Nuevas "últimas fronteras"

20/07/2006
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Revelan los archivos diplomáticos franceses que a mediados de la década de los 80, el entonces presidente galo, François Mitterrand, incondicional amigo y defensor del Estado de Israel, fue incapaz de disimular su irritación al comprobar que las autoridades de Tel Aviv acogieron al líder del derechista Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, con honores reservados a los jefes de Estado. Era de notoriedad pública que el partido de Le Pen defendía tesis racistas y xenófobas, poco acordes con el ideario de la República francesa. Pero, eso sí, el propio Le Pen se había pronunciado en reiteradas ocasiones a favor de Israel. No se trataba de un simple error de cálculo, sino de una manera indirecta de combatir el "peligro" de la inmigración musulmana. El incidente dio lugar a un sarcástico comentario de los políticos parisinos: "Dime quienes son tus amigos." Los recientes operativos bélicos israelíes en la Franje de Gaza y en Sur del Líbano han puesto de manifiesto el resurgir de la vieja e incomprensible alianza entre el establishment hebreo y la derecha europea. La coherente y contundente campaña mediática que acompaña las operaciones militares judías revela la existencia de una estrategia de propaganda cuidadosamente preparada. A veces, los argumentos esgrimidos por los partidarios de la política de mano dura del Gobierno Olmert rozan lo absurdo. Hablar de una "respuesta responsable" o "necesaria" en el caso de los bombardeos de Gaza o de "acciones acertadas" que acompañan la muerte de civiles en el Líbano supone un ataque contra la inteligencia humana. Más doloroso aún es escuchar las críticas de quienes estiman que no se puede calificar de "desmesurado" el uso de la fuerza, del poderío militar hebreo, en operativos que, siempre según los defensores de la política de Israel, constituyen una simple respuesta a los ataques perpetrados por los aliados de los regímenes autocráticos de Siria e Irán. Convertir sistemáticamente la respuesta de Tsahal en "mera defensa de los valores democráticos frente al terror islamista" constituye, indudablemente, una distorsión de la realidad, un intento, otro más, de llevar el agua al molino de la guerra global contra el terrorismo ideada y liderada por George W. Bush. "Israel tiene derecho a defenderse", afirma rotundamente el actual inquilino de la Casa Blanca. En efecto, nadie le niega al Estado judío el derecho de proteger sus estructuras contra las agresiones violentas, de defender la vida de sus ciudadanos, la integridad de su territorio. Mas la defensa de Israel no implica forzosamente el desmantelamiento de las embrionarias estructuras de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), la innecesaria destrucción de complejos residenciales en la capital del Líbano. Israel tiene el derecho, y el deber, de defender la vida de sus ciudadanos. Israel tiene derecho a defenderse, pero respetando, como lo exige la tradición humanista judía, la vida de los demás. Convertir los trágicos acontecimientos de Oriente Medio en un duelo entre "buenos" y "malos" equivale a caer en la trampa de los maniqueísmos. Recuerdo que en la década de los 90, cuando los demonios de la guerra se habían apoderado de los pueblos de la antigua Yugoslavia, la entonces Secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, aseguró que Occidente tenía la obligación de ganar este combate, puesto que el país balcánico representaba la "última frontera" de los intereses estadounidenses en el Mediterráneo, en los confines con el Islam y el mundo eslavo. Sin embargo, las revelaciones sobre la siniestra "limpieza étnica" nos obligaron a reconsiderar nuestras supuestas afinidades culturales con los autores del genocidio. Hace apenas unos días, los politólogos bushistas se sintieron obligados a recordarnos el hecho de que Israel constituye la "última frontera" de las democracias occidentales con la barbarie terrorista islámica. Cabe preguntarse, pues, si la maquinaria de propaganda de los detractores del Islam (sí, del Islam, que no del islamismo radical) no está a punto de ganar su primera gran batalla contra los enemigos de las teorías de Huntington. En este caso concreto, el odio al Islam acabará imponiéndose. En este caso concreto, la defensa de Israel no deja de ser una simple coartada. - Adrián Mac Liman, escritor y periodista, miembro del Grupo de Estudios Mediterráneos de la Universidad de La Sorbona (París) Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), España. ccs@solidarios.org.es
https://www.alainet.org/es/articulo/116170
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