En riesgo seguridad alimentaria
19/11/2010
- Opinión
Desconsolado, José Antonio López ve cómo su cosecha de frijol quedó reducida a nada, tras las incesantes lluvias del pasado agosto en El Salvador.
López, de 37 años, oriundo de Santa María Ostuma, en el central departamento de La Paz, es uno de los muchos campesinos afectados por eventos climatológicos que terminaron por arruinar completamente sus siembras.
"Esta es la gran cosecha que saqué", remata López, arrancando del suelo unas matitas de frijol que no produjeron ni un grano, debido a que el exceso de agua las "quemó". Había sembrado una manzana y media (1 Ha) de frijol y maíz. El maíz se le pudrió.
Parte de la cosecha la iba a vender y otra parte le serviría para el consumo de él, su esposa y sus dos hijos.
Ahora, la seguridad alimentaria de la familia López es incierta. No sólo porque no tendrá sus propios frijoles para sus comidas, sino porque no hay cosecha que vender. Para colmo de males, una deuda de US$270 le martilla la cabeza por las noches.
"Mejor me da risa, no hago nada con llorar", dice.
Llueve sobre mojado
El Salvador, como el resto de América Central, es una de las naciones frecuentemente afectadas ya sea por sequías o por exceso de lluvias. Ambos fenómenos impactan negativamente los cultivos y, de ese modo, ponen en riesgo la seguridad alimentaria de una población que ya vive precariamente.
En noviembre del 2009, el huracán Ida golpeó duramente la región, dejando una estela de muertos y de cultivos e infraestructura destruidos. Sólo en El Salvador causó 198 muertos y dejó pérdidas económicas por $239 millones. En mayo del 2010, la tormenta tropical Agatha afectó duramente a El Salvador y Guatemala.
El informe "Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional en América Latina y el Caribe 2010", elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO), señala que desde el punto de vista de la seguridad alimentaria, el evento natural que ha generado las más dramáticas consecuencias ha sido la aguda sequía de los dos últimos años en América Central y algunas zonas de México, derivada del fenómeno de El Niño que afectó la región.
En setiembre del 2009, el presidente guatemalteco Álvaro Colom declaró "estado de calamidad pública" para hacer frente a la crisis alimentaria en Guatemala a consecuencia de la sequía que dejó pérdidas por más de $9 millones. El año pasado murieron de hambre en ese país 240 personas adultas, en su mayoría mujeres y madres jóvenes, y 54 niños.
Las pérdidas en los cultivos por sequía en América Central ascienden a $70 millones, señala la FAO, según estimaciones preliminares para el 2010.
Paradójicamente, debido a la variabilidad climática, durante el 2010 en la misma zona ha tenido lugar la temporada de lluvias más intensa de la última década, destaca el organismo internacional.
En El Salvador, las lluvias afectaron aproximadamente el 30% de los cultivos de frijol en las zonas afectadas, es decir, el 8% de la producción nacional.
El informe de la FAO refiere que los países de América Central y el Caribe enfrentan enormes desafíos en producción de alimentos, particularmente en granos básicos —maíz, frijol, arroz y sorgo— que son la fuente principal de alimentación de su población.
Aunque el número de productores de granos básicos en América Central aumentó de 1.4 millones en 1987 a más de 2 millones en el 2007 (más de 45%), la producción por habitante por año se redujo de 156 kg en 1970 a 125 kg en el 2007, según datos de la FAO. Así, la producción interna no fue capaz de cubrir la demanda, lo que se ha traducido en fuertes aumentos de las importaciones.
El frijol es el cereal que más se ha visto afectado hoy en día.
"Lógicamente, si cae la producción, sube el precio del grano, y menos gente va a poder comer", explica a Noticias Aliadas Jaime Tobar, investigador de la oficina de FAO en San Salvador.
El precio del frijol, básico en la dieta de los salvadoreños, casi se triplicó al pasar de $0.50 a $1.40 la libra en los mercados del país.
Acaparadores
El alza en los precios del grano fue propiciado también por el acaparamiento, al menos en el caso de El Salvador. Las autoridades de este país multaron el 11 de noviembre a cuatro comerciantes, entre pequeños y medianos, por acaparar el grano y aumentar su precio hasta un 35%.
Pero los críticos creen que el gobierno debe ir más allá e investigar a los grandes empresarios.
"Está bien investigar a los pequeños [comerciantes] pero hay que preguntarse cuánto acaparan las grandes empresas", dice a Noticias Aliadas Edwin Trejo, coordinador del área de investigación del no gubernamental Centro para la Defensa del Consumidor (CDC).
Aunque Trejo tiene fuertes sospechas de que empresas grandes están acaparando el grano, hasta ahora las autoridades no han anunciado una investigación en esa dirección.
El Salvador produce anualmente unos 1.8 millones de sacos de frijol, pero su consumo es de 2.5 millones, y el déficit debe importarlo, generalmente de Nicaragua.
El gobierno salvadoreño se ha visto obligado a importar unos 25,000 sacos de frijol, a fin de venderlo directamente al consumidor, sin intermediarios, a un precio de $0.75 la libra (0.45 kg).
Nicaragua también tiene problemas con sus cosechas. Reportes de prensa de ese país señalan que alrededor de un 40% de las siembras del grano se ha perdido, por las lluvias. Honduras también reporta problemas de escasez.
Se puede pensar que, ante las inclemencias del tiempo, no hay nada que hacer para enfrentar las lluvias o sequías que indefectiblemente arruinarán las cosechas.
Pero Tobar sostiene que si bien es cierto no se puede frenar el poder devastador de la naturaleza, sobre todo ahora que está más incierta con el cambio climático, sí se puede prever y prepararse para aminorar el impacto.
Hay medidas de adaptación que pudieran ser tomadas, parte de una política nacional frente a los efectos adversos que ya se sabe causarán las lluvias o las sequías en los cultivos, y con ello, en la seguridad alimentaria de la población.
Por ejemplo, Tobar dice que localmente se ha desarrollado una semilla de maíz, llamada Centa Pasaquina, que es bastante resistente a la sequía. Tampoco necesita una tecnología de punta para desarrollar sembradíos con métodos de irrigación eficientes. Y si lo que se viene encima son muchas lluvias, se tendría que desarrollar otra semilla que se adapte al exceso de agua.
"Pero la realidad es que no estamos implementando medidas de adaptación al clima adverso", explica.
Fuente: -Noticias Aliadas
https://www.alainet.org/es/articulo/145637
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