Inesperada consulta política de un joven

17/04/2015
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Con relativa frecuencia me reúno con empresarios para examinar asuntos estructurales, estratégicos, prospectivos, organizacionales, pero, por primera vez, un joven requiere mi opinión acerca de cómo empezar su carrera política. Juzgué que el inesperado interés de este joven serio y con evidente vocación política, además de honroso para mí, era tan esperanzador como sugestivo y por ello, con su debida autorización, sucintamente relataré lo acontecido.

 

Ante el grato hecho reaccioné con torpeza, pues me vi de sopetón en el dilema de admitir que de político nada tengo y de política nada sé o creer que soy uno de aquellos que conciben la política de modo correcto y, además, me sentí necio al recordar este proverbio: “el sabio se afana en aprender, el ignorante se afana en enseñar”. Superado el pasmo pensé que así como un joven llega a la mal llamada política por necesidad o despiste, este joven buscaba un norte distinto y por tal razón y si bien en principio un tanto retrechero, con gusto compartí algunos conceptos.

 

 Tal vez puse cara de tonto sabihondo al plantear estas tesis: El progreso lo construye el ser humano y el atraso también y lo último bien lo ha hecho “la política tolimense”. El “político” venal busca lucro personal y si bien él obtiene pan para hoy, miles de personas sufren y sufrirán hambre. El joven ético que desea dinero debe ocuparse de negocios no de política. No debemos pensar que edad cronológica equivale a edad política y, siendo cierto que las ideas del joven-joven son vitales en la democracia, igual lo son las ideas de viejos-jóvenes, como García Nossa, Gerardo Molina, Fals Borda, María Cano, “Chucho” Bejarano o Sartre, Neruda, Marcuse, Martí, Bolívar, ejemplos dignos de sabiduría y acción que hoy son reemplazados por caudillos jurásicos, megalómanos y frenéticos por parte de algunos jóvenes en años pero ideológicamente extemporáneos (jóvenes-viejos).

 

 Dije al joven amigo que política sin contenidos es farsa, razón que obliga estudiar al Tolima y sus municipios (el suyo en especial), saber su historia, geografía, biodiversidad, culturas, etnias, mitos, recursos, oportunidades. Indagar la historia de regiones más desarrolladas y atrasadas para hallar referentes serios de progreso. Diferenciar política de politiquería. Creer en sus propias ideas sin perjuicio del derecho a equivocarse y rectificar y respetando ideas ajenas y el valor del diálogo. No admitir que nadie quiera pensar por él. Ser crítico hasta con él mismo. Estudiar sobre liderazgo. No ser “cargaladrillos” de caudillos delirantes pero si coequipero entusiasta de grandes causas.

 

 Señalé que en política disentir no significa odiar ni negar a cada quien su derecho a pensar y obrar a su modo, sabiendo sí que mucho de lo que hoy pensamos no es construcción nuestra y sí sutil imposición de lógicas excluyentes que arruinan paradigmas correctos de desarrollo regional y atizan culturas decadentes, banalidades, ausencia de ética, individualismo y fragmentación social.

 

Así parezca que monologué (excusas) en verdad fue un diálogo útil que afirmo mi certeza de que los jóvenes que pretendan hacer política sana deben rechazar ortodoxias, centralismos, fanatismos, politiquería y demás causas del atraso y así, aliados con viejos-jóvenes, producirían un estallido cívico que desencadene grandes corrientes de pensamiento municipalista y regionalista y liderazgos y organizaciones coherentes y consecuentes que llenarían las páginas aun no escritas de la historia regional. Sin una nueva realidad política el Tolima seguirá en el pasado, dije al amigo, y solamente los jóvenes-jóvenes podrán construir esa nueva realidad, pues los jóvenes-viejos y los viejos-viejos apenas reeditarán episodios funestos de decadencia, oscurantismo y decepción. 

 

Ibagué, Colombia

https://www.alainet.org/es/articulo/169025
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