El ventrílocuo y la dama

21/06/2007
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Mauricio Macri habla poco, o no habla, o deja que hablen por él. Pero se muestra. Hizo toda su campaña casi adosado a su candidata a vicejefa de gobierno, Gabriela Michetti. Ningún otro candidato ni candidata se mostró tanto junto a su segundo/a, que en este caso tiene un perfil particular: mujer y discapacitada.

 Ya veo los ceños fruncidos después de haber leído “mujer y discapacitada”. Pero analicemos antes de que me censuren: qué mejor imagen para un hombre que decidió no hablar que mostrarse llevando de la mano a una mujer que no puede caminar, haciéndole de lazarillo, operando como ventrílocuo: él calla, ella dice. Esa sola imagen le debe haber reportado unos cuantos votos, ojalá alguna consultora hubiera hecho público el rédito político para el empresario de haber elegido a esta mujer como compañera de fórmula. Seguro que quienes trabajan para Macri hicieron el sondeo, pero nosotr@s, ciudadanos y ciudadanas, no nos enteramos. Sólo fuimos espectadores de una jugada magistral.
 
No estamos acá juzgando los méritos y cualidades políticas de Gabriela Michetti, que indudablemente los tiene porque antes de ser candidata a vicejefa de gobierno ya era titular de la bancada del PRO en la Legislatura, y antes de eso ocupó cargos importantes en el Ministerio de Economía. Pero no seamos tan ingenuos de imaginar a Macri, a un empresario cuya familia supo sacar provecho de cuanta coyuntura política hubo en el país para enriquecerse, de no haber estudiado con detenimiento su movida. En un momento en que los derechos de las mujeres, y también de minorías como los y las discapacitadas, son temas insoslayables en una campaña política, el hombre eligió a una mujer cuya imagen transmite ese mensaje que tanto gusta al pensamiento liberal: una persona es capaz de triunfar más allá del contexto dificultoso del que parta para ello. Michetti es mujer y discapacitada, una dupla de marginación difícil de remontar, y sin embargo lo logró. Eso quiere decir, entre otras cosas, que no hacen falta programas sociales ni políticas públicas que protejan los derechos de las y los diversos/as ni caídos en desgracia, porque el mérito propio puede trasponer cualquier escenario dificultoso.
 
Pero esa imagen transmite también otros mensajes. Todos pensados para el gran público, el que no lee entre líneas, el que vota imágenes, al que no le importa si un candidato no define qué gestión llevará a cabo ni qué políticas implementará, y que es la mayoría del electorado.
 
Esa imagen de Michetti dice que es mujer; que tuvo una vida dura por su discapacidad, pero que lo superó porque se la ve radiante en las fotos; que es moderna porque usa el pelo largo, no se alisa los rulos, y muchas veces coloca el cabello de costado, cayendo sobre uno de sus hombros, muy sexy (lo cual habla muy bien de ella ya que habría superado una vez más las limitaciones de su discapacidad); que es una buena pareja política de Macri, su perfecto contrapeso (mujer cálida y espontánea versus hombre parco, aunque presuntamente eficiente); y hasta podría incluso fantasearse con una pareja en la vida personal sino se conociera la afición a la perfección física del candidato rastreando el fisic du rol de sus compañeras de vida, sobre todo Isabel Menditeguy. Y justamente por ser una mujer moderna que sabe vencer desafíos y obstáculos podría esperarse de ella una interesante gestión en materia de política de género.
 
Error. Acá es dónde todo se deshace frente a las evidencias. Para quien le guste leer entre líneas, o simplemente leer, buscar notas viejas y nuevas, leerá y escuchará que Gabriela Michetti tiene ideas muy vagas sobre los temas de género. En la nota Candidatas 2007: Políticas en clave de género, publicada en Artemisa Noticias el 30 de mayo (http://www.artemisanoticias.com.ar/site/notas.asp?id=1&idnota=4342   ) la periodista dice: “Sobre la agenda de género, la legisladora (Michetti) señaló que se trabaja especialmente en la prevención de violencia familiar. (…) comentó que ‘cuando pensamos en las políticas sociales tenemos muy en cuenta la contención de las mujeres. Inclusive impulsamos una Ley de Violencia Familiar’. Michetti reflexionó además que ‘las mujeres que tenemos el privilegio de ocupar lugares de decisión y que contamos con la posibilidad de transformar la realidad, debemos poner lo femenino al servicio de las prácticas que desarrollamos cotidianamente’. (…) Y si bien precisó que es valioso tener en cuenta esa perspectiva a la hora de elaborar políticas públicas, reiteró que ‘el ejemplo, el testimonio puede promocionar más los valores de la equidad de género’.”
 ¿Poner lo femenino al servicio de las prácticas cotidianas? ¿Qué es lo femenino sino pura construcción de estereotipos? ¿Qué es su pensamiento sino esencialismo que nos ubica a las mujeres en los roles tradicionales conocidos? El testimonio y la violencia de género: si hay un tema en el que se puede apelar a la victimización de la mujer, otro estereotipo, es la violencia de género (y no estoy con esto diciendo que sea poco grave el tema de la violencia de género, ojo). Y allí apuntará PRO. A reforzar los estereotipos, probablemente desde una política asistencialista y no un programa tendiente a subvertir los valores de género patriarcales.
 
Una perlita más de la misma nota para saber qué nos espera en materia de derechos sexuales y reproductivos: “Semanas atrás en un de bate público sobre aborto, sostuvo que es contraria a la despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo porque ‘hay que defender la vida desde la concepción’, aludiendo a los proyectos en estudio en el Congreso de la Nación Argentina.” Y hoy mismo, en el diario Página 12, la legisladora porteña del Frente para la Victoria, Ana María Suppa, recuerda el aporte de Michetti a la sanción de la Ley de Educación Sexual Integral: “¿Acaso no fue ella quien en los inicios del debate de nuestro proyecto participó de un programa televisivo conducido por Mariano Grondona –al cual curiosamente los autores de la iniciativa no fuimos invitados y hasta se nos prohibió el ingreso a los estudios para ejercer nuestro natural derecho a réplica– donde manifestó su oposición cerrada a la ley de educación sexual?” (http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-86967-2007-06-22.html)
 
Más allá de los resultados del próximo domingo, ya está definido el perfil de la Legislatura porteña: 28 butacas serán ocupadas por integrantes del PRO, casi la mitad (30) del total de la Legislatura y apenas tres votos menos de los que se necesita un partido político para lograr quórum y sancionar normas (http://www.artemisanoticias.com.ar/site/notas.asp?id=1&idnota=4459   ).
 
O sea que, como hubiera dicho mi abuelo, estamos fregadas y fregados. Olvidemos la posibilidad de que en la Ciudad de Buenos Aires pueda pasar algo interesante en los próximos cuatro años en materia legislativa. Y si el domingo además el PRO ganara las elecciones, también olvidemos al Poder Ejecutivo.
 
O mejor dicho, recordemos bien lo que hicimos cuando estuvimos en el cuarto oscuro. Que no sea como la segunda elección de Menem, en el ’95, cuando nadie confesaba haberlo votado pero lo teníamos de nefasto presidente por segunda vez.
 
Porque la verdad, yo conozco a una sola persona que votó a Macri en primera vuelta (alguien que, por cierto, me resulta desagradable desde todo punto de vista). Pero muchos y muchas lo hicieron, y lo volverán a hacer este domingo. Que después no digan que las y los periodistas no informamos bien, que no fue suficiente, o que no advertimos lo que se podía venir.
 
Fuente Boletín Artemisa Noticias (Argentina)
 
https://www.alainet.org/es/articulo/121917
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