Agricultura campesina

29/06/2014
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 496: En el año de la agricultura familiar: Políticas y alternativas en el agro 24/11/2014
La Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU), en 2011, declaró al año 2014 como el Año Internacional de la Agricultura Familiar (AIAF).  Esto se debe a que la agricultura familiar ha demostrado ser muy importante en todo el mundo, sobre todo por el hecho de que existen "(...) 1,5 mil millones de personas en 380 millones de predios rurales, 800 millones con huertos urbanos, 410 millones en bosques y sabanas, 190 millones de pastores y más de 100 millones de pastores campesinos.  Entre de todos ellos, 370 millones de indígenas.  Juntos, estos 3 mil millones de agricultores familiares, campesinos e indígenas constituyen más de un tercio de la humanidad y producen el 70 % de los alimentos del mundo.  Sí, la cifra es correcta: 70% de los alimentos del mundo "(1). 
 
Reafirmo que los campesinos y campesinas son demasiado importantes para todas las sociedades contemporáneas de todo el mundo. Es posible sugerir que una sociedad sin campesinos y campesinas se vuelve incompleta, menos diversificada e históricamente árida por la ausencia de sectores de sus pueblos que se relacionan productiva, armoniosa y placenteramente con la naturaleza.
 
Cabe indicar que el término agricultura campesina, que utilizo como referencia general en este texto, abarcará una totalidad más amplia y diversificada de pueblos, o sea los pueblos campesinos, los pueblos indígenas o pueblos originarios, los pueblos negros o mulatos, los pueblos de las selvas (recolectores), los pueblos ribereños y los pueblos pescadores artesanales que son al mismo tiempo productores rurales.  Este amplio espectro de pueblos que se relacionan productiva y extractivamente con la tierra, y muchos de ellos a tiempo parcial con las aguas dulces, serán, entonces, aquí considerados como campesinos.
 
Según Costa "(...) entiendo como campesinos a aquellas familias que, teniendo acceso a la tierra y a los recursos naturales que ésta soporta, resuelven sus problemas de reproducción a partir de la producción rural – recolectora, agrícola y no agrícola, desarrollada de tal modo que no se diferencia entre el universo de los que deciden sobre la asignación del trabajo y los que sobreviven con el resultado de esta asignación"(2).
 
No es mi intención, sin embargo, homogenizar un universo altamente diversificado -económica, política, social y culturalmente-  de productores y recolectores rurales presentes durante milenios en América Latina, ni suponer que las historias de los pueblos originarios latinoamericanos deban confundirse con las de los campesinos contemporáneos, sean éstos campesinos pobres inmigrantes procedentes de Europa o Asia, sean éstos nuevos campesinos que se constituyeron a partir de las diversas reformas agrarias llevadas a cabo en este continente.  Y menos aún con la lógica de los colonizadores denominados blancos y civilizados por ser eurocéntricos, bendecidos por la Iglesia católica y portadores de verdades que suponen son universales.
 
Lo que deseo enfatizar es, en suma, que los campesinos latinoamericanos, entre tantos otros alrededor del mundo, han logrado, aunque con sufrimiento, persistir en su propósito de reproducirse social y culturalmente sin ser reducidos a una indigencia de tipo 'pobreza activa’(3) o,  incluso, ser insertados subalternamente por clases dominantes burguesas, en una correlación de fuerzas económica y política que les es altamente desfavorable, en un mercado  capitalista oligopólico que facilita la explotación de los campesinos por parte de las empresas agroindustriales capitalistas.  No ignoro ni subestimo la presencia de una pobreza particular de los campesinos latinoamericanos, y de sectores de esos campesinos que adoptan como estrategia de supervivencia su integración a las empresas capitalistas.
 
Reiterando lo que escribí alguna vez: "(... ) algunos de los factores que determinan esta explotación de los campesinos son:  la vulnerabilidad de la producción agrícola debido a su carácter perecedero, la dispersión territorial de la producción,  la oferta de productos en las cosechas (oferta simultánea de la mayoría de productores de una región determinada), el bajo volumen de la oferta de productos por cada unidad de producción campesina, su distancia física relativa de los principales centros comerciales y de la precariedad de la infraestructura de transporte en las zonas rurales.  A esos factores de orden general se agrega otro: la precariedad de los negocios campesinos debido a su endeudamiento, que tiene como causas más comunes, por un lado, la artificialización de la agricultura (dependencias de los insumos adquiridos por los agricultores al agronegocio burgués) facilitada por el crédito rural subsidiado que entrega el gobierno federal y, por otro lado, la relación desfavorable entre los precios pagados y los precios recibidos por los campesinos.  Sin duda alguna, estos factores no deben tapar posibles ineficiencias de algunos productores individuales"(4).
 
Un modo de producción en construcción
 
La integración con las empresas capitalistas o la dependencia de los sistemas de producción campesinos a los insumos producidos por la agroindustria capitalista se ha convertido en una contingencia económica para los  campesinos que los coloca dialécticamente, por un lado, frente a una realidad objetiva de contextos donde los campesinos se reproducen dentro de una formación económica y social dominada por el modo de producción capitalista y, por otro lado y al mismo tiempo los lleva a negar esa dominación,  como un desafío político para intentar,  por los medios más distintos, la superación de su posición subalterna al modelo de producción capitalista.
 
Destaco que las familias campesinas, más allá de tener acceso a la tierra, ya sea como propietarios, ocupantes, socios, arrendatarios, inquilinos o recolectores en tierras públicas y/o privadas intentan, sobre todo, en estas sociedades capitalistas contemporáneas, alcanzar una autonomía relativa frente al capital.
 
Es, entonces, en este sentido y contexto que prefiero no utilizar  la expresión agricultura familiar para referirme a esos pueblos, no porque 'en sí ' ella sea equivocada (como expresión idiomática), sino debido a  que su uso actual en Brasil trae implícito en esta expresión, ahora como concepto, la tendencia hacia la integración y subordinación a la  empresa  capitalista.
 
Las observaciones anteriores sugieren, a mi modo de entender, que el campesinado (especialmente el brasileño) podría constituirse como un modo de producción en construcción (5).  Digo campesinado brasileño debido a que en varias otras formaciones económicas y sociales de América Latina los pueblos originarios  (y aquí los pueblos denominados indígenas en el Brasil actual), en su mayor parte,  desde  sus orígenes como naciones, han establecido relaciones profundas con la tierra, con su madre tierra, siendo considerados como campesinos, independientemente de las formas de organización de la producción, distribución y consumo que históricamente tenían, constatándose en ellas la presencia de la familia singular y/o diversas  formas de agrupamiento doméstico.
 
Es de uso relativamente común en Brasil la expresión “el modo de producir y de vivir de los campesinos”.  Su sentido es poner de relieve que existe una especificidad campesina, que su reproducción social se rige por la dinámica interna propia de la unidad de producción campesina y no por la lógica de la reproducción social de la unidad de producción capitalista donde se da la relación social de producción asalariada.
 
La unidad de producción campesina contemporánea es diferente a la unidad de producción capitalista.  Eso, cuando menos, permite suponer que en la "sociedad brasileña" coexisten contradictoriamente al menos dos modos de producción: el modo de producción capitalista y el modo campesino o modo de producir y vivir campesino, sin considerar aquí las organizaciones sociales indígenas no campesinizadas.  Tal sociedad particular concreta se configura, entonces, como una formación socio-económica compleja, donde coexisten y se contradicen modos de producir distintos entre sí.
 
Al considerar como pertinente la afirmación anterior, no sólo para la formación económica y social brasileña, sino para muchas de las formaciones económicas y sociales latinoamericanas contemporáneas, y teniendo en cuenta que la mayoría de los modos de producción de los pueblos originarios está subordinada o en fase de integración subordinada al modo de producción capitalista, y aun cuando en estas sociedades complejas están presentes las huellas de las culturas anteriores de esos pueblos, todo conduce a creer que un esfuerzo incansable debe desplegarse si se desea que el desarrollo de las fuerzas productivas no sea aquel que está determinado por los intereses de la reproducción ampliada de las empresas capitalistas.
 
Desafíos
 
Lo que trato de destacar es que se debe contemplar otro tipo de desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones sociales de producción para que sea posible y deseable que la agricultura campesina se mantenga altamente diversificada, no sólo económica sino sobre todo culturalmente.  Y reafirmar mi opinión de que es responsabilidad de los campesinos, en cualquier tipo de sociedad, la producción de alimentos saludables básicos para el consumo de toda la población.  Pero además cabe señalar que ellos ya se comportan como guardianes de la agrobiodiversidad(6).
 
Sin embargo, en ese sentido, el propio campesino no debería depender de la agroindustria y de  los supermercados en el abastecimiento de los principales rubros del consumo alimentario familiar.  Redefinir qué parte de la producción de alimentos es para el auto consumo familiar, significa, además de una decisión en el campo de la producción y de aprovechamiento en la unidad campesina, también una decisión de autonomía relativa  respecto de la industria de aprovechamiento y de artificialización  de los alimentos.
 
La primera iniciativa campesina para reafirmarse como principal productor de alimentos sanos y como guardianes de la agrobiodiversidad sería la de retomar la capacidad y la voluntad política para producir alimentos para su propio consumo, sin que esa producción se limite a ese objetivo.  En esta perspectiva, es importante tener en cuenta que todo lo que fuere producido para el autoconsumo de la familia o multifamilias por la unidad de producción campesina (particular o asociada) debería también estar disponible en calidad, cantidad y presentación para la venta en los mercados locales, regionales o de otro tipo.  Esto significa asumir que el campesino es el responsable social de la producción de alimentos.
 
Si los campesinos, como algunos de ellos lo hacen, optan por el modelo tecnológico de la producción capitalista, la tendencia será la aplicación de una agricultura (en sentido amplio) en la que el inmediatismo y artificialización se afirmen como práctica de producción en una praxis de autonegación campesina.  Y dejarán de afirmarse como guardianes de la agrobiodiversidad para practicar el saqueo de los recursos naturales asumiendo que ése sería el camino del progreso o de la modernización, sin percibir que esa modernización, a partir de los valores burgueses, es socialmente excluyente y responsable de la intensa purga de los productores campesinos para que sus tierras sean apropiadas por las empresas capitalistas.
 
Este proceso dominante de la homogeneización de la agricultura conduce a la descomposición campesina debido a la negación de la diversificación de cultivos y criaderos, imponiendo como “moderno” la especialización basada en el monocultivo; induce a los campesinos a depender de los llamados insumos modernos, como las semillas transgénicas, la fertilización a partir de productos de origen industrial, el uso de agrotóxicos en lugar de la armonización entre flora,  fauna, agua y  minerales en el contexto de una producción antrópica y, en fin, rechaza la cultura campesina llena de historia y valores ancestrales.  Las empresas capitalistas no desean que sus valores de vida (su forma de ser y de vivir) puedan convivir en una sociedad culturalmente plural: sus pretensiones son de dominación y hegemonía.  Así que, reitero, son socialmente excluyentes.
 
Vale la pena repetir que los modernizadores neoliberales, el neoclientelismo asistencial, el desmantelamiento de las políticas compensatorias y de protección de los campesinos y el " nuevo movimiento campesino" corporativista tienden, todos ellos, a la apología y defensa del "libre mercado", sabiendo todos ellos de antemano que los espacios de los mercados oligopólizados por las grandes empresas multinacionales están cerrados para los campesinos.  Predican, entonces, en nombre del realismo burgués, la superación del campesinado que consideran como un modo de producción obsoleto y anacrónico.
 
Sin embargo, los campesinos están presentes y ampliando su número y su participación en la economía mundial y latinoamericana.  Más que la oferta de alimentos sanos y naturales, los campesinos muestran que su modo de producir y de vivir es diferente del modo de producción capitalista.  Y, contrariamente a lo que sugiere la ideología dominante, sus valores y comportamientos frente a la sociedad y a la naturaleza muestran que es totalmente posible y deseable la afirmación de la diversidad económica, política, social y cultural que los campesinos  enuncian y demuestran en su praxis social.
 
Como sugiere Bartra Vergés  "(... ) las organizaciones campesinas, principalmente las  que en un principio eran realmente sectoriales, adoptan cada vez más las estrategias diversificadas, impulsando policultivos y múltiples usos, que suponen relaciones verticales, pero  también una articulación horizontal que explota y potencializa la complementariedad de actividades múltiples y mixtas. Por lo tanto, no sólo los campesinos se recampesinizan para resistir a los vendavales del mercado, sino que también las organizaciones productivas del sector social pasan del modelo exclusivamente empresarial al abierto paradigma campesino... " (7)
 
"La comprensión de las trayectorias del desarrollo de la agricultura campesina a partir de sus luchas por la autonomía permite que sea resituada en el proceso histórico, evidenciando que el sentido de ese proceso no es unidireccional ni conducente a la disolución inexorable del campesinado, como siempre proclaman los defensores de la modernización de la agricultura.  Por esta razón, la defensa de la agricultura campesina no puede en absoluto ser confundida con una propuesta del pasado.  Por el contrario, ella indica caminos sólidos para que la crisis agraria sistémica que se profundiza y se  extiende a todos los rincones del planeta sea estructuralmente enfrentada"(8).
 
El escritor brasileño João Guimarães Rosa afirmó que " (...) las personas no mueren, ellas permanecen encantadas... " (9)  Yo diría entonces, apoyándome en Guimarães Rosa, que " los campesinos no mueren,  permanecen encantados". (Traducción ALAI)
 
Curitiba, Brasil, 13 de mayo de 2014
 
- Horácio Martins de Carvalho es ingeniero agrónomo, científico social y consultor de organizaciones y movimientos sociales del campo.
 
Notas
 
1) Heck, Silvino (2014). Ano da agricultura familiar, camponesa e indígena. In http://site.adital.com.br/site/noticia.php?lang=PT&cod=79874 (consulta, 01 maio 2014,  20:10 horas).
2) Costa, Francisco de Assis (2008). A Especificidade Camponesa: um trajeto de pensamento que se projeta no futuro. Belém, NAEA, UFPA, mimeo 22 p. (p.6)
3) In Mollat, Michel (1989). Os pobres na idade média. Rio de Janeiro, Campus, ver referencia en las pp. 157/8.
4) Carvalho, Horacio Martins (2006). Ah! Jacques, Jacques... liberte-se desse encantamento milenar. Curitiba, mimeo, 19 p (cita extraída de la p. 5)
5) Modo de producción en construcción debido a la debilidad política e ideológica que las organizaciones y movimientos sociales campesinos, como instituciones de mediación de sus intereses, no asumen que los campesinos sean un modo de producción ni una clase social.  Esta anomia política ante la población brasileña y las otras clases sociales los fragiliza política y quizás conceptualmente.
6) Carvalho, Horacio Martins (2013). O camponês, guardião da agrobiodiversidade. Curitiba, janeiro, mimeo, 16 p.
7) Vergés, Armando Bartra (2011). Os novos camponeses: leituras a partir do México profundo. São Paulo, Cultura Acadêmica; Cátedra UNESCO de Educação do Campo e Desenvolvimento, cita p. 319.
8) Peterson, Paulo. Agricultura camponesa: entre a onipresença e a invisibilidade. Rio de Janeiro, outubro 2013, cita p. 2. http://www.biodiversidadla.org/Portada_Principal/Documentos/Agricultura_camponesa_entre_a_onipresenca_e_a_invisibilidade.
9) Rosa, João Guimarães. Discurso pronunciado en la Academia Brasileña de Letras - ABL. Río de Janeiro, 11 de noviembre de 1967, últimos párrafos.
 
https://www.alainet.org/es/articulo/165934
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