Diferencias entre crítica y oposición

Gargano y Astori, los “cartones ligadores”

01/08/2006
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Las particularidades de nuestra sociedad y, por consiguiente en ella de la superestructura política, son más que sorprendentes. Por supuesto que el sayo también nos lo debemos colocar los periodistas que no estamos exentos de culpas para manejarnos dentro de una realidad rocambolesca, con absurdos e insólitas caracterizaciones más imaginarias que reales que, parece mentira, nos hacen vivir en un país que - si no tuviéramos los problemas de la gravedad que sufrimos - habría que tomarlo como una fantasía. Resumamos algunos puntos de los últimos días, como por ejemplo la gigantesca polémica que envolvió al gobierno, a sus más importantes ministros, a los sectores de la izquierda y a muchos políticos sobre un presunto tratado de comercio con EEUU que no existe, no se está discutiendo y ni siquiera está en carpeta para una próxima consideración. Sin embargo ello motiva un pedido de interpelación tan insólito como significativo de una modalidad política. Por supuesto, un ministro - el de Economía - abriga la esperanza de que el mercado más importante del mundo se abra a nuestra producción, lo que determinaría -¿quizás si o quizás no? - una etapa de progreso sostenido que abatiría -piensa Astori- el fatídico 12% en que se encuentra clavado el porcentaje del desempleo. Pero, lo sabemos, eso no solo lo piensa Astori, es coincidencia en todo el gobierno. Pero, ¿hay algo al respecto de un TLC? Una próxima reunión entre los dos países en el marco de una Comisión negociadora, para comenzar a hablar de mejorar el intercambio comercial que puede, quizás llamarse TLC, pero que quizás signifique otro tipo de relación, ampliando nuestras posibilidades exportadoras o ser solo una lamentable expresión de deseos en que dos países, uno necesitado de diversificar los mercados (Uruguay), sobre lo que se podrá sustentar el pujante desarrollo productivo y el otro, EEUU, no nos engañemos tampoco, de jugar un papel con el pequeño país del sur para ampliar su influencia en el corazón mismo del MERCOSUR. Hace pocas semanas en un Consejo de Ministros que se reunió en la residencia de Suárez y Reyes, el presidente Vázquez aventó el malestar que se había planteado luego de que se hicieran públicas lo que no eran más que expresiones de deseos impulsadas, eso si (¿o posiblemente?) por los propios EEUU que, al parecer, están buscando en el continente oídos abiertos a propuestas en ese sentido. Pero que hasta ahora no son más que susurros interesados es algo más que evidente. Sin embargo, el presidente Vázquez alentó a todos sus ministros a analizar sin prejuicios las ventajas de un acuerdo de comercio con los Estados Unidos, porque a su juicio no hay posibilidades de que eso se logre mediante un tratado del tipo "cuatro (ahora cinco) más uno" con todo el MERCOSUR. De todas maneras, Vázquez advirtió que para eso deberán obtener un apoyo de "toda la fuerza política de izquierda que gobierna el país, el Frente Amplio, y también de los socios del bloque regional". En este encuentro, instruyó a sus ministros a que no se demoren los contactos con la administración de George W. Bush en la reactivación de una comisión bilateral, para discutir la apertura del comercio entre ambos países. ¿Está claro? ¿Entonces? No vale la pena juzgar la oportunidad de las anteriores declaraciones de algunos ministros que agitaron las aguas, manejando la oposición sábanas que ni siquiera llegan a fantasmas pero, eso si, que igualmente afectaron a la ultra sensibilizada izquierda. Los blancos en su contradictorio mecanismo de oposición, que se agota en si mismo, ahora quiere interpelar al canciller, Reinaldo Gargano y al ministro de Economía, Danilo Astori, buscando que en el marco de la misma afloren discrepancias entre los dos gobernantes y a la vez líderes de sendos sectores de la izquierda. ¿Vale la pena tal triquiñuela política?¿La oposición que hacen los blancos comandados por el doctor Jorge Larrañaga, es tan cortoplacista como la tarea de militancia que emprendieron, la que desaparece cuando – por supuesto – ese sector eventualmente logre posiciones de poder. Y además del ministro de Economía, el canciller, que junto al ministro del Interior, José Díaz, son “cartones ligadores” de las críticas de los opositores, quién más allá de plantearle que más allá de plantearle a Gargano que es “un hombre malhumorado”, nunca ha tenido un desliz fuera que haya lesionado los intereses nacionales habiendo timoneado con mano firme las relaciones exteriores. Somos receptivos de pruebas, de errores garrafales o violaciones de lo establecido por los organismos de decisión de su fuerza política, para hacerlos públicos. Nosotros que entendemos al periodismo como de contenido crítico, no hemos encontrado esos elementos. ¿Entonces porqué será sometido a otra desgastante interpelación? Leíamos hace pocas horas una nota del periodista Jorge Pontevecchia, que caracterizaba al periodismo crítico o de investigación separándolo, como el aceite y el agua, del periodismo de oposición. El segundo es un estilo que desaparece cuando el poder cambia de mano, y los opositores de ayer se convierten en los oficialistas de hoy. En cambio el periodismo de investigación se reaviva y mantiene frente a cada cambio, reactivando la sana actitud crítica como expresión profesional vital y necesaria para perdurar. Chile tiene su tratado de libre comercio con el país del norte y su presidenta, Michelle Bachelet, una socialista con credenciales suficientes para que nadie la tilde de pro yanqui, pro imperialista, o le endilgue algún otro mote por el estilo, no es cuestionada por ello. Dejó la presidencia Ricardo Lagos, otro socialista -un lujo de primer mandatario, democrático y justo- que encaminó su trabajo a intentar limar las aristas más agudas del modelo chileno que excluye del progreso económico que muestra el éxito en la macroeconomía, a un porcentaje importante de la población. La economía chilena en términos generales es altamente exitosa. El crecimiento en el 2005 superó el 6%; sin embargo, la miseria está consolidada en algunos sectores que siguen marginados de ese progreso constante. Es una deficiencia del modelo que Lagos conoció y caracterizó muy bien y que Bachelet está comenzando a atacar y revertir con medidas concretas, porque sabe que existe democracia sin justicia social. Muchos uruguayos admiran el modelo trasandino, se identifican desde la izquierda, el centro y la derecha con ese camino que, entre otras cosas, ha rubricado un acuerdo de libre comercio con EEUU, que favorece su comercio de manera indiscutible. Por supuesto que Chile -por algo lo ha hecho- se negó a ser miembro pleno del MERCOSUR, lo que le habría impedido las negociaciones con terceros países, como por ejemplo -ello está bien claro- se lo impide a Uruguay, Argentina, Brasil, Paraguay y ahora también a Venezuela. Los integrantes del MERCOSUR sólo pueden llegar a firmar un tratado de libre comercio con un tercer país si lo hacen en conjunto con sus socios regionales, lo que significa -dadas las condiciones del acuerdo- una larguísima y, decimos nosotros, posiblemente infructuosa negociación, de pronóstico desconocido y de culminación positiva improbable. Por ello, es evidente, que en Uruguay el camino hacia lo que se llama un TLC está formalmente cerrado, sin embargo sería poco inteligente no profundizar los contactos, tratar de mejorar el intercambio con aquel mercado. El resultado es incierto, pero porque adelantarse. Lo hacen los sistemáticos opositores, los blancos, que ahora van a interpelar y también algunos grupos que ni testimoniales son, que de tan opositores retransmiten en una radioemisora que manejan, pero en la que usufructúa una onda otorgada por el Estado, hasta la sectaria y antiuruguaya audición de un grupo de “piqueteros” de Gualeguaychú, que plantean todo tipo de medidas para lesionar el interés nacional, desde el corte de rutas hasta el cierre de los gasoductos para dejar a miles de hogares uruguayos sin ese fluido vital. ¡Muy fuerte!, casi un absurdo. Que se gaste tanta saliva, litros tinta, horas de micrófono y cámara, periodistas, energía, para la consideración de un tema que no existe, porque tratado no hay, ni se está proyectando, ni existe intención del gobierno de romper con el MERCOSUR para lanzarse solo a una aventura de estas características. Ello, los blancos que han resuelto interpelar a Gargano y Astori, lo saben, pero siguen adelante. Lo único que existe es una indicación del presidente de la República para que se analice, "sin prejuicios" la conveniencia de un acuerdo de comercio, teniendo en claro que existen dificultades difíciles de vencer. - Carlos Santiago es periodista. Secretario de Redacción de Bitácora.
https://www.alainet.org/es/articulo/116396
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