planeta Bogotá 2001. Capítulo 3.

(3) Guillén Martínez Fernando, El Poder Político en Colombia. Editorial Planeta. Bogotá 1996. 

https://www.alainet.org/es/articulo/170343
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