La manipulación ideológica, instrumento del imperialismo
21/10/2007
- Opinión
Francis Fukuyama, con la fábula de “El fin del mundo y el último hombre”, pretendió engatusarnos o hacernos creer que con el neoliberalismo salvaje la humanidad había alcanzado el punto más allá del cual no hay desarrollo posible.
Con motivo de los 400 años de la publicación de “El Quijote”, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española (22 academias en total, la cubana incluida) realizaron una edición Cuatricentenaria y encomendaron el prólogo al escritor español Mario Vargas Llosa, antiguo ciudadano peruano, hoy renegado de su peruanidad. “Una novela para el siglo XXI”, se titula el prólogo en el cual encontramos dominio del idioma y maestría en la narración, méritos no suficientes para inclinar a las Academias a honrar a Vargas Llosa, con la prolongación de la edición.
La verdadera razón estriba en que Vargas Llosa hace el descubrimiento de que el “Ingenioso Hidalgo”, fundamenta la existencia de la libertad en la tenencia de la propiedad privada.
“Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo”, dice Don Quijote, y de allí el escritor deduce que la libertad requiere un mínimo de prosperidad para ser real. Por lo tanto, el fundamento de la libertad es la propiedad privada.
Se pasa por las armas de su bellaquería el discurso del Quijote sobre la edad de oro: “dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quienes los antiguos pusieron nombres de dorados, no porque en ellos el oro, que en ésta nuestra edad de hierro tanto se estima se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga, sino por que entonces lo que en ellos vivían, ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío”.
Se le olvidó al ex –peruano, lo dicho por el caballero de la triste figura: “El que se gana el pan con su labor lo disfruta gozoso y libre y lo comparte con sus compañeros sin tuyo y mío”. Se le pasó por alto al prologuista, que el “Ingenioso Hidalgo” había sido hasta los 50 años, el pequeño propietario Alonzo Quijano en un lugar de la Mancha y que un buen día, movido por su locura, salió de casa no en busca de riquezas sino a corregir agravios y deshacer entuertos.
La propiedad privada, al contrario de lo que lo que afirma Vargas Llosa, conculca la libertad de quienes no tienen nada y obliga a éstos a agradecer a quien les regala el pan que se comen, o les da oportunidad de ganarse el pan de comer. Pero además, “las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recibidas son ataduras que no dejan campear el ánimo libre”.
Mercedes y favores que pródigamente reciben Fukuyama y Vargas Llosa, de sus amos imperialistas a los que deben el pan que se comen y para quienes deben inventar fábulas insulsas y llevarlas por el mundo con caradurismo y sin vergüenza.
Vivimos un cambio de época, como dice el Presidente Ecuatoriano Rafael Correa, y en esta época el capitalismo salvaje será sustituido por el socialismo del siglo XXI, donde la libertad será el tesoro de cada quien, y el Quijote seguirá siendo novela de cabecera de miles de millones, sin prologuista como Vargas Llosa, porque las Academias de la Lengua dejarán de ser Reales para ser Populares y estarán muy pendientes de lo que se hace en ellas para impedir que a las grandes masas de lectores se les manipule con chapucerías ideológicas.
Edgar Rubio Palencia
Médico-Barinas
Con motivo de los 400 años de la publicación de “El Quijote”, la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española (22 academias en total, la cubana incluida) realizaron una edición Cuatricentenaria y encomendaron el prólogo al escritor español Mario Vargas Llosa, antiguo ciudadano peruano, hoy renegado de su peruanidad. “Una novela para el siglo XXI”, se titula el prólogo en el cual encontramos dominio del idioma y maestría en la narración, méritos no suficientes para inclinar a las Academias a honrar a Vargas Llosa, con la prolongación de la edición.
La verdadera razón estriba en que Vargas Llosa hace el descubrimiento de que el “Ingenioso Hidalgo”, fundamenta la existencia de la libertad en la tenencia de la propiedad privada.
“Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo”, dice Don Quijote, y de allí el escritor deduce que la libertad requiere un mínimo de prosperidad para ser real. Por lo tanto, el fundamento de la libertad es la propiedad privada.
Se pasa por las armas de su bellaquería el discurso del Quijote sobre la edad de oro: “dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quienes los antiguos pusieron nombres de dorados, no porque en ellos el oro, que en ésta nuestra edad de hierro tanto se estima se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga, sino por que entonces lo que en ellos vivían, ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío”.
Se le olvidó al ex –peruano, lo dicho por el caballero de la triste figura: “El que se gana el pan con su labor lo disfruta gozoso y libre y lo comparte con sus compañeros sin tuyo y mío”. Se le pasó por alto al prologuista, que el “Ingenioso Hidalgo” había sido hasta los 50 años, el pequeño propietario Alonzo Quijano en un lugar de la Mancha y que un buen día, movido por su locura, salió de casa no en busca de riquezas sino a corregir agravios y deshacer entuertos.
La propiedad privada, al contrario de lo que lo que afirma Vargas Llosa, conculca la libertad de quienes no tienen nada y obliga a éstos a agradecer a quien les regala el pan que se comen, o les da oportunidad de ganarse el pan de comer. Pero además, “las obligaciones de las recompensas de los beneficios y mercedes recibidas son ataduras que no dejan campear el ánimo libre”.
Mercedes y favores que pródigamente reciben Fukuyama y Vargas Llosa, de sus amos imperialistas a los que deben el pan que se comen y para quienes deben inventar fábulas insulsas y llevarlas por el mundo con caradurismo y sin vergüenza.
Vivimos un cambio de época, como dice el Presidente Ecuatoriano Rafael Correa, y en esta época el capitalismo salvaje será sustituido por el socialismo del siglo XXI, donde la libertad será el tesoro de cada quien, y el Quijote seguirá siendo novela de cabecera de miles de millones, sin prologuista como Vargas Llosa, porque las Academias de la Lengua dejarán de ser Reales para ser Populares y estarán muy pendientes de lo que se hace en ellas para impedir que a las grandes masas de lectores se les manipule con chapucerías ideológicas.
Edgar Rubio Palencia
Médico-Barinas
https://www.alainet.org/es/articulo/123850?language=es
Del mismo autor
Clasificado en
Clasificado en:
