Reflexiones abrileñas:

Miedo, no disciplina en las FFAA

14/04/2007
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  • Opinión
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El mes de abril nuestra República Dominicana, por aquello de la participación de los militares democráticos en la revolución popular de 1965 y en la guerra patria contra el invasor yanqui encabezadas por los coroneles Caamaño y Fernández Domínguez, nos remite siempre a sucesos relacionados con las instituciones armadas de aquí y ahora deseo contarles esta vivencia muy reciente.

La experiencia de ese abril heroico, además, tiene un valor extraordinario para el proceso de formación de la nueva izquierda caamañista en el cual estamos empeñados(as) un buen número de revolucionarios(as) dominicanos(as) en estos nuevos tiempos de la revolución bolivariana de Venezuela y esta ola de cambios progresistas en toda la región.

Me decía el teniente retirado, cuando me encontré con él en una reunión ampliada de un nutrido Círculo Caamañista en uno de los barrios populares de la parte alta de esta Capital, que una vez se atrevió a decirles a oficiales superiores que en las Fuerzas Armadas Dominicanas “no había disciplina, sino miedo”

El tema vino a colación mientras él hacía una larga y tediosa cola para comerse el “chao” (comida de guardias en el lenguaje criollo), siendo militar activo.

Resulta y viene a ser que ese día, como todos los demás, la cola avanzaba muy lentamente para los “rasos”, porque todo el que tenía “rayas” por encima, pasaba hacia delante violentando el orden.

Entonces nuestro compañero caamañista era raso y sufría las consecuencias del abuso de cabos, sargentos y oficiales, que no respetaban el orden de llegada ni la conformación de la fila.

Ese día se cansó de soportar la desconsideración y decidió romper el silencio para expresar en voz alta: “aquí en la guardia no hay disciplina, sino miedo”

Y lo dijo tan fuerte que su expresión y su actitud llegó al oído no solo de los cabos y sargentos, sino tambien de los oficiales que rondaban por esos predios.

Hubo no pocas caras de asombro y otras con muecas de reproche y rictus de amenaza.

Pero el raso, ahora teniente retirado, no se inmutó ni se dejó intimidar. Siguió tranquilo y volvió a decir “Si, en la guardia no hay disciplina, sino miedo.”

Entonces un sargento, ofendido porque le cuestionaran sus privilegios, decidió conducirlo hacia el oficial de guardia al que solo le contó lo que había dicho el soldado que altivamente se decidió a vencer el miedo en pleno apogeo de los tristemente famosos doce años de la dictadura disfrazada de Balaguer.

El oficial lo escuchó e inmediatamente apreció la gravedad del hecho, pero se decidió primero a pedirle explicación a ese guardia atrevido que había sido capaz de pronunciar una frase tan ofensiva contra las “pundonorosas” Fuerzas Armadas Dominicanas.

El raso serenamente le explicó lo que estaba pasando todos lo días en la fila del almuerzo y lo incómodo que se sentían él y muchos otros, llegando a la conclusión que solo el miedo -y no la disciplina- lo conducían a él y a todos los afectados a aceptar pasivamente y en silencio ese comportamiento abusivo de todos los que situaban por encima de los rasos.

Confesó, además, que lo hizo conciente de los riesgos que implicaba su acción, pero con la ligera esperanza de que una queja tan justa y tan sencilla se entendiera y eso permitiera corregir las causas que la provocaba.

El oficial solo dijo que reportaría el caso y pasaron muchas horas sin señal alguna.

Horas de tensión para este buen ciudadano uniformado. Tensión hasta que le llegó a todo lo miembros de esa unidad una circular en la que daban instrucciones para organizar la hora de almuerzo y el proceso previo de otra manera: los rasos tendrían su fila, los cabos y sargentos la suya y lo oficiales la propia.

Separados, pero en orden de llegada, recibirían sus raciones de comida. Nuestro amigo sonrió por dentro, pero no hizo alarde de su conquista. Y así quedó claro el valor de atreverse, solo que raras excepciones entonces se decidían a hacerlo. La suerte dependía de la mentalidad del jefe o los jefes de turno.

Cuento esto porque estamos en un mes muy especial para los (as) dominicanos (as): abril. El mes de lo militares honesto y patrióticos, de los que se atrevieron a reivindicar los derechos del pueblo. El mes de Fernández Domínguez, Caamaño, Lora Fernández, que hoy quiero recordar con esto versos publicados hace en febrero del 2000:

“Hay abriles más primaveras que todas las primaveras.
Grandiosos, espectaculares.

Hubo un Abril-Caamaño-primavera.

Un Abril-Caamaño, Lora, Fernández y Domínguez,
con flores juanmigueles,
con flores que nacen del dolor llenas de alegría,
que caen con decoro y proyectan esperanzas

Abril heroico, con aroma a Patria Digna y sabor a pueblo.

Con coroneles intrépidos,
soldados y combatientes hermosos….

Un abril cruelmente aplazado.

Un abril que habrá que renovar,
que habrá que repetir.”
https://www.alainet.org/es/articulo/120540
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