Costos de la relación comercio-ambiente: crisis capital y génesis de una antinomia global

23/10/2008
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Con la reciente crisis financiera estadounidense se ha evidenciado una vez más y a escala global las contradicciones inherentes a la tesis del libre mercado y la supuesta mano invisible que la regula. Asimismo cuando se dice que el comercio tiene un efecto positivo sobre el ambiente, no obstante ser una tesis controversial. Y es que en efecto las posiciones difieren si se trata del alcance político de los países industrializados y de las grandes corporaciones transnacionales y organismos multilaterales, o de los países en desarrollo y la dinámica que por su lado siguen los movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil, que vienen denunciando y movilizándose activamente contra sus principales causas y efectos sistémicos: la mayor emisión de gases de efecto invernadero y el fenómeno del cambio climático, en tanto expresión de una crisis capital y génesis de una antinomia global si no se cambian las cosas. 

 

Relación comercio-ambiente y curva ambiental de kuznets1

 

Existen diferentes argumentos de discusión del estudio de la relación comercio-ambiente, por eso tomamos como referencia la hipótesis de la Curva Ambiental de Kuznets (CAK, CKA o EKC en inglés), porque no obstante el mayor consenso de investigaciones sobre las inconsistencias de su validez, su argumentación central sigue influyendo en el marco de las negociaciones internacionales, sobre todo las de libre comercio, basados en el siguiente argumento: “1) el libre comercio acelera el crecimiento económico, 2) el crecimiento económico lleva a un crecimiento de las demandas internas por mejoras ambientales; ergo, 3) el libre comercio lleva a un proceso de mejora del ambiente a través del desencadenamiento de factores internos positivos.”2

 

La hipótesis de la CAK supone que el comercio es un fin en si mismo a partir del cual se dinamiza el crecimiento económico de los países y luego de las mejoras ambientales a alcanzarse. Propone un marco explicativo de los mecanismos de negociación comercial global y del crecimiento económico de los países versus sus implicancias ambientales, tomando como referencia la medición de la emisión de algunos gases contaminantes a la atmósfera.

 

Caparrós (1996)3 refiere que los estudios previos de Grossman y Kruegger (1991)4 y del Banco Mundial (1992)5 se realizaron para resolver esta disyuntiva de cómo el libre comercio y el consiguiente aumento del crecimiento económico de un país resultan positivos desde su incidencia sobre el ambiente. Así, obtienen una primera respuesta con el enfoque del GATT (actual OMC) y del Banco Mundial, considerado un planteamiento de naturaleza empírica y que luego se conocería como la hipótesis de la CAK. En general la CAK sostiene que la contaminación ambiental aumenta con el crecimiento económico hasta cierto nivel de ingreso (límite) para luego descender: los países desarrollados que presentan mayores problemas ambientales debido a su alto nivel de industrialización, en la medida que sus niveles de ingreso se incrementen hacia ratios más altos, sus problemas ambientales disminuirán a largo plazo. Un comportamiento similar supone la CAK deberían seguir los países en desarrollo: si aceleran su proceso de industrialización y crecimiento económico, con el aumento de sus exportaciones y su inserción en el mercado global.

 

La hipótesis de la CAK fue enunciada -en 1993- por Panayotou6, a partir de estudios relativos a los efectos del crecimiento económico sobre indicadores ambientales como aire y tierra. Panayotou se basó en los estudios previos de Grossman y Kruegger, Banco Mundial y otros, quienes extrapolan la relación equidad/ingreso al campo ambiental a partir de la teoría formulada -en 1950- por Simón Kuznets (Premio Nóbel de economía), basado en su estudio de la evolución en la distribución del ingreso de los países a través de sus procesos de desarrollo. Kuznets se basó en la relación equidad/ingreso planteándola en forma de “U” invertida, según la cual midió conforme el progreso de un país se acelera (por el incremento del ingreso per capita) se deteriora el nivel de equidad (aumenta la inequidad en la distribución del ingreso) hasta un punto límite para luego este nivel de equidad mejorar conforme aumenta el ingreso. Panayotou realizó posteriores trabajos sobre el efecto del crecimiento en otros indicadores ambientales, basado en el hallazgo empírico de una relación de “U” invertida entre el ingreso económico y las emisiones o concentraciones de algunos gases contaminantes (SO2, NO2, Smog, etc.). 

 

Varios investigadores coinciden en señalar que la hipótesis de la CAK no es válida, porque sólo se cumple en el caso del dióxido de azufre (SO2) y del oxígeno disuelto en los ríos pero no así en el caso del dióxido de carbono (CO2), uno de los GEI más importantes, o en la emisión de desechos urbanos, cuyos niveles por el contrario se disparan con el incremento del nivel de ingreso. Saravia (2002)7, en su investigación para América Latina y el Caribe concluye que la CAK no es un argumento válido en la emisión de gases como CO2  y SO2, y que la desigualdad en la distribución del ingreso afecta el vínculo entre el nivel de ingreso per cápita y la calidad ambiental, siendo el principal factor negativo ambiental. Lo que evidencia que el PBI resulta un indicador insuficiente para estudiar los problemas ambientales, cuando el problema mayor en los países de la región es la distribución inequitativa del ingreso y la falta de políticas integrales en materia económica, social y ambiental.

 

Los críticos de la relación comercio-ambiente se basan en el argumento de que ocurre un fenómeno denominado “efecto desplazamiento”, que es perjudicial sobre todo para los países pobres del sur, donde mayormente existen débiles regulaciones ambientales, porque hacia ellos se desplazan las industrias altamente contaminantes de los países desarrollados del norte donde existen fuertes regulaciones ambientales (Gitli y Hernández, 2002)8. A esta tendencia se le conoce como la “Hipótesis de los refugios de contaminación”; es decir, cuando ocurre un fenómeno global por el que los países del sur son utilizados como basureros ambientales de los desechos tóxicos y las tecnologías contaminantes de los países del norte.

 

Al respecto si bien en general suponemos que el mayor desarrollo tecnológico y el intercambio comercial entre países debe promover procesos de transferencia norte-sur, y en esa medida acortar etapas en el progreso  tecnológico de los países menos desarrollados: en vista que las dinámicas de negociación comercial movilizan la inversión de capital y recursos financieros y demandan mayores capacidades y competencias en la gestión de procesos y productos de calidad para responder a las necesidades de inserción comercial global. Sin embargo también es cierto que existen condicionantes, porque no siempre se da un comportamiento lineal y ascendente en el progreso tecnológico de los países.

 

De hecho sabemos que no sólo se pueden trasladar tecnologías más sofisticadas del norte al sur, sino que también se pueden trasladar riesgos ambientales inherentes a las mismas (como ya se explicó ocurre con el “efecto desplazamiento” y la “hipótesis de los refugios de contaminación”). De otro lado, también hay que considerar el contexto de aplicación de las tecnologías a transferir: su grado de eficacia-eficiencia y de adaptabilidad a los países del sur (de condiciones ecogeográficas y culturales diferentes). El llamado progreso tecnológico para los países pobres del sur puede estar supeditado a una serie de variables y riesgos si acaso no se orientan políticas de regulación, planes estratégicos de inserción y control de estándares ambientales internacionales y nacionales para las tecnologías a introducirse en los diferentes sectores productivos. De lo contrario el proceso de transferencia tecnológica puede ser complejo, relativo e incluso inconveniente a nivel económico, social y ambiental para los países receptores.

 

Un ejemplo ocurre con el comercio mundial de agroquímicos (que son parte del paquete tecnológico de la “revolución verde”) y que desde la década de 1950 han sido promovidos por los países del norte para modernizar la agricultura de los países pobres del sur. Hoy en día los agroquímicos son comercializados a nivel mundial por las empresas transnacionales con una enorme rentabilidad. Sin embargo numerosos estudios confirman que varios de estos productos son extremadamente peligrosos (los más conocidos de la “Docena Sucia”) y aun así han sido promovidos y comercializados indiscriminadamente en los países del sur, bajo el supuesto de la modernización y transferencia tecnológica, cuando estos productos fueron prohibidos en sus países de origen. Otro ejemplo reciente es la gran controversia generada sobre los llamados Organismos Genéticamente Modificados (OGM) o también conocidos como cultivos transgénicos, que también vienen siendo promovidos comercialmente a escala global por las mismas transnacionales de agroquímicos, aún cuando también existen fuertes cuestionamientos al consumo de estos productos por sus serios riesgos ambientales y sanitarios.    

 

¿El nivel de ingreso tiene un efecto positivo sobre el ambiente?

 

Analizamos el denominado “ingreso límite” en que se basa la hipótesis de la CAK, porque es la variable que revierte la tendencia perniciosa del crecimiento económico sobre el ambiente: el ingreso maximiza la función de contaminación hasta un umbral determinado (llamado “ingreso límite” o punto de inflexión) a partir del cual los índices de contaminación comienzan a decrecer. Al respecto citamos dos interrogantes claves formuladas por Gitli y Hernández (2002) sobre la validez de la CAK: “En primer lugar, la mayor parte de la población del mundo vive todavía en la parte creciente de la CAK, por lo que la degradación ambiental continuará por bastante tiempo si esperamos hasta que el mecanismo del ingreso opere para tomar medidas más sistemáticas y coordinadas a nivel mundial. En segundo lugar, del análisis de la CAK no se puede desprender qué ocurrirá con aquellos daños ambientales que una vez hechos son imposibles de reparar (daños irreversibles) como la pérdida de biodiversidad. Por tanto puede que el precio que tengamos que pagar en términos ecológicos por esperar a que el crecimiento del ingreso solucione nuestros problemas ambientales sea demasiado alto.” 9

 

Con relación a la primera interrogante “que la mayoría en el mundo vive aún en la parte creciente de la CAK”, se puede especular sobre la situación real de los países industrializados: en lo que serían sus niveles de ingreso límite alcanzados con respecto al punto de descenso de la curva de contaminación. Aun suponiendo que algunos países estuvieran en un nivel descendente (lo que es muy poco probable) los niveles de contaminación alcanzados por los otros países industrializados del mismo hemisferio pueden ser diferentes (mayores o menores). Ahora bien si sólo nos enfocamos en la reducción de la emisión del CO2, uno de los GEI más importantes en el problema del calentamiento y cambio climático, resultará muy difícil (sino improbable) prever cuanto tiempo pasaría (quizá cientos de años) hasta que la curva de contaminación por este gas pudiese comenzar a descender progresivamente. Al respecto, por ejemplo, se sabe que Estados Unidos es uno de los pocos países en el mundo (de más o menos 141 países comprometidos) que hasta hoy se niega en forma sistemática a suscribir el Protocolo de Kyoto para la reducción en la emisión de GEI, siendo uno de los mayores responsables en producirlos (cerca del 30% de emisiones GEI al nivel mundial). Una explicación de ello es que por cierto priman los intereses económicos del gran capital industrial antes que los criterios ambientales, dificultando tener una visión más optimista al respecto.

 

Es evidente que los países industrializados del norte tienen la mayor responsabilidad en la emisión mundial de GEI, no obstante las regulaciones ambientales que poseen. Aún así presentan diferencias en el control de sus niveles de emisión de contaminantes versus sus niveles de ingreso. Además, un argumento contundente es que la CAK en definitiva no se ajusta al comportamiento de “U” invertida en la reducción del CO2 en los países industrializados versus el mayor crecimiento económico, si no al contrario.

 

En el caso de los países del sur, podemos suponer que aun cuando sus niveles de ingreso pudieran crecer (a un ritmo mucho más lento y variable) y supeditado a su nivel de especialización en la producción de bienes y del nivel de inserción que logren en el mercado internacional, así como de la estabilidad política con que cuenten. Este crecimiento sostenido del ingreso para que alcance su punto más alto –límite- hasta que la curva de contaminación comience a descender, en el proceso podría pasar mucho más tiempo; mientras tanto, los problemas de contaminación seguirán o se incrementarán (esto sin considerar que cuenten con estrictos marcos regulatorios ambientales, que es poco probable). Con mayor razón en el caso de países megadiversos como Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú y Brasil, mucho más vulnerables a estos problemas.

 

Con relación a la segunda interrogante “daños ambientales irreversibles”, suponiendo la validez de la CAK, podría haber impactos ambientales negativos de tal magnitud que como se ha mencionado pueden ser irreversibles (numerosos casos de pérdidas en recursos de biodiversidad son un claro ejemplo de ello). Así, tenemos recursos renovables cuya tasa de regeneración natural es mucho más lenta que su tasa de extracción, lo que en la práctica lo vuelve un recurso no renovable (por ejemplo bosques tropicales, suelo agrícola, ictiofauna, etc.). Con mayor razón si consideramos el desarrollo de actividades extractivas: el caso de minerales, petróleo y gas, cuyos procesos tecnológicos empleados para la extracción de estos recursos (aún si se aplicaran estudios de impacto ambiental, protocolos de monitoreo, planes de mitigación, etc.) pueden impactar negativamente en la capacidad de carga de los ecosistemas y afectar su grado de resiliencia y estabilidad e incluso afectarlos de forma irreversible. En estos casos ocurre que el costo por deterioro o pérdida del recurso natural o ecosistema es demasiado alto en la relación comercio-crecimiento-ambiente (aun cuando resulte una actividad altamente rentable), porque la afectación del capital natural no podría compensarse (mucho menos reponerse), sobre todo si reconocemos la urgencia de priorizar criterios de sostenibilidad ambiental global.  

 

Génesis de la antinomia global comercio-ambiente

 

Hemos señalado que a pesar de las inconsistencias de la hipótesis de la CAK, en medio de la actual crisis del capitalismo y de la crisis ambiental global, su argumento parece persistir en la lógica de los organismos multilaterales y los gobiernos de los países industrializados del norte, en sus políticas económicas y mecanismos de negociación comercial con los países del sur, y en las implicancias que sin duda se desprenden en la mayor emisión de GEI y en el fenómeno del cambio climático, además de los problemas de mayor pobreza, inequidad social y vulnerabilidad ambiental.

 

Al indagar sobre las causas generadoras en la aceleración de los desequilibrios ambientales a nivel global, más allá de los sectores neoliberales interesados en desconocerlo o minimizarlo, se ha encontrado mayor evidencia de la relación directa que existe entre el calentamiento y cambio climático y el aumento de las emisiones GEI provocados por el modelo de desarrollo económico-comercial  de las sociedades de los países industrializadas y en desarrollo.

 

Reportes especializados advierten que el nivel de emisiones de dióxido de carbono (CO2), Metano (CH4), óxidos de nitrógeno (N2O) y otros contaminantes ha aumentado en los últimos siglos. El informe de Oxfam Internacional (2008)10 sobre el problema del cambio climático así lo confirma, y por ello propone la necesidad de incorporar un enfoque de derechos humanos, porque las emisiones contaminantes de carbono de los países desarrollados del norte han aumentado y violan los derechos de millones de personas, sobre todo de los países más pobres. Países como Estados Unidos, Canadá, Europa Occidental, Australia y Japón, de los 23 países más ricos del mundo que concentran el 23% de la población mundial, han producido el 60% de las emisiones globales de carbono desde 1850 y hoy siguen produciendo el 40% de las emisiones anuales de carbono. Y no obstante estos países haberse comprometido a reducir sus emisiones anuales a los niveles de 1990, sus emisiones al 2005 lejos de reducirse han incrementado en más del 10%. Lo que evidencia la responsabilidad diferenciada de los países al norte y sur, y su muy poca voluntad política para revertir este grave problema, como si se tratase de una antinomia global, y menos de asumir acuerdos concretos para eliminar las asimetrías e inequidades del escenario global de libre mercado.

 

Es evidente que urge un cambio en el paradigma de desarrollo actual y en las políticas globales y regionales, reconociendo al comercio y crecimiento económico como medidas complementarias a las de redistribución e inclusión social, y apostando por el fin mayor del desarrollo humano sostenible.  

 

- Walter Chamochumbi es Mag. Ing. Agrónomo, Consultor en Gestión Ambiental y Desarrollo

 



1 Extraído de “Comercio internacional y medio ambiente: alcances de la controversia sobre la hipótesis de la Curva Ambiental de Kuznets y sus implicancias al Norte y al Sur”, artículo de Walter Chamochumbi, 2005, publicado en  Ambiente y Sociedad (http://www.EcoPortal.net), 10 p.

2 Cita de Cfr. Zoellick, R., 2002: 12, en Eduardo Gitli  y Greivin Hernández (2002)…“La existencia de la Curva de Kuznets Ambiental (CKA) y su impacto sobre las negociaciones internacionales”. Serie Doc. de Trabajo 009-2002, CINPE (Centro Internacional de Política Económica para el Desarrollo Sostenible), Costa Rica, 30 p.

3 Alejandro Caparrós G. (1996)…”Algunos aspectos de la relación entre el comercio y el medio ambiente”, Documento de Trabajo de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, Prof. Javier Oyarzun. Curso de Doctorado 1995-1996, Departamento Economía Internacional y Desarrollo, Universidad Complutense Madrid, 35 p.

4 Grossman G.M. and Kruegger, A.B (1991), citados por Gitli y Hernández (2002) y Caparrós G., A. (1996).

5 Saravia L., A. (2002), en p. 3., reseña que el interés surge con la publicación del World Development Report 1992 del Banco Mundial, titulado”Desarrollo y Medio Ambiente”.No obstante, según Gitli y Hernández (2002), en p.3.,  en estos primeros estudios del Banco Mundial no aparece aún la referencia específica de la Curva de Kuznets Ambiental, sino hasta 1993 con Panayotou.

6 Citado por Gitli, E. y Hernández, G.(2002), Ibíd.,p.1

7  Alejandra Saravia L. (2002)…“la curva medio ambiental de Kuznets para América Latina y el Caribe”, Documentos de Reflexión Académica, Universidad Mayor de San Simón/Facultad de Ciencias Económicas, Programa de Cofinanciación para la Cooperación en la Enseñanza Superior (MHO), PROMEC, Nº 23, Junio, Cochabamba, 31 p.

8  Ibíd.

9 Op cit de Gitli, E. y Hernández, G. (2002), Ibíd., p.16.

10 “Abusos Climáticos y Derechos Humanos: las personas en el centro de las políticas sobre cambio climático”, Informe de Oxfam Internacional (2008), 43 p. (//www.oxfam.org/es/policy/abusos-climaticos-y-derechos-humanos)

https://www.alainet.org/es/articulo/130477
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