Masacre terrorista en Madrid: Indignación popular y manipulación informativa

15/03/2004
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El pasado jueves, 11 de marzo, justo tres días antes de las elecciones generales, amanecimos con la terrible noticia de un atentado terrorista en Madrid. Diez bombas, colocadas dentro de sendas mochilas habían explotado a las 7,30 de la mañana en 4 trenes que circulaban desde barrios obreros hasta el centro de Madrid. Las explosiones dejaron un saldo de 200 muertos y 1.500 heridos, con imágenes espeluznantes de cuerpos destrozados dentro del amasijo de hierros en que quedaron convertidos los vagones que sufrieron las explosiones. Las víctimas son, básicamente, hombres y mujeres que iban a sus trabajos, muchos de ellos inmigrantes (entre las víctimas se cuentan 10 nacionalidades distintas), jóvenes que iban a sus estudios y niños que viajaban con sus padres o madres. Víctimas inocentes, entre los más desfavorecidos de la población. A la consternación por la noticia se unió la solidaridad. Vecinos y vecinas que socorrían a los heridos antes de que pudiera llegar la policía y los servicios médicos, miles de voluntarios en todo el estado español que dieron su sangre, médicos y psicólogos que atendían a las víctimas, y una repulsa unánime de todos los sectores sociales y políticos contra el bárbaro atentado. A partir de ahí, y mientras centenares de personas se debatían entre la vida y la muerte y miles de ciudadanos buscaban desesperados a sus familiares, el gobierno del estado, con José M. Aznar al frente, empezó el segundo atentado: contra la verdad informativa, contra la dignidad de todos los españoles y contra la mínima ética que se le requiere a un gobernante en una democracia. La versión oficial, dada la misma mañana del jueves por el Ministro del Interior y no desmentida por el propio presidente del Gobierno, fue la de atribuir la autoría del atentado ETA, a pesar de que fuentes de la lucha antiterrorista señalaron, desde el primer momento, que el atentado no era "del estilo" de ETA, ni tampoco el tipo de explosivos encontrados en una mochila que no llegó a explotar, y a pesar que un dirigente del entorno vasco ligado a ETA lo había desmentido. Por otro lado llegaron noticias que la organización terrorista Al Qaeda había reivindicado el atentado a través de una carta enviada al diario árabe con sede en Londres "AL Quds Al Arabi", órgano habitual de los comunicados de Al Qaeda. A las 12 del mediodía se encontró en las cercanías del lugar del atentado una camioneta con restos de explosivos, detonadores y unas cintas con versículos del Corán. Pero, a pesar de todas estas evidencias, el ministro del Interior declaró a las 13 horas que era clara la autoría de ETA y aseguró que esta banda terrorista buscaba una masacre en España, como él mismo había dicho en varias ocasiones en los últimos meses, y en especial en los últimos días: "ETA ha conseguido su objetivo. El Gobierno no tiene ninguna duda de que ETA está detrás" y añadió: "Es absolutamente intolerable cualquier tipo de intoxicación que vaya dirigida a desviar el objetivo y los responsables de esta tragedia", en clara alusión a las informaciones que apuntaban a grupos islámicos como autores del atentado. Aparecieron nuevas pistas: un portavoz de ETA negaba su participación en los hechos, pero el gobierno "no lo creyó", y si bien el ministerio del Interior tuvo que admitir que no se descartaban otras líneas de investigación, durante todo el día después el gobierno continuaba insistiendo en apuntar a ETA como responsable del atentado. Y, no sólo esto, sino que desde el gobierno se habían enviado mensajes a periodistas extranjeros señalando la versión oficial, la Ministra había enviado una circular a sus embajadores para informarles de la "seguridad de que había sido ETA" e incluso, el propio presidente del Gobierno había llamado al director de El País para reiterarle su visión sobre los hechos. Ante esta falta de transparencia y decencia, la población y las fuerzas políticas empezaron a pedir explicaciones. Las manifestaciones masivas, en solidaridad con las víctimas y contra el terrorismo, convocadas por todos los partidos políticos, y a las que se unieron 11 millones de personas en todo el estado, se convirtieron, en muchos casos, en una exigencia de veracidad en la información: ¿Quién ha sido? ¿Quién ha sido?, y en ataques directos a los representantes del PP Finalmente, el sábado, después que la policía se hiciera con una cinta de video en la que un presunto portavoz militar de Al Qaeda en Europa reivindicaba el atentado, y ante todas las demás evidencias, quedó clara la autoría del atentado y la razón esgrimida por los autores de la barbarie: la colaboración española con los criminales Bush y sus aliados en la guerra de Irak. Delante de estos hechos, cuatro cosas quisiera señalar: la barbarie del terrorismo, las consecuencias de la guerra ilegal e injusta contra Irak, la barbarie de los políticos que utilizan el dolor y la muerte para sus fines y, frente a ello, la fuerza de la movilización social como única arma para combatir a tanta barbarie. 1. La barbarie del terrorismo es la misma en todas partes: muerte y dolor para personas inocentes que pagan por culpas ajenas. La violencia siempre engendra más violencia y, por lo tanto, el terrorismo, al igual que la guerra, no son nunca el camino hacia nada mejor. Los terroristas son culpables del terror y la muerte que inflingen, no son héroes sino asesinos. Pero no son los únicos responsables: el terrorismo tiene sus causas y hay que atajarlas. El terrorismo crece a la sombra de las desigualdades, de la injusticia y de los autoritarismos. 2) La guerra contra Irak, perpetrada de forma ilegal e ilegítima por el trío de las Azores: Bush, Blair y Aznar, es un exponente más de un mundo basado en la codicia, los beneficios y la acumulación por parte de unos pocos a costa de la máxima pobreza para unos muchos. Los verdaderos motivos de la invasión de Irak, tal y como se ha demostrado, no son las armas de destrucción masiva, ni la lucha contra el terrorismo, ni la democratización del país, sino el petróleo, los intereses económicos de las multinacionales y los planes geoestratégicos de la administración norteamericana. Irak es hoy día un país sumido en el caos, la inseguridad y la violencia. Y el mundo, tal y como se ha demostrado en Madrid, es mucho más inseguro que antes de la guerra. 3) El Sr. Aznar, como responsable de esta guerra, lo es también de las víctimas inocentes que murieron en Madrid, y tiene que responder por ello. Pero, en vez de ello, el gobierno del PP y su presidente Aznar, no sólo no han aceptado su parte de responsabilidad, sino que han intentado aprovechar el dolor y la muerte de las víctimas, para ganar ilegítimamente unas elecciones. El PP mintió descaradamente y escondió información, durante los dos días después del atentado, tratando de imputarlo a ETA la autoría del crimen, con la intención de eludir así la relación entre la masacre y su apoyo incondicional a la guerra de Irak. El peor estilo de la derecha más rancia y antidemocrática, afloró estos días en nuestro país, frente a una población que, atónita e indignada, respondió con contundencia y consiguió, finalmente, una clara victoria: volver a la normalidad democrática y echar, con sus votos, al PP del gobierno. 4) Hace poco más de un año, en España, y especialmente en Cataluña, se vivieron las manifestaciones más grandes de su historia reciente. Sólo en Barcelona, el 15 de febrero del 2003, salieron a la calle dos millones de personas con un solo grito: NO A LA GUERRA. Era la primera convocatoria internacional en contra de la guerra de Irak. A ella le siguieron otras cuatro manifestaciones masivas y un sinfín de movilizaciones de todos los sectores sociales, por la paz y en contra de la guerra. El movimiento contra la guerra fue toda una escuela de lucha social que tuvo características muy importantes: incorporó a un gran número de jóvenes a la escena política, desarrolló formas de organización asamblearias y participativas, coordinó distintos tipos de grupos, colectivos y organizaciones, estimuló nuevas formas de lucha, proporcionó información alternativa a la población, estimuló discusiones y argumentaciones y recuperó la movilización como forma de lucha social y de participación ciudadana. Y ha sido, justamente, todo este bagaje adquirido y toda la red social que se consolidó, lo que ha hecho posible la contundente respuesta de los ciudadanos y ciudadanas ante los hechos ocurridos después del atentado. Frente a la terrible manipulación de la información que hizo el PP, y frente al dolor por todos los muertos, la sociedad de todo el estado respondió masivamente, primero en solidaridad con las víctimas, después exigiendo la verdad, seguidamente expresando su rabia por la mentira y finalmente votando en consecuencia y consiguiendo derrotar al PP en las urnas. El sábado, anterior a las elecciones, al conocerse finalmente la verdad de los hechos, miles de ciudadanos y ciudadanas, se auto convocaron por teléfono o por Internet y se concentraron delante de las sedes del Partido Popular de todas las ciudades y pueblos para expresar su indignación y rechazo. Al día siguiente el PP perdió las elecciones. Esperemos que corran la misma suerte Bush y Blair en las próximas elecciones: será un primer paso hacia un mundo más seguro. Y para terminar, un recuerdo solidario para todas las víctimas de Madrid y sus familiares. * Rosa Cañadell es profesora. Miembro de la Plataforma "Aturem la guerra" de Barcelona. Miembro del Comité de apoyo al MST de Catalunya.
https://www.alainet.org/es/articulo/109590
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