Clave para la supervivencia

17/11/2006
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Más de 850 millones de personas padecen hambre en el mundo, a pesar del progreso alcanzado en la agricultura y el desarrollo rural. La Tierra produce alimentos suficientes para alimentar a toda la población mundial. El problema del hambre se debe al reparto desigual de los recursos. La agricultura se ha convertido en un sector secundario en la economía de los países desarrollados pero desempeña un importante papel a nivel mundial para erradicar este problema.

El patrimonio agrícola del planetal se ve amenazado por el cambio climático, la pobreza rural, las migraciones hacia zonas urbanas y los nuevos modelos agrícolas. Con el objetivo de preservar estos paisajes, la FAO ideó los Sistemas Ingeniosos de Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM). Los SIPAM son sistemas excepcionales de uso de tierras, ricos en biodiversidad, que evolucionan junto a las comunidades de agricultores para garantizar su supervivencia y la del medio ambiente que los rodea. A lo largo de numerosas generaciones de campesinos, las técnicas de gestión de los recursos naturales han evolucionado en función de los errores cometidos en el pasado. Construidos sobre las bases de la experiencia local, estos sistemas agrícolas permiten la permanencia de formas de vida tradicionales que garantizan la seguridad alimenticia y el cuidado de la naturaleza.

La agricultura ecológica puede considerarse una de las mejores opciones para potenciar la producción agrícola sin deteriorar el medio ambiente. En la Unión Europea, el consumo de productos procedentes de la agricultura ecológica aumenta un 25% cada año. Sin embargo, estos sistemas de producción no cuentan con las inversiones públicas necesarias para lograr el aumento de la productividad que permita alimentar a una población cada vez más numerosa.

Muchos agricultores utilizan en sus cultivos Organismos Modificados Genéticamente (OMG), conocidos como transgénicos. A diferencia de estas técnicas de cultivo, la agricultura ecológica no agrede al medio ambiente sino que se basa en la gestión adecuada de los recursos locales con el objetivo de lograr un desarrollo sostenible. La agricultura ecológica respeta los ciclos naturales de los cultivos y evita la degradación y la contaminación de los ecosistemas. Los OMG, lejos de constituir un medio para luchar contra el hambre, aumentan los problemas alimentarios puesto que colaboran en la contaminación del suelo, la pérdida de biodiversidad y la desertificación de las zonas tratadas con esta técnica. Además, la agricultura intensiva y transgénica fomenta el monocultivo, de modo que aparece un déficit de nutrientes en las dietas de muchos países en desarrollo.

La agricultura ecológica y los cultivos transgénicos son incompatibles ya que los cultivos biológicos pueden contaminarse al entrar en contacto con productos alterados. Además, provocan que tratamientos utilizados por la agricultura ecológica, en invasiones serias, sean ineficaces y obligan a utilizar pesticidas cada vez más fuertes. Según un informe de Greenpeace, desde que en los años 40 Estados Unidos introdujera los insecticidas, las pérdidas de cosechas por plagas se han incrementado un 13%.

Ante el incremento del uso de transgénicos se propuso llevar a cabo lo que se denominó la revolución verde. Basada en la agricultura industrial, fue una campaña de gobiernos y empresas para animar a los agricultores de los países en desarrollo a que sustituyeran los cultivos autóctonos por variedades que produjeran un alto rendimiento. Esta revolución contemplaba el uso de productos químicos para combatir las plagas y las malas hierbas de modo que suscitó preocupación por sus efectos sobre el medio ambiente y la salud humana. La tecnología ecológica para paliar las plagas reduce la utilización de plaguicidas, disminuye los costos y contribuye a que la agricultura sea sostenible. Es necesario un desarrollo que satisfaga las necesidades de las sociedades de ahora sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades.

La Tierra es un recurso finito. Para satisfacer las necesidades humanas futuras es preciso realizar un uso eficiente de sus recursos naturales. El desarrollo de la agricultura es el primer paso hacia un desarrollo económico sostenible a largo plazo. El desarrollo de nuevas tecnologías que protejan el medio ambiente es la solución al hambre y la desnutrición. Estos sistemas ya existen, sólo cabe esperar el apoyo necesario para su funcionamiento.


- Olga Sarrado es periodista

Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), España.
www.solidarios.org.es

https://www.alainet.org/es/articulo/118267

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