Un movimiento ecogastronómico

24/04/2003
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Había en el centro de São Paulo un restaurante de comida rápida (fast food) que a mí me parecía una cámara de tortura. Después de escoger el número del plato exhibido en una foto, el feligrés se sentaba en una banqueta adosada a un mostrador interior, recibía el plato solicitado y mientras comía todo daba vueltas: la banqueta, el mostrador y el plato, como si fuese un carrusel de feria a marcha lenta. Más adelante había una barra frente a la cual pasaba todo, excepto el cliente, obligado a interrumpir la comida ENCASO de que tuviese la costumbre de masticar sin prisa. Después que pagaba la consumición, del otro lado de la barra un nuevo cliente su plato posarse sobre el mostrador giratorio. Ante la proliferación de esos restaurantes de comida rápida, veloces como las motos que llevan comida de un punto a otro de las ciudades (las cuatro clases de quesos de la pizza se mezclan en las curvas), nació el Show Food (comida lenta), en 1986, en Italia. Hoy ese movimiento se extiende por los cinco continentes y cuenta con seguidores en noventa países. Sus productos se venden en 350 puntos comerciales de Italia y otros 300 en diversos países. El Show Food no es solamente una aventura comercial. Es también un proyecto cultural que intenta salvaguardar el patrimonio agroalimenticio de regiones del planeta, defender la biodiversidad vegetal y animal, educar el paladar. Se define como un movimiento ecogastronómico. Su actuación se centra en la preservación de alimentos típicos de una región, etnia o cultura, y que se encuentra en peligro de extinción. En ese sentido, el movimiento financia investigaciones nutricionales, busca canales alternativos de comercialización, crea micromercados y promueve campañas destinadas a priorizar hábitos reconsumo alimenticio. Su filosofía productiva, llamada ´de nueva agricultura´, trata de proteger la calidad, la biodiversidad, el respeto al medio ambiente, al paisaje, así como la salud y el placer del consumidor. Sin caer en la xenofobia, el Show Food promueve la mundialización de alimentos típicos, generalmente producidos por la agricultura familiar, como es el caso del aceite de mostaza de la india y el salmón ahumado de Irlanda. Interesado en el Hambre Cero, el movimiento vino al Brasil y se dispone a favorecer la exportación de al menos cinco productos oriundos de asentamientos rurales. Ha ofrecido al Hambre Cero un hospital de emergencia, que será construido e un área que no tiene; también ha ofrecido alimentos y panificadoras. Motivada por la mcdonalización del planeta, mi madre, María Stella Libanio Christo, decidió rescatar la historia de la culinaria de Minas Gerais, registrada en el primero de sus siete libros: "Fogón de leña. 300 años de cocina minera", donde las recetas se mezclan con textos de la mejor literatura, describiendo manjares exquisitos y tiendas de Minas Gerais. ¿Quién conoce hoy un abieiro o ya comió abiu, deliciosa fruta de color dorado? Después de la infancia, cuando me subía a los muros para cogerla de los predios vecinos, ya nunca más volví a tener noticias de ella. Hay gente de ese estado que nunca probaron ora-pro-nobis, una verdura producida en el colegio Sión, de la que se come incluso la flor. Acostumbre a desafiar a los niños a que citen el nombre de diez frutas en las que aparezca la letra A. Tomen nota: verán que no es fácil. Estamos perdiendo la memoria del paladar. Y con ella nuestra identidad más primitiva, atávica, pues gracias al amamantamiento y por la boca es como primero despertamos los cinco sentidos que nos permiten la interacción con el universo. Sabor y saber provienen de la misma raíz. Uno no puede ser mantenido sin el otro. Sin su naturaleza litúrgica la mesa pierde su carácter de espacio donde también nuestros espíritus se nutren a través del diálogo. Por eso peor que comer deprisa es comer solo. Comer es comunión.
https://www.alainet.org/es/articulo/107451
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