Plan contra plan:

La unidad de los movimientos populares latinoamericanos

01/12/2009
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 450: Lecturas desde los movimientos: Qué ha cambiado con los gobiernos de cambio? 06/02/2014
"A un plan obedece nuestro enemigo: de enconarnos, dispersarnos, dividirnos, ahogarnos.  Por eso obedecemos nosotros a otro plan: enseñarnos en toda nuestra altura, apretarnos, juntarnos, burlarlo, hacer por fin a nuestra patria libre.  Plan contra plan". José Martí (Patria, Nueva York. 11 de junio de 1892.)
 
Así escribió hace más de un siglo el cubano José Martí, uno de los más claros precursores de la unidad latinoamericana frente a las políticas promovidas por el entonces emergente imperialismo norteamericano.  Combatiendo por la independencia de Cuba frente a España, luchando para continuar y completar de esta manera los procesos iniciados de independencia política, Martí pudo percibir con claridad que no se trataba solamente de asegurar la autonomía formal de los pueblos frente a las grandes potencias capitalistas, sino que era necesario prepararse para una larga y prolongada batalla contra las políticas neocoloniales en todos los terrenos: político, cultural, económico y militar.
 
Medio siglo después, los revolucionarios cubanos encabezados por Fidel, recuperaron las enseñanzas de José Martí, y abrieron el camino para las batallas por la Segunda Independencia.  El triunfo de la Revolución Cubana estimuló un ciclo de ascenso de las luchas revolucionarias en América Latina, que tuvieron como dato ideológico fundante, la necesidad de unir los esfuerzos continentales por la Segunda Independencia, con la convicción de que las posibilidades de liberación efectivas de nuestros países, estaban unidas a la exigencia de romper con la subordinación al capitalismo mundial, y de avanzar con decisión hacia la creación de un socialismo indoamericano que, como propusiera en los inicios del siglo 20 José Carlos Mariátegui, no fuera “calco ni copia, sino creación heroica de los pueblos”.
 
Los revolucionarios cubanos, como parte de una generación que marcó la historia latinoamericana con el deseo y el intento de la revolución continental, actualizaron en el escenario mundial el desafío: “plan contra plan”, impulsando en enero de 1961 la Primera Conferencia Tricontinental de los pueblos de Asia, África y América Latina, en la que participaron cientos de dirigentes de organizaciones revolucionarias y populares.  En ese marco fue acordada la constitución de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), que realizó su primera conferencia en julio de 1967, con el objetivo de articular las luchas anticoloniales, anticapitalistas, de liberación nacional y socialistas.  Estas Conferencias no eran concursos de discursos: eran encuentros de combatientes, que pusieron sus cuerpos en aquellos sueños.  Mientras en La Habana se reunía la Conferencia de la OLAS, el Comandante Ernesto Che Guevara combatía en Bolivia… y enviaba su mensaje a los pueblos del mundo: “Crear dos, tres, muchos Vietnam”.  Es decir, abrir múltiples frentes de lucha contra el imperialismo, para obligarlo a dividir sus fuerzas, y de esta manera hacer más eficaz la solidaridad con el pueblo de Vietnam, que combatía entonces heroicamente la intervención norteamericana.
 
Plan contra plan.  El imperialismo reaccionó violentamente frente al ascenso de las movilizaciones populares con acciones intervencionistas, promoviendo golpes de Estado, imponiendo a sangre y fuego la doctrina de seguridad nacional y planes de coordinación de los fuerzas represivas –como el Plan Cóndor-, alentando un nuevo genocidio que costó miles de muertos en todos nuestros países, destruyendo las organizaciones populares, y estableciendo las políticas neoliberales del Consenso de Washington (ajuste económico, achicamiento del Estado, política antiinflacionaria basada en la recesión, desindustrialización, flexibilización laboral, disciplina fiscal, tasas de cambio “competitivas”, liberalización del comercio, inversiones extranjeras, privatizaciones y desregulación, formaron parte del catecismo neoliberal).
 
Plan contra plan.  Los pueblos continuaron su histórica resistencia: en 1989 el caracazo fue una explosión de rechazo a las políticas neoliberales.  En 1992, cuando se cumplían los 500 años de resistencia indígena, negra y popular, los pueblos originarios levantaron su voz para anunciar a todos los pueblos del mundo que se iniciaban 500 años ya no sólo de resistencia, sino de ruptura del silencio, de contraofensiva popular.  Y el silencio se rompió en enero de 1994, cuando en la misma fecha en que se iba a firmar en México el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, se produjo el levantamiento zapatista.  La rebelión de Chiapas inició un nuevo tiempo de levantamientos populares contra esa nueva fase del capitalismo.  A Chiapas siguieron la guerra del agua y del gas en Bolivia, las insurrecciones indígenas y populares en Ecuador, las movilizaciones en defensa de sus derechos en Perú y Chile, la rebelión argentina en diciembre del 2001, los levantamientos populares en Atenco y Oaxaca…  Esta energía se comenzó a canalizar también a través de procesos electorales en los que fueron derrotadas las fuerzas que centralmente aplicaron las políticas neoliberales.  Fueron años de intensas iniciativas de articulación de los movimientos sociales, de creación de redes que posibilitaron construir una presencia política de los pueblos, como la Campaña de Resistencia Indígena, Negra y Popular, para los 500 años, o la Campaña Continental contra el ALCA que en la Cumbre Hemisférica de Presidentes, en Mar del Plata, en noviembre del 2005, logró derrotar el proyecto norteamericano que el gobierno de Bush pretendía reafirmar en aquella oportunidad.
 
Nace la ALBA
 
Una parte de los gobiernos nacidos de esas batallas, promovieron la búsqueda de políticas que permitieran tomar distancia y enfrentar las políticas imperialistas.  De esas búsquedas nació la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), bajo el impulso de los acuerdos realizados por Hugo Chávez y Fidel Castro, que lo entendieron como una instancia de integración continental en todos los planos posibles.
 
La propuesta de ALBA, había sido formulada por primera vez por Chávez en el marco de la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Asociación de Estados del Caribe, celebrada en la isla de Margarita el 11 y 12 de diciembre del 2001.  El 14 de diciembre del 2004 se realizó en La Habana la primera Cumbre de ALBA. Chávez y Fidel firmaron entonces la Declaración Conjunta para la creación de ALBA y el Acuerdo de aplicación de LBA.  En el texto de esta Declaración Conjunta se dice: “Afirmamos que el principio cardinal que debe guiar el ALBA es la solidaridad más amplia entre los pueblos de América Latina y el Caribe, que se sustenta con el pensamiento de Bolívar, Martí, Sucre, O´ Higgins, San Martín, Hidalgo, Pétion, Morazán, Sandino, y tantos otros próceres, sin nacionalismos egoístas que nieguen el objetivo de construir una Patria Grande en la América Latina, según lo soñaron los héroes de nuestras luchas emancipadoras”.  Ya en la Sexta Cumbre de Alba (Caracas, enero del 2008), ALBA resolvió la instalación del Consejo de Movimientos Sociales del ALBA.  Es una novedad significativa para la trayectoria de los movimientos populares, el hecho de que en un proyecto de integración se incorpore a su mecanismo y estructura organizativa y funcional, un consejo para que éstos participen, con el mismo rango que el Consejo de Ministros, y también, lo que es más importante, que se haya aceptado la integración en el mismo de organizaciones sociales de países no signatarios de ALBA, como una manera de ampliar por abajo y a la izquierda este proyecto de complementariedad, cooperación y solidaridad más allá de la frontera de los países que hoy forman parte.
 
A partir de la Séptima Cumbre Extraordinaria de ALBA (24 de junio de 2009), en Maracay, se comenzó a denominar Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América; y lo integran hasta el momento 9 países (estando en este momento en suspenso, la situación de Honduras).
 
Si bien es indiscutible el rol jugado por gobiernos como el cubano, el venezolano, el boliviano, en la concreción de esta iniciativa, es imprescindible también asumir que estos gobiernos son fruto de enormes revueltas, rebeliones y movilizaciones populares; por lo que la ALBA debe ser entendida como una iniciativa de integración que nace del corazón de los pueblos movilizados contra los planes del imperio. Y son estos mismos pueblos, y sus organizaciones, estén o no en el gobierno, quienes pueden darle vida a una integración de este carácter.
 
Construir una iniciativa política
 
Los movimientos sociales asumieron este reto y vienen constituyendo acuerdos para dar vida en actos concretos a esta integración.  Teniendo en cuenta el complejo proceso de organización de la institucionalidad de ALBA, las realidades y desafíos que han vivido algunos de los procesos políticos de los países que lo integran, varias organizaciones convocaron en el 2008 a encuentros para llamar a un proceso de construcción de una articulación hemisférica de movimientos y organizaciones sociales en torno a los principios de ALBA y sus iniciativas.  Resultado de esta reunión es la Carta de los Movimientos Sociales de las Américas que fue lanzada en la Asamblea de Movimientos Sociales, en ocasión del III Foro Social Américas (Guatemala, octubre 2008) y aprobada en el marco de las actividades del VIII FSM 2009, celebrado en Belem de Pará, Brasil (enero 2009).  En esa misma oportunidad, se realizó un diálogo de estos movimientos con algunos de los gobiernos de la  ALBA, en una reunión en la que estuvieron presentes Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales y Fernando Lugo.
 
En el marco de una profunda crisis internacional, y de la crisis de la intervención norteamericana en Irak, el imperialismo yanqui rearticuló sus fuerzas para asegurar la dominación en los territorios que históricamente constituyeron su patio trasero.  Se sustituyó el ALCA por la firma de TLCs, y de acuerdos bilaterales o multilaterales.  Se implementaron nuevos mecanismos de militarización del continente, tendientes a revertir ese flujo de ascenso de las luchas populares.  Se instalaron y se pretenden instalar nuevas bases militares norteamericanas, que puedan actuar como lugar de control de territorios, y eventualmente como plataforma para nuevas guerras regionales.  Se puso en marcha la IV Flota.  Se promovieron planes de infraestructura tendientes a repensar las vías del saqueo y de la intervención (como la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana –IIRSA- o el Plan Mesoamericano).  Simultáneamente se estimula y se apoya a la derecha conservadora, que propicia políticas golpistas y de desestabilización de los gobiernos populares como el de Hugo Chávez en Venezuela, o el de Evo Morales en Bolivia.  El golpe de Estado pudo imponerse en Honduras, a pesar de la fuerte condena internacional que recibió el gobierno emergente del mismo y de las intensas movilizaciones del pueblo hondureño desconociendo a la dictadura.
 
En esta nueva coyuntura política los movimientos sociales se encuentran realizando un proceso de debates tendientes a construir una iniciativa política sostenida que pueda frenar el avance de la derecha, y dar sustento a las políticas de unidad latinoamericana, que son la única manera de responder frente a las iniciativa depredadoras de las trasnacionales y del imperialismo.  Haciendo esta lectura, los movimientos se han planteado en sus últimas reuniones trabajar en tres frentes principales:
 
1.                  Estimular la luchas sociales para promover el reascenso del movimiento de masas;
 
2.                  Dedicar energías para acelerar los procesos de formación de militantes;
 
3.                  Seguir articulando formas alternativas de comunicación de masas, por radio, TV, Internet, etc.
 
Se plantea como objetivo constituir plenarias nacionales con la participación de todos los movimientos sociales de nuestros países, que tengan identidad con el proceso de construcción de la ALBA, utilizando como referencia política la Carta de los Movimientos Sociales de las Américas; con la idea de ir preparando una asamblea continental de los movimientos sociales, lo más representativa posible, en el proceso de construcción del Consejo Continental de movimientos sociales, como parte de la estructura de la ALBA
 
Una de las características de la integración promovida desde estos espacios, es que se intenta realizar acciones concretas, prácticas, para fortalecer las luchas: espacios comunes de formación política, las escuelas latinoamericanas de agroecología (IALA), la escuela latinoamericana de medicina (ELAM), iniciativas de comunicación alternativa.  También hay una agenda concreta de movilizaciones en solidaridad con el pueblo de Honduras, para derrotar el golpe de Estado; contra la instalación de bases militares en Colombia y en otros países, y en solidaridad con el pueblo de Haití, exigiendo a los gobiernos que retiren las tropas invasoras de la Minustah.
 
Es esta historia, llena de episodios y esfuerzos aun desconocidos, pero que quedan grabados en la memoria y en la subjetividad de los pueblos, la que está vibrando en los sueños actuales de constitución de la ALBA.  Es el mismo Che, el que combate en Bolivia acompañando las iniciativas emancipatorias del pueblo -que reivindica al mismo tiempo a los líderes de la lucha contra la colonización y por la independencia: Bartolina Sisa, Tupac Katari… y los sueños de todos los compañeros y compañeras caídas en las batallas por la primera y la segunda independencia latinoamericanas.
 
- Claudia Korol es integrante del Equipo de Educación Popular “Pañuelos en Rebeldía”, Argentina.
https://www.alainet.org/es/articulo/141475
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