La Belleza y el terror

02/05/2015
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El periodista canadiense Graeme Wood escribió hace poco tiempo un muy buen texto sobre el Estado Islámico. Muestra las raíces de ese grupo y lo contextualiza dentro de un mundo que es casi incomprensible para nosotros de esta parte del globo.Vale mucho la pena conocer ese trabajo (http://www.publico.pt/mundo/noticia/o-que-e-o-estado-islamico-1690458), que puede ser leído en portugués en la página del periódico “O Público”.

 

Allá al final del texto él trabaja una idea, que buscó en Orwell, y que me sacó el sueño. Dice: “El fascismo es psicológicamente mucho más sólido que cualquier idea hedonista sobre la vida… Mientras que el socialismo, y hasta mismo el capitalismo, de una manera más reluctante, ha dicho a las personas “te doy la oportunidad de que pases un buen rato…”, Hitler dijo a las personas “les doy la lucha, el peligro y la muerte” y en cambio tuvo una nación a sus pies.” De esa manera, advierte Wood, “no debemos subestimar el encanto que la barbarie pueda tener al nivel de las emociones. Ni mismo, en el caso del EI, su encanto religioso o intelectual.”

 

Pues, qué se esconde en ese pequeño párrafo? La terrible certidumbre de que la promesa de belleza que, tanto el capitalismo como el socialismo – dos rutas de la modernidad europea – hicieron, no se cumplió. Y las personas, de alguna manera, no creen más que eso pueda suceder. Desde ahí esa busca por lo extravagante, el peligro y la aventura.

 

El capitalismo, que promete buena vida, sólo consiguió mantener en la cresta de la belleza una pequeña parte de la población. Los que son dueños de los medio de producción, los muy ricos, los poderosos. Son esos y son pocos, los que surfean en la cresta de la vida llena de alegrías y placeres.

 

El socialismo, nunca se cumplió. La vida linda para los trabajadores, los explotados, los oprimidos todavía no llegó y las experiencias dichas socialistas tampoco consiguieron ofrecer la belleza para esa parte mayoritaria de la población.

 

En estos tiempos de vida de plástico, de mundos virtuales, de corazones solitarios y mentes vacías, parece no haber oportunidad para la belleza. Pocos son los que creen en la posibilidad de aquello que ya enseñaban los indios navajos: “belleza abajo, belleza arriba, belleza por los costados. Vivir es caminar en la belleza”.

 

El reclutamiento de jóvenes en todo el mundo para actuar en los grupos fundamentalistas que hoy aterrorizan el medio oriente y parte del continente africano no promete ningún mundo de bellezas. Por lo contrario. Lo que tiene para dar es odio, guerra y muerte. Y así mismo son centenas los que llegan en busca de ese Eldorado al revés.

 

Y no es necesario ir tan lejos. En las últimas manifestaciones en las calles, de grupos de derecha o mismo otros que se creen sin ideología, el llamado también fue al terror. En las pancartas y carteles pidiendo la intervención militar, qué está implícito? Justamente el mundo del terror. Que vengan las botas, las armas, la tortura, los desaparecimientos, las muertes… Aparentemente esas personas están dispuestas a también se ensuciar las manos para “corregir” el mundo, librando de los comunistas, de los gays, de los que no creen en dios.

 

No es sin razón que en las comunidades en donde ya está instalada la intervención militar, como son las favelas* en Rio de Janeiro, el terror sea la hegemónica realidad. Miles de niños y niñas que viven acosados por las tropas del Estado, ya no sueñan con las bellezas del capitalismo que saltan en las pantallas de la TV. Muchos de ellos son seducidos por la fuerza que representa aquel mundo de terror. Por eso se arman y desfilan sus pistolas y fusiles por la comunidad, sin nada a esperar además de la éxtasis del momento de poder.

 

Tanto en los montes de Iraq como en las periferias de las grandes ciudades del mundo, hay una juventud sin expectativa. Solamente viviendo la emoción de ese precioso presente. Un presente de fuerza, de poder de vida y muerte sobre el otro, en nombre de un dios o en nombre de nada.

 

El mundo capitalista inaugurado hace poco más de 300 años prometió y no cumplió. La Belleza perdió su valor, desapareció en un horizonte que ya no es vislumbrado. Las ciudades deshumanizan a las vidas, las periferias son espacios de dolor. Pocos son los que consiguen trascender a lo caótico que es la realidad cotidiana. El drama del otro pasa a ser solo más una foto para subir a Facebook, cuya sensación enseguida desaparece, luego que otro hecho, más bárbaro todavía, tome su lugar.

 

En esa semana, soldados agredieron de tal manera a un travesti, que su rostro quedó transfigurado. Y todavía fue fotografiado, con los senos a la muestra, siendo obligado a decir que mereció el castigo, porque agredió a un policial. Con seguridad que nada va a pasar a quien cometió ese crimen. Seguirán masacrando a las personas solamente por el hecho de que pueden. Y los sometidos a esas situaciones guardarán sus lágrimas mientras esperan la hora de la venganza. Que vendrá. Es el mundo Mad Max. Y no podría ser diferente.

 

Entonces, como encontrar la belleza en ese mundo? Hasta ayer la utopía de un nuevo mundo, justo y digno, era lo que nos hacía caminar. Pero y si esa visión se disuelve, que puede quedar?

 

El debate provocado por el texto del periodista canadiense me ha sacado el sueño. Es casi como la inversión completa de todo lo que siempre creí. El terror venciendo la belleza. Será?

 

Prefiero creer que no. Que sí podemos reencontrar el camino para nuestra casa. Porque la belleza es el hogar natural del ser humano. Y mientras la duda me toca con su mano helada, vuelvo a un libro abisal, que es “La Caverna”, de Saramago. Sí, él mismo, el pesimista. En ese romance él habla de un tiempo muy parecido con el que hemos vivido y nos presenta una troupe de personas que decide girar al revés. Es tan lindo, pero tan lindo que llega a doler.

 

Por aquí, voy haciendo mi parte, tan ínfima y casi inútil. Pero no quiero desistir de la alegría de vivir en un mundo bueno. Sé que para eso hay que trabar una pelea titánica, muchas veces feroz. La lucha de clases, de la cual habló Marx. Los oprimidos rompiendo las cadenas y comandando sus propias vidas. La belleza de los navajos. Para eso hay que hacer vivir a la belleza, hacerla real, para que otros la vean y quieran con ella caminar. No sé muy bien cómo hacer eso, estoy tanteando. Pienso caber a cada uno de nosotros, colectivamente, no permitir que el terror sea el deseo de las gentes.

 

*favela (Brasil): Arrabal (Puerto Rico); Barrio Marginal (Ecuador); Cantegril (Uruguay); Chabola (España); Mediagua (Chile); Población Callampa (Chile); Pueblo Jóven (Perú); Rancho (Venezuela); Tugurio (Costa Rica); Villa Miseria (Argentina); Chacarita (Paraguay)

 

(Traducción del portugués por Verônica Loss)

 

- Elaine Tavares - periodista en IELA/UFSC - Brasil

 

https://www.alainet.org/es/articulo/169368
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