Semiótica y poder

03/06/2007
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  • Opinión
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La decisión del Presidente venezolano Hugo Chávez, de suspender la concesión de la frecuencia a RCTV, así como aquella disputa en contra de algunos medios de comunicación del presidente ecuatoriano Rafael Correa, en un contexto de abierta confrontación con el modelo neoliberal de ambos presidentes, constata el hecho de que las fronteras de disputa al neoliberalismo atraviesan varias dimensiones, al tiempo que abren la posibilidad de debatir y problematizar algo que hace años era parte del repertorio de la izquierda política, pero que con el advenimiento de la posmodernidad y el fin de los metarrelatos, vale decir, la preeminencia del liberalismo, perdió intensidad aunque no su importancia, se trata del papel de los medios de comunicación de masas, y el rol ideológico que cumplen en la modernidad y el capitalismo, como mecanismos legitimadores del poder.

Tanto Chávez como Correa, están abriendo y posicionando un campo de disputa y confrontación en uno de los territorios más complejos y vitales para el poder: aquel del control de la semiótica de los discursos y la simbólica del poder, que se enmascara en sus mecanismos de difusión, vale decir, los medios de comunicación.

La disputa que Chávez y Correa este momento están llevando adelante contra los medios de comunicación en manos del poder, en realidad, nada tienen que ver con las demandas de “libertad de expresión”, o de “libertad de prensa”, con las cuales el poder quiere mantener su control y hegemonía sobre la semiótica de los discursos, sino con la vigencia del modelo neoliberal, entendiendo a éste en su sentido más amplio y epistemológico, es decir, como un modelo hecho, de una parte, para alterar de manera profunda y radical las relaciones de poder en beneficio del capital financiero; y, de otra, para clausurar de manera definitiva los horizontes emancipatorios y posicionar al liberalismo como única perspectiva de las posibilidades humanas.

En efecto, si el modelo neoliberal pudo consolidarse y lograr legitimidad social fue, precisamente, por el trabajo cotidiano y sistemático de los medios de comunicación que presentaron las estrategias del neoliberalismo como necesidades históricas. Fueron los medios de comunicación quienes abrieron el espacio social para que el discurso del ajuste y la estabilización del FMI y del Banco Mundial puedan ser procesados sin generar resistencias que pongan en peligro al sistema. Fueron los medios de comunicación los que cerraron todos los espacios para los voces disidentes y los que impidieron toda crítica al modelo neoliberal. El “Consenso” de Washington habría sido imposible sin la administración del disenso que hicieron los medios de comunicación.

Cuando se impusieron las duras políticas de ajuste, y se llevó adelante la subasta de los bienes públicos bajo el pretexto de las privatizaciones, en un ambiente de corrupción y ruptura de todos los marcos institucionales, los medios de comunicación generaron un silencio bastante parecido a la complicidad, cubriendo y encubriendo el atraco a los bienes públicos, y no solo que lo permitieron sino que justificaron ese atraco presentándolo como un acto de transparencia, eficiencia y necesidad histórica. Cuando la crisis explotó, los medios de comunicación la presentaron como un sino de la historia de la cual era imposible escapar, y legitimaron la socialización de los costos de la crisis a los sectores más vulnerables, escondiendo los rostros de los culpables y muchas veces, exculpándolos. Cuando la violencia del neoliberalismo hizo tabula rasa incluso de los derechos humanos más elementales, los medios de comunicación miraron hacia otra parte y no dudaron en criminalizar a las organizaciones sociales y a sus líderes populares, cuando defendían sus legítimos derechos.

Por ello, si Chávez y Correa no logran resquebrajar ese dominio ideológico del capitalismo a través de los medios de comunicación, las posibilidades de sus propuestas de cambio social están condenadas al fracaso. Chávez pudo entenderlo de manera contundente durante el golpe de la derecha en contra de su gobierno en el año 2002. Ahí fue transparente el rol movilizador y encubridor de los medios de comunicación venezolanos. En esa coyuntura pudo entenderse que detrás del espectáculo y las mentiras que cotidianamente secretan, está latente una estrategia política del poder, que no duda en utilizar la violencia para defender sus privilegios.

- Pablo Dávalos es economista y profesor universitario ecuatoriano.
https://www.alainet.org/es/articulo/121523?language=es
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