Campaña presidencial colombiana: entre el miedo y la esperanza

06/05/2010
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Si quisiéramos resumir la actual realidad del país en una corta frase que el significado de la actual campaña presidencial en Colombia, tendríamos que señalar que ella se caracteriza por la confrontación de dos proyectos cuya línea divisoria la representan el miedo, el discurso que el principal problema existente en Colombia es la llamada amenaza terrorista, discurso que está representado en las candidaturas uribistas y el otro discurso que es el de la esperanza, la invocación que en la lucha política no todos los medios son legítimos y que en la persecución de la delincuencia o de la subversión armada se deben respetar procedimientos democráticos, al mismo tiempo que se reconoce la existencia de problemas relacionados con la pobreza, la necesidad de garantizar la educación como una oportunidad para todos y que se deben proteger los derechos humanos. Este discurso está representado por las candidaturas no uribistas principalmente de los Verdes y su candidato Antanas Mockus, Gustavo Petro y el Polo Democrático; Rafael Pardo y el Partido Liberal.
 
En el primer bloque se alinderan discursos que proponen, por ejemplo, el restablecimiento del fuero militar y la jurisdicción correspondiente al tiempo que se ofrece la creación de un fondo para brindar asistencia jurídica a los militares y policías investigados por la justicia, por acusaciones que tienen que ver con la violación flagrante de los derechos humanos de las víctimas. Para esta tendencia no existe el conflicto y no es posible retroceder en la confrontación militar contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, como del Ejército de Liberación Nacional, ELN. Además en el discurso más que en la práctica la política de seguridad, buscaría también la persecución a las bandas de narcotraficantes y las llamadas bandas emergentes, Bacrim, como esta tendencia uribista ha rebautizado a las bandas de paramilitares. Durante los últimos siete años y medio este discurso ha copado la agenda pública nacional y durante este mismo tiempo la agenda de la política pública se ocupó principalmente de esta problemática.
 
Lo novedoso de la coyuntura colombiana reciente es que al lado de este tema que sigue siendo impulsado por el Gobierno de Uribe y por sus candidatos, se cuela en la agenda pública, el tema de la legalidad democrática impulsado por la fuerza que en la reciente coyuntura ha tomado la ola verde y que ha encontrado descolocada a la coalición de Gobierno cuestionada por los recientes fallos judiciales- condenas y detenciones por cuenta de los nexos comprobados entre sectores políticos mayoritarios en la coalición de Gobierno- las chuzadas ilegales contra Jueces de las altas Cortes de Justicia -Corte Constitucional y Corte Suprema de Justicia- miembros de la oposición, periodistas y defensores de derechos humanos así como a líderes sociales y comunitarios. Lo que ha demostrado la Fiscalía y la Corte Suprema es que desde el Gobierno de Uribe se impulsaron un conjunto de prácticas ilegales violatorias de las libertades y garantías democráticas de los ciudadanos. Otro tanto se podría decir de la corrupción y el favorecimiento de intereses cercanos al Gobierno como el programa de Agro Ingreso Seguro y el asesinato de más de 2000 jóvenes acusados injustamente de pertenecer a la guerrilla o los grupos emergentes. Esta realidad se ha colado en la agenda pública y por fuerza los candidatos han tenido que referirse a esta problemática. Los verdes, amarillos y rojos coinciden en la condena a éstas prácticas mientras que los azules y naranjas, tratan de minimizar esta realidad puesto que ellos desde el gobierno han sido los directos responsables de éstas prácticas ilegales. En el caso de los llamados falsos positivos le cabe responsabilidad política al candidato Santos quien era ministro de Defensa cuando ocurrieron parte de estos asesinatos.
 
Lo novedoso de la coyuntura colombiana de hoy es que el candidato que va a la cabeza de las encuestas, Antanas Mockus, ha posicionado el tema de la legalidad democrática al lado de la llamada Seguridad Democrática. Esta situación ha afectado de manera profunda la campaña del principal heredero de Uribe, Juan Manuel Santos, que encabezó las encuestas hasta hace un par de semanas. Esta campaña cayó en algunas encuestas siete puntos y en otras ocho puntos. La reestructuración de dicha campaña está planteada sobre cuatro estrategias. Un primer punto es el de radicalizar y polarizar, para ello se trajo al venezolano Juan José Rendón experto en la llamada guerra sucia y quien ya había asesorado al Partido de la U en las elecciones del año 2006. Una segunda estrategia consiste en acentuar la cercanía de la campaña de Santos con Uribe lo que ya se refleja en la estrategia publicitaria y una tercera estrategia es la de buscar la coalición con el Partido Conservador y con Cambio Radical, para una segunda vuelta, pues, los esfuerzos para la primera no fructificaron. Una cuarta estrategia consiste en impulsar la presencia de la maquinaria desde el Gobierno y con todos los parlamentarios así como aceptar la adhesión del PIN con una parte de los herederos de la parapolítica. También aquí se impondrá la lógica de Uribe de aceptar “los voticos” sin mirar su origen. Al fin y al cabo el proyecto de Uribe mayoritariamente fue el proyecto político de los llamados parapolíticos.
 
La posibilidad de dicha coalición es muy probable. En primer término porque el desplome de la campaña de Noemí Sanín la dejara muy débil y allí con su probable derrota a cuestas se impondrá el apetito burocrático de la Junta de Parlamentarios y de la dirección conservadora que preferirá una coalición con Santos pues tienen mayor afinidad ideológica y política que con los Verdes de Antanas Mockus. Noemí Sanín tendrá que aceptar que ganó la consulta y quiso una política independiente en algunos aspectos, pero que no le alcanzó para la segunda vuelta. La realidad terminará imponiéndose.
 
En el otro bloque las cosas comienzan también a clarificarse aunque requieren aún cambios sobre todo en los verdes. Gustavo Petro quien de manera lúcida planteó desde su precampaña en el Polo Democrático que la principal tarea de dicho partido era lograr una coalición con otros sectores políticos para derrotar a la coalición uribista apoyada por las mafias y por el paramilitarismo. Con esta bandera ganó la consulta en el Polo Democrático. Pero encontró muchas dificultades al momento de tratar de mover el Partido Amarillo a la búsqueda de estos acuerdos. La caída del referendo reeleccionista descongeló la campaña y ante los errores del Polo Democrático tales como: la lucha fratricida en su seno, los obstáculos puestos por las mayorías burocráticas para caminar y aplicar la política ganadora en la consulta que los dejó en minoría, el resultado de las elecciones parlamentarias en que perdió dos curules en el Senado y cuatro curules en la Cámara de Representantes, todo ello, aunado al inmovilismo que generó esta larga disputa interna, a lo que habría que agregar la infame persecución a que fue sometido por el Gobierno de Uribe con las chuzadas a sus dirigentes, acusaciones falsas sobre nexos con las guerrillas, todo ello, logró que la candidatura de Petro no se convirtiera en el punto de encuentro de la Convergencia que el candidato había propuesto. También influyó la derechización del país y la cuenta de cobro a Petro por el uribismo que lo muestra como a un ex guerrillero sospechoso, todo ello condujo al resultado mencionado.
 
Ahora bien y como lo hemos señalado en otras oportunidades y queremos reiterarlo aquí, hay por lo menos cuatro asuntos de la problemática colombiana que son enarbolados por la campaña de los Verdes que nos parecen de la mayor importancia. En primer lugar la lucha por la legalidad democrática aún en la versión débil de Antanas Mockus que no distingue muy bien entre legalidad y legitimidad y que lo lleva a cometer errores como el de apoyar los decretos de la Emergencia Social sin plantearse que el contenido de esos decretos negaba el derecho fundamental a la salud de los colombianos. Días después de dicha afirmación la Corte Constitucional declaró inconstitucional toda la emergencia social y sólo salvo transitoriamente los recursos económicos pero ordenó que deberían ir a cubrir las deudas con los hospitales públicos y dedicarse a financiar al régimen subsidiado de salud. Pero aún así la invocación de la legalidad y la lucha contra el clientelismo son un paso adelante al retroceso en que nos deja el Gobierno de Uribe.
 
Un segundo tema tiene que ver con la lucha contra la corrupción y el eslogan que los dineros públicos son sagrados. También significa un avance para recuperar para la inversión pública los cuatro billones de pesos que se van por las alcantarillas de la corrupción cada año. Serán muchas obras las que se puedan realizar con estos recursos.
 
Un tercer tema tiene que ver con la inversión en educación. Un verdadero acierto fue responder a las insultos y señalamientos falsos, con el símbolo del lápiz empuñado por los verdes. Y en cuarto lugar su consigna que la vida es sagrada y que el fin de la política pública debe ser la preservación de la vida, el desarme de los civiles y demás temas relacionados con la cultura y la seguridad ciudadana más allá del la lucha contra las FARC y El ELN. En este aspecto el candidato Antanas Mockus ha señalado que mientras subsista el conflicto armado mantendrá el financiamiento de la guerra. Esta es una concesión innecesaria ante el ataque de sus adversarios que lo muestra como débil en la lucha contra las guerrillas y los paramilitares.
 
También hemos dicho que la debilidad de los verdes tiene que ver con su enrevesado discurso social, la falta de contundencia en una propuesta macroeconómica y de reforma fiscal que debe gravar a los que más ganan y a los que más tienen, su difuso discurso sobre el papel de las mafias, la problemática agraria, y en general, sobre un conjunto de temas como la necesidad de una reforma política que busque limpiar a la política de la influencia de los actores armados y del narcotráfico así como una propuesta real frente al problema de los cultivos ilícitos y la necesidad de una reforma agraria que permita la creación de una fuerte clase media rural como barrera a los cultivos de uso ilícito. En igual sentido Mockus y los Verdes no tienen una propuesta sobre el conflicto armado que brinde nuevas estrategias para superarlo. Tampoco proponen una política que enfrente la pobreza en la cual se encuentra el 46% de la población y frente a la indigencia en que viven más de 9 millones de colombianos.
 
Como dijimos, no obstante esta situación, el candidato de los amarillos Gustavo Petro, ha señalado que en la segunda vuelta debe haber una coalición entre los verdes y los amarillos. Y es verdad que en este escenario convendría que la izquierda democrática representada en el Polo tuviera un resultado decente en primera vuelta para ver si los temas que hemos señalado y que en buena cuenta son parte del programa de los amarillos puedan ingresar a un hipotético Gobierno de los verdes en una coalición con los amarillos y los rojos. También es deseable que lo que quede del Partido Liberal pueda ingresar al bloque Verde Amarillo y Rojo que podría ganar en una segunda vuelta. Por lo pronto sólo Petro ha declarado que quiere esa coalición. Ojalá en el Polo los sectores antropofágicos que son muy fuertes no se opongan a dicha política de coalición.
 
Bogotá Mayo de 2010
 
- Pedro Santana Rodríguez es Presidente Corporación Viva la Ciudadanía
 
Fuente: Semanario Virtual Caja de Herramientas Nº 205, Corporación Viva la Ciudadanía, www.vivalaciudadania.org
https://www.alainet.org/es/articulo/141318
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