El académico mexicano regalón de políticos y medios chilenos

Los “claroscuros” de Jorge Castañeda

11/02/2008
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  • Opinión
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Ciudad de México
Santiago de Chile


  • Señalado como “agente de la CIA”, ahora lo indican como supuesto colaborador de la Inteligencia cubana.
  • Tuvo vínculos con la guerrilla centroamericana, el MIR de Chile y el PC de Cuba; luego giró y se convirtió en canciller del derechista gobierno de Fox.
  • Recurrente en páginas de “La Tercera” y “El Mercurio” y cercano a los socialistas chilenos.

Hace unos días el diario mexicano “El Universal” reveló información que acreditaría como supuesto colaborador de la Inteligencia cubana al académico mexicano Jorge Castañeda Gutman, de recurrente presencia en medios chilenos y cercanos vínculos con socialistas de este país.

La noticia indicó que Castañeda fue reclutado por la Dirección General de Inteligencia de Cuba para que entregara información (entre 1978 y 1985) sobre el gobierno del entonces presidente José López Portillo y sobre las actividades de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, que en esos años estaba a cargo, nada más y nada menos, que de su padre, el prestigiado diplomático Jorge Castañeda Álvarez de la Rosa.

A pesar de que la información provino de archivos de la desprestigiada y desarticulada Dirección Federal de Seguridad de México (unidad responsable de asesinatos y desapariciones de opositores, periodistas y demócratas mexicanos) y contiene inexactitudes como mencionar que la Dirección de Inteligencia pertenece al Partido Comunista de Cuba cuando se trata de un órgano del Ministerio del Interior, causó revuelo esta posible faceta del intelectual.

Castañeda, de acuerdo al informe de “El Universal”, habría aportado datos al gobierno cubano sobre la política exterior mexicana y habría ayudado a organizaciones “subversivas” de América Latina, principalmente de Guatemala y Chile.

Castañeda recurrió a su amigo Sergio Sarmiento -un comentarista de derecha- y al conservador diario “El Nuevo Herald” para desacreditar la nota, aunque terminó reconociendo que colaboró con su padre y con López Portillo. “Todo eso que hacía -manifestó- no sólo lo hacía con el pleno conocimiento de mi padre, que era el secretario de Relaciones Exteriores, sino del Presidente López Portillo, quien estaba perfectamente enterado del papel que yo desempeñaba”.

No fue la primera vez que el académico mexicano -licenciado en Economía en la Universidad de Princeton y con doctorado en Historia Económica en París- se vio envuelto en este tipo de informaciones. El año 2000, el periodista mexicano Raymundo Riva Palacio publicó que en su juventud, Castañeda Gutman fue agente de la Central de Inteligencia Americana (CIA) de Estados Unidos.

Sobre esas situaciones, hasta hoy, no hay desmentido ni de La Habana ni de Washington.

Inicios revolucionarios


Comprobado está que en los setenta, Jorge Castañeda ingresó al Partido Comunista Mexicano y se convirtió en colaborador de guerrillas centroamericanas (Frente Sandinista de Liberación Nacional, Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional y Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca), mantuvo lazos con dirigentes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) de Chile y del Partido Comunista de Cuba.

Compartía el ideario revolucionario y estaba dispuesto a militar junto a esas fuerzas.

Ser hijo del Canciller mexicano, tener “llegada” al Presidente, contar con amistades en círculos intelectuales y políticos de México y Francia (como Regis Debray), hacer aportes intelectuales y participar en “tareas conspirativas”, le otorgó un lugar privilegiado en círculos de izquierda en los años setenta. Se movía entre “comandantes”, militantes conspiradores, dirigentes guerrilleros y diseños de políticas.

Precisamente de esos tiempos son las fotos que el diario cubano “Granma” publicó y que el diario mexicano “Reforma” reprodujo, en que Castañeda aparece vestido de uniforme militar, disparando un fusil ametralladora AK-47, en un campo de tiro o de entrenamiento en la isla. La versión periodística señaló que el académico “llegó a recibir entrenamiento militar para apoyar a movimientos guerrilleros en Centroamérica”.

Una fuente cubana consultada por Anchi en Ciudad de México explicó que “en aquellos años era uno más de los jóvenes intelectuales que ayudaba a la revolución latinoamericana y sin duda llamaba la atención porque era hijo del Canciller mexicano, pero era uno más”.

Es sabido que dirigentes de organizaciones político-militares latinoamericanas conocieron, trabajaron y compartieron momentos privados con este personaje, pero prefieren no hablar de ello, al menos en público.

El giro

A fines de los ochenta ya era un rumor extendido en los ámbitos de la izquierda que “El Güero” -como se conoce a Castañeda- había expresado duras divergencias y se distanciaba de sus antiguas amistades políticas de izquierda, incluidos los cubanos.

Alrededor de 1987 se acercó a la centroizquierda mexicana y a sectores socialdemócratas chilenos y se convirtió en asesor del candidato presidencial de México Cuauhtémoc Cárdenas. Una periodista mexicana comentó a Anchi que “él ya no creía en la vía armada y se alejó de Cuba y de los grupos guerrilleros, aunque le gustaba hacer ostentación de esas relaciones. Optó por Cárdenas, entre otras cosas, con la intención de ser parte de su gobierno, si ganaba”.

Pero Cárdenas sufrió el revés del mayor fraude electoral en la historia contemporánea mexicana y Castañeda terminó por romper con él.

Y siguió con su viraje político. Así, llegó a convertirse en hombre cercano al empresario Vicente Fox, entonces Gobernador de Guanajuato y representante de una corriente “renovadora” dentro del derechista Partido Acción Nacional (PAN).

Castañeda se acercó al emergente líder conservador con varias ideas, entre ellas, imitar el proyecto de la Concertación por la Democracia chilena (que incluía a socialistas, socialdemócratas y demócratacristianos) para “derrotar definitivamente al PRI” -que llevaba más de 70 años en el poder- e instalar un gobierno de centro. Lo malo para él fue que la tesis topó con el rechazo de la mayoría del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y de sus dos principales líderes: Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador.

En esos intentos, el académico llegó a conseguir que Fox participara en reuniones con representantes de la izquierda y de la socialdemocracia latinoamericana, como la que se hizo en la costa chilena a mediados de los noventa, donde el dirigente del PAN convivió durante dos días con Lula Da Silva y Ricardo Lagos, entre otros. Castañeda le dijo a un periodista que “nosotros pensamos que, sobre todo en materia internacional y regional, el ser progresista o de izquierda no significa abrazar todas las causas antiamericanas (quiso decir antiestadounidenses. Nota de Anchi), ni descartar todas aquellas en las que Estados Unidos puede ser un aliado”.

Al final el intento de “concertacionar” el escenario político mexicano terminó en un fracaso. Eso no evitó que Fox lo mantuviera en alta estima personal e intelectual y al ganar la elección presidencial lo nombró Secretario de Relaciones Exteriores de la nueva administración derechista. Ahí probablemente se consagró su fama de “camaleón” como la definió un periódico, dejando atrás sus tiempos de militante de izquierda, para convertirse en representante de políticas conservadoras.

Junto a eso, hubo dos episodios literarios que terminaron por ubicar a Castañeda en la vereda ideológica y política conservadora. La publicación de sus libros “La Utopía Desarmada” y “Vida en Rojo, una biografía del Che Guevara” donde cuestionó ácida, dura y explícitamente a la izquierda latinoamericana y sus proyectos armados.

El primer libro no sólo causó molestia en las fuerzas de izquierda por sus planteamientos, sino por el manejo de información, antecedentes y documentación que habría obtenido cuando era parte de esos grupos y tenía acceso a asuntos “confidenciales”. Quizá por ello, cuando salió “La Utopía Desarmada” un destacado dirigente cubano comentó: “Eso no es una investigación, eso es una delación”.

El académico cubano Luis Suárez Salazar remató en una entrevista aseverando que Castañeda tenía “rasgos de intelectual deleznable y poco ético” y se caracterizaba por mover la verdad “en claroscuros”.

Jorge Castañeda había terminado sus días junto a la izquierda mexicana y latinoamericana. Incluso como Canciller de Fox dejó clara su nueva posición en decisiones que tomó en cuanto a Cuba: Durante su gestión, fue la primera vez que México votó contra Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas; incitó el ingreso ilegal de ciudadanos cubanos a la Embajada de México en La Habana; y promovió ante Fox la salida rápida del presidente Fidel Castro de una cumbre de jefes de Estado en la ciudad de Monterrey.

Los chilenos

En una de sus columnas de opinión, el periodista Andrés Oppenheimer definió a “El Güero” como “un ex militante de izquierda que tiene buenos amigos en el gobierno centro-izquierdista de Chile”.

De acuerdo a archivos de prensa, notas periodísticas y testimonios, entre los “buenos amigos” de Castañeda se cuentan el ex presidente Ricardo Lagos, lo senadores Carlos Ominami y Jaime Gazmuri, el diputado Marco Enríquez-Ominami, el actual secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) José Miguel Insulza y los embajadores de Chile en Argentina y Colombia, Luis Maira y Gabriel Gaspar. Todos militantes del Partido Socialista.

Con ellos, en su momento, compartió la tesis “concertacionista” al punto de querer aplicarla en México y todo el diseño de “una alternativa” al neoliberalismo desde una mirada socialdemócrata. De ahí que junto a ellos organizó, promovió y participó en reuniones en varias capitales latinoamericanas que contaron con la presencia de políticos y académicos como Dante Caputo, Ciro Gomes, Lula Da Silva y Roberto Mangabeira, todos ligados a una idea de proyección y amalgama regional en pos de alentar políticas socialdemócratas a nivel de Estado. De una de sus juntas salió el llamado “consenso de Buenos Aires” que al final no prosperó del todo.

Eran los tiempos en que el académico escribió cosas como: “Es cierto que Vicente Fox no es un político de izquierda, pero ha asumido posiciones en materia económica y social, así como en política internacional, que le permiten a este autor, y les permitirían a muchos pensadores y activistas de izquierda en América Latina, acercarse a él sin abdicar de sus convicciones, de sus escritos o de sus afinidades”. Con quien pudo transitar por esos caminos se cuenta a Ricardo Lagos que compartió muchas de las tesis de Castañeda y, en efecto, mantuvo una estrecha relación con el entonces presidente Fox.

“El Güero” visitó decenas de veces Chile para efectuar aquellas reuniones de reflexión, pero su influencia y amistad incluyó también el ser invitado estelar de la entidad “Chile 21” (ligada a los socialistas) para exponer sobre “la situación internacional” y aparecer en la revista “Foro” de esa institución. En “Chile 21” es considerado “un intelectual capaz” y se recurre a él como expositor y analista.

Siendo Canciller designado, aun sin asumir, fue participante destacado en una charla en el Museo Nacional de Antropología de México una noche que exponía José Miguel Insulza. Fue también un invitado especial a la presentación del libro “Animales Políticos, diálogos filiales” de Ominami y Enríquez-Ominami, donde el académico mexicano hizo ostentación de su perfil mediático y ligazón con la clase política chilena.

Otro vértice de la conexión chilena de Castañeda son los medios de comunicación conservadores. Fueron recurrentes sus artículos y entrevistas en “La Tercera”, “El Mercurio” y revista “Qué Pasa” -cuyas líneas editoriales coinciden con las posiciones del académico- convertido en una especie de intelectual mediático. Esta línea él la potenció al convertirse en columnista habitual y bien pagado de “Reforma” (México), “El País” (España), “Los Angeles Times” y “Newsweek” (Estados Unidos).

El ejemplo más evidente del espacio que goza en la prensa conservadora de Chile fueron los materiales donde Castañeda “analizó” la situación chilena y emitió juicios y opiniones sobre la presidenta Michelle Bachelet y lo que Chile debería o no hacer en materia de política exterior.

Se sabe que al interior de la Cancillería chilena y de círculos del oficialismo hay altos funcionarios que le otorgan una gran importancia a los escritos de este académico liberal.

Esfuerzo de vigencia

Probablemente algunos diarios y amigos políticos vuelvan a requerir de los servicios de “El Güero” porque ahora encontró otra veta para seguir vigente en el escenario político.

Hace un tiempo quiso ser candidato del PAN a la jefatura de gobierno de la capital mexicana, lo cual le fue negado. Pero no se quedó en la frustración.

Y llegó al límite de su matizado periplo político: se autoproclamó candidato a la presidencia de México. Como no contó con apoyo de partidos políticos, fuerzas sociales o antiguos círculos, optó por “una candidatura independiente” para llegar a Los Pinos. Partió con su consigna de “ideas del cambio”, lanzó un vistoso video y comenzó a recorrer el país (muchos articulistas mexicanos no dejaron de preguntarse de dónde salió el financiamiento), hasta que se topó con el Instituto Federal Electoral (IFE) de México que declaró fuera de las normas legales ese tipo de postulación.

Las elecciones se efectuaron, sin Castañeda, pero él no se quedó quieto y recurrió a la Corte Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, para denunciar al Estado mexicano por su exclusión de la lista de candidatos. Hay indicios de que podrían darle la razón. Sea o no así, la sola resolución de la Corte con toda seguridad volverá a poner sobre el tapete a este académico de elegante vestir y extendidos conectes en toda la región.

Fuente: Agencia de Noticias de Chile (ANCHI)
http://www.anchi.cl
https://www.alainet.org/es/articulo/125619
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