La Unión Europea expulsará 8 millones de inmigrantes

24/05/2008
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Son las ocho pm. El sol es radiante en Madrid. Mientras camino por una de sus calles “modernas”, un grupo de personas con sus bolsos en mano huyen despavoridas en diferentes direcciones porque se aproxima la policía. No son delincuentes. Son inmigrantes indocumentados que se dedican al comercio informal. Están desempleados porque la burbuja del sector de la construcción inmobiliaria en la que trabajaban se ha desinflado y con él también la economía española.

Mientras observo con impotencia esta dura rutina diaria, los 27 gobiernos nacionales de la Unión Europea (UE), el 15 de mayo pasado, en Bruselas, acordaron una política concertada para expulsar a los inmigrantes indocumentados. Si la derecha conservadora sigue imponiéndose en la UE, en los próximos meses serán expulsados cerca de 8 millones de inmigrantes extracomunitarios indocumentados de toda la UE.

Lo que más indigna no es el hecho de la expulsión, sino el cómo se les va a expulsar. Si en Europa el inmigrante ya es de por sí un anónimo útil, pero despreciado; ahora, muchos inmigrantes, por su condición de indocumentados, pasarán a ser delincuentes. Sólo indico algunos puntos del último acuerdo de la UE:

Los inmigrantes indocumentados serán detenidos en los centros de retención para inmigrantes (son cerca de 170 centros en toda la UE, la gran mayoría en condiciones inhumanas). Permanecerán encerrados en dichos “centros” entre 6 a 18 meses. Muchos de estos “centros” son peores que las cárceles que conocemos en el Sur. En este período los detenidos serán expulsados a sus países de origen.

Hasta ahora en España sólo los jueces podían dar las órdenes de detención y los encierros no podían ser más de 40 días. Según el último acuerdo de la UE, hasta los administrativos podrán ordenar la detención de los inmigrantes indocumentados.

En España, los menores no acompañados son tutelados por las comunidades y atendidos en centros de régimen abierto. Según el acuerdo de la UE, a los menores no acompañados se les deberá proporcionar "en la medida de lo posible" los medios y tratamiento correspondientes a su edad. Italia y Francia están promoviendo la expulsión sin más de menores sin acompañamiento con edades entre 12 a 18 años.

Esta criminalización de inmigrantes en un continente cuya historia está hecha por la inmigración, tiene varias posibles explicaciones.

Una de ellas es que la cuna de la “civilización” y de la democracia está siendo monitoreada por los sectores nacionalistas más conservadores de Italia y Francia. En el Parlamento italiano existe un conjunto de proyectos de leyes que criminalizan al inmigrante indocumentado con penas de 4 a 6 años de cárcel. A los italianos que acojan o alquilen sus casas a los indocumentados también se les castigarían con cárcel. La Liga del Norte italiano y el Frente Nacional francés están marcando el ritmo de la casería de inmigrantes en Europa. En la Italia de Berlusconi sus políticos son incapaces de diferenciar a los inmigrantes rumanos de los perros.

Otra explicación es, los políticos ante una crisis económica siempre buscan chivos expiatorios. Antes fueron los gitanos. Ahora son los inmigrantes. Pero lo que “olvidan” estos políticos europeos es que la economía de sus países envejecidos se mantiene gracias a los inmigrantes trabajadores con costo cero para estos estados. ¿Quién alimentó y educó a los inmigrantes que ahora sostienen la Seguridad Social con sus cotizaciones? ¿Los estados europeos? No. Los inmigrantes llegaron a Europa crecidos, formados y fuertes. Listos para trabajar. En España el año pasado los inmigrantes aportaron a la Seguridad Social 9 mil millones de euros. Buena parte de este dinero va a los bolsillos de los 7 millones y medio de pensionistas españoles. Sin embargo, estos viejitos son quienes despotrican también contra los inmigrantes.

Una tercera explicación es la tragedia de la identidad de la “civilización”. Europa para autoafirmase siempre aniquiló al diferente. El otro diferente siempre ha sido visto como un obstáculo para el “desarrollo” europeo. La historia de este continente está escrita de dramáticas alterfobias. Por ello, ahora, en momentos de crisis, los discursos de “no cabemos todos en el barco”, “contrato cultural a los inmigrantes para que renuncien a su cultura” tienen resonancia en sectores de la sociedad que temen a la “invasión silenciosa” del Sur.

Frente a esta insensible política migratoria de la UE, debemos exigir el cumplimiento del derecho humano fundamental a la libre transitabilidad internacional. Debemos visibilizar los aportes económicos, políticos, culturales y espirituales con los que los inmigrantes revitalizan a Europa. Urge recordar que existen inmigrantes en el Norte enriquecido porque hay un Sur empobrecido y saqueado por las conquistas y las reglas injustas del comercio internacional de materias primas. Los gobiernos del Sur deben exigir a sus similares del Norte un trato digno para todos sus ciudadanos. Sólo para dar un ejemplo, el 8.7% del PIB del Estado boliviano proviene de las remesas del exterior. En España hay cerca de 350 mil bolviano/as, de los cuales sólo 70 mil tiene documentación en regla. Lo que le ocurra a los bolivianos en el exterior afectará a la economía boliviana.

Como ciudadanos planetarios, todavía estamos a tiempo para frenar los atisbos de totalitarismos etnocéntricos. Si ahora son los inmigrantes indocumentados, mañana podrías ser tú. Hagamos que el poético lamento de Martín Nimoller no vuelva a repetirse: “Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".

- Jubenal Quispe es periodista quechua boliviano.
https://www.alainet.org/es/articulo/127692
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