Los movimientos de solidaridad ante las elecciones locales en Catalunya

‘Photoshop’ de los candidatos

26/05/2007
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Desde luego, el cambio radical de los políticos en los retratos electorales es digno de elogiar. De elogio a los profesionales del retoque fotográfico. Yo, de todas formas, a lo que prestaré más atención será a sus programas y promesas electorales porque habitualmente, cuando los analizamos a posteriori, entonces, sí que aparecen bien retratados, ¿verdad? Las oenegés tenemos experiencia en promesas incumplidas, como la conocida reivindicación del 0,7%. En los diferentes comicios electorales se ha venido reclamando la adopción por parte de los gobiernos central, autonómico o local la recomendación realizada en 1970 por la Asamblea General de las Naciones Unidas de que los países económicamente desarrollados destinen el 0,7% de su producto interior bruto (PIB) a la cooperación al desarrollo.

Hay que reconocer que progresivamente la sensibilidad política al respecto ha ido aumentado, pero aun así estamos a medio camino. España destina actualmente el 0,35% de su PIB.

LA SENSIBILIDAD sobre la pobreza y nuestra corresponsabilidad ha ido en aumento, y es importante señalar también que, en Catalunya, la solidaridad canalizada vía municipios es ciertamente relevante. Alrededor del 80% de los ayuntamientos catalanes dedican una partida presupuestaria para combatir la pobreza en los países empobrecidos del Sur, y de ellos, unos 100, dedican el 0,7% de su capítulo de ingresos propios (al respecto hay cierta discusión porque algunas entidades advierten que debería de alcanzarse el 0,7% del presupuesto total municipal).

Además de apoyos económicos, las fórmulas de colaboración son muchas. Hermanamientos ciudad-ciudad, hermanamientos pueblo-pueblo, participación en redes internacionales de ciudades por la paz, ciudades del Mediterráneo y otras interesantes experiencias. Pero, y en eso me quiero fijar antes de emitir mi voto, hay que ir más lejos. Cuando la globalidad es la fórmula que se impone, y las políticas y decisiones importantes que se adoptan son lejanas a cada uno de los ciudadanos de a pie, recuperar el valor de lo local dobla su importancia, por lo que contar con verdaderas políticas de cooperación municipales no es algo baladí. Pienso que debemos exigir a nuestros próximos alcaldes y concejales un esfuerzo en diseñar y llevar a la práctica planes de cooperación que constituyan una auténtica colaboración con las poblaciones del Sur, fomentando sus iniciativas en defensa de sus derechos y la erradicación de las relaciones de dependencia que los países del Norte han impuesto a los del Sur, que les mantiene sumidos en esa situación de crisis permanente que se agrava cada vez más. En África dicen que "mucha gente pequeña, en muchos lugares pequeños, hará pequeñas cosas... que transformarán el mundo". Para ello es fundamental añadir a dichas políticas de cooperación cuatro líneas de coordinación. La coordinación entre municipios (como hace el Fons Català de Cooperació) para acumular presupuestos y aunar directrices en sus políticas.

La coordinación entre los municipios y las oenegés de su localidad que suelen ser el mecanismo más humano para convertir la cooperación --más allá del flujo de fondos-- en un puente entre realidades locales que ya tienen muchas cosas en común. Porque, y esa sería la tercera, en todos los municipios de Catalunya convivimos con colectivos de inmigrantes que nos han acercado a sus situaciones familiares, que nos han explicado el motivo de su éxodo y cómo mantienen lazos con quienes se quedaron, fraguando una cooperación informal con muchas posibilidades a potenciar. Y la última línea sería la coordinación intramunicipal. Muchas veces lo que hacen los gabinetes de cooperación de los ayuntamientos lo tiran por la borda otros departamentos del mismo ayuntamiento. Mientras unos apoyan proyectos de comercio justo, otros compran el café para las máquinas del ayuntamiento a las multinacionales que destrozan la vida de los caficultores del Sur.

Por último, si hablamos de lo local, no quisiera olvidar las elecciones en nuestro medio rural que aún --¡sorpresa!-- existe pero cada vez con mayor dificultad ante las muchas agresiones que le caen encima. Si queremos optar por mantener y recuperar un medio rural vivo, con agricultores y ganaderos trabajando con dignidad, hay que hacer una apuesta clara por un modelo agrícola que esté en sus manos, que les haga independientes; una agricultura familiar, campesina y local, que a la vez que produce alimentos sanos y nutritivos para todos es cuidadosa con los ecosistemas y no genera competencia desleal con los campesinos de los países empobrecidos del Sur.

LAS APUESTAS por este modelo agrícola las podemos encontrar en listas electorales que propongan declarar a sus municipios zonas libres de transgénicos, por ser una tecnología ajena a los intereses y necesidades de las personas; que fomenten el acercamiento del productor al consumidor con los mercados locales como punto de encuentro, sin las grandes superficies como intermediarios que especulan con nuestra comida; que faciliten la incorporación de nuevos pobladores para recuperar espacios de carácter agrícola o ganadero donde el envejecimiento de la población es una realidad; y de enorme importancia, programas electorales categóricos para frenar tantos proyectos especulativos escondidos tras proyectos urbanísticos de turismo que nos despojan de nuestro patrimonio natural.

- Gustavo Duch Guillot es director de Veterinarios sin Fronteras (España)


http://www.veterinariossinfronteras.org



https://www.alainet.org/es/articulo/121363

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