FMI: El Alguacil, alguacilazo

16/02/2007
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En el Fondo Monetario Internacional no salen las cuentas: se habla de poner a la venta 403 toneladas de oro, de las 3.217 que acumulan en sus reservas. Esa venta supondría un beneficio de 1’7 miles de millones de DTS (unidad de cuenta en la FMI que equivale a 1’5 dólares). O sea, 2.235 mil millones de dólares para colocarlos en un “fondo especial” que le reportaría casi 200 millones de dólares al año al 3%. Es una de las conclusiones publicadas el 31 de enero por el Comité para una Financiación Sostenible a Largo Plazo del FMI. Lo elaboraron “eminentes personalidades bancarias” llamadas por Rodrigo Rato para evitar el colapso de las finanzas del Fondo creado hace 67 años para ayudar a los países que no han sabido administrar bien las suyas. Es el alguacil alguacilado, el controlador enfermo que pide ayuda a sus colegas porque no le salen las cuentas debido al exceso de funcionarios y economistas que han aumentado en un 30% entre 1997 y 2005.

Los gastos de gestión y de representación se han duplicado en los últimos años. El FMI vivía de los intereses que cobraba a los países a los que daba créditos. Desde Gran Bretaña, Francia, Rusia o España han padecido los rigores de sus terapias de choque. Ahora, sus principales clientes lo han abandonado y han adelantado el pago de sus deudas: Brasil, Argentina, Indonesia, Argelia, Bulgaria, Uruguay y otros que se disponen a hacerlo. Han dejado de ingresar 33.000 millones de dólares. A 1 de febrero, sus préstamos han caído a 15.000 millones de los 108.000 millones de dólares que mantenían en 2003 y de cuyos intereses vivían con un despilfarro incomprensible en una institución creada en Bretton Woods para “el desarrollo” de los países más necesitados.

Sin los 10.500 millones de dólares que les debe Turquía sus presupuestos ya habrían naufragado pues ya sólo tienen 35 países prestatarios, y no van a ser los 18 países africanos y otros 17 que les adeudan cantidades los que le ayuden a mantener sus enormes presupuestos. A menos créditos, menos comisiones e intereses. El presupuesto del FMI era de 930 millones de dólares para 2006, de los cuales el 72% para pagar los sueldos de sus 2.716 empleados. En 2007, tendrán un agujero de más de 100 millones de dólares. El Comité explica que si no se aplican drásticas “terapias” como las que ellos aplicaron a otros países, en 2008, el déficit sería de 186 millones y, en 2010, de 367 millones de dólares. El Director general del FMI, Rodrigo Rato, pidió ese Informe a un equipo formado por el presidente del Banco central Europeo, el gobernador del Banco Central de China, el del Banco central de Sudáfrica, el del Banco central mexicano, el de la Agencia Tributaria de Arabia y el incombustible Alan Greenspan, último presidente de la Reserva federal de EEUU. Todos bajo la coordinación de Andrew Crockett, Presidente del JP Morgan Chase Internacional.

El veredicto ha sido implacable: el FMI sólo se encuentra bien mientras haya en el mundo muchos países enfermos, pero no cuando estos prefieren otras formas de crédito que no les sometan al férreo sistema del modelo de desarrollo sobre el cual fue concebido. No es que ya no haya países con dificultades, pero la experiencia ha demostrado que la terapia aplicada por los agentes del FMI resultaba más dura y asfixiante que la enfermedad.

Lo que sí afirma el Comité es que no pueden elevar su tasa de interés, que deben reducir gastos en su administración y en sus desplazamientos y representación. Es decir, lo que ellos han estado exigiendo a los países que recibían sus préstamos, aún a costa de privatizar sus riquezas nacionales, o de disminuir las reglamentaciones en el trabajo, o reducir gastos en educación y en sanidad porque “no eran rentables” a corto plazo. Este es uno de los aspectos más sangrantes de sus terapias.

Sobre todo, los expertos recomiendan que se venda una parte de sus enormes reservas en oro para hacerlas más rentables. Ese plan tiene que ser sometido a sus 185 Estados miembros en abril, en Washington. Es preciso reunir el 85% de los derechos de voto, no del número de países votantes porque EEUU tiene el 17% de los votos que equivalen a un veto. Otros países ricos también tienen más derechos de voto, como la Unión Europea que tiene el 32% mientras que los 53 países de África sólo alcanzan el 30%, en la improbable hipótesis de que votasen unidos. Esos derechos están en función de sus depósitos pero, como en la composición del Consejo de Seguridad de la ONU, ha primado la prepotencia de los vencedores en la II Guerra Mundial. Un problema que otros países con economías emergentes no están dispuestos a tolerar.

José Carlos García Fajardo
Profesor de Pensamiento Político y Social (UCM)
Director del CCS

Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), España.

www.solidarios.org.es
https://www.alainet.org/es/articulo/119309
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