Habrá guerra en Irak?

14/03/2003
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¿Habrá guerra en Irak? Desde los EEUU los medios de comunicación, que se quieren planetarios y globalizadores, nos repiten a cada instante: hágase lo que se haga, la guerra es inevitable. Pero las fechas empiezan a posponerse y a desmentirlo. Después de la aprobación el 8 de noviembre del año pasado, de la resolución 1441 del Consejo de Seguridad, parecía que el inminente ataque se produciría a más tardar la última semana de enero. Sin embargo, la resistencia de la "vieja Europa", sobre todo Francia y Alemania, como los llamó peyorativamente el secretario norteamericano de Defensa, Donald Rumsfeld, postergaron algo que para EEUU era imprescindible: el aval de las NNUU para otorgar legitimidad al ataque a Irak. El 15 de febrero, se calculó en 10 millones de personas las que marcharon por las calles de las principales ciudades del mundo oponiéndose a la guerra, de las cuales más de un millón desfilaron en Londres. El canal de noticias Fox, jamás se enteró de estas manifestaciones, mientras que CNN las presentó como la presión de grupos minoritarios. Se pensó entonces que la guerra se iniciaría entre la tercera y la cuarta semana de febrero. Pero la decisión del Parlamento turco que por apenas tres votos de diferencia decidió no autorizar el emplazamiento de tropas norteamericanas en su suelo, tropas indispensables para atacar desde el norte y neutralizar a los kurdos, también pospusieron la fecha del ataque. A mediados de marzo, EEUU no tenía los nueve votos suficientes dentro del Consejo de Seguridad de las NNUU, y además se contaba con el veto seguro de Francia y una posición crítica de Rusia y China. Frente a ese escenario EEUU intentaba una resolución por la cual incluso el veto francés pueda ser utilizado para legitimar la guerra. De otro lado, la diplomacia norteamericana jugaba al baratillo de ofertas con algunos países considerados claves dentro del Consejo de Seguridad como Angola, Chile y México, sin descuidar el espionaje y las escuchas a las delegaciones diplomáticas de los países que aún estaban indecisos. Asimismo, desde la primera semana de marzo, los laboristas ingleses empiezan a mirar con desconfianza a Tony Blair, su Primer Ministro y a pensar en que el agotamiento de su figura política haría posible un recambio, al extremo que la ministra inglesa para el desarrollo internacional, Clare Short, declaraba que la posición de Blair con respecto a su apoyo a EEUU, era "testaruda e irresponsable". En declaraciones hechas a la prensa el 11 de marzo, Donald Rumsfeld, indicaba que el apoyo de Gran Bretaña para atacar a Irak no era imprescindible, provocando remezones en Inglaterra y mostrando que el apoyo y compromiso que había asumido Blair con Norteamérica no tenía beneficio de inventario, al extremo que ese mismo día el periódico Daily Mirror, expresaba que si Blair: "envía tropas británicas a batirse en la guerra, arriesga a hacer estallar a su propio partido al riesgo de incluso perder el poder". En su arrogancia y prisa, la administración norteamericana incluso expuso al ridículo mundial a Colin Powell, cuando éste presentó un informe basado en suposiciones, exageraciones y plagios, y fueron los mismos servicios de inteligencia ingleses quienes desmintieron y corrigieron a Powell. La inevitable guerra empieza a postergarse para asombro de todos y para indignación de Estados Unidos. El mismo mes de marzo, el juez español Baltasar Garzón, hacía declaraciones públicas en el sentido de que los militares que participen en las acciones bélicas en Irak sin el consentimiento de las NNUU corren el riesgo de ser juzgados por la Corte Penal Internacional, y la reunión de los países No Alineados terminó con una contundente declaración en contra de la guerra. Mientras en el escenario internacional las cosas empiezan a complicarse para Estados Unidos, en la sociedad civil las iniciativas en contra de la guerra se multiplican con creatividad, imaginación y compromiso. En casi todas partes del mundo se realizan foros, conferencias, talleres, marchas, encuentros, vigilias, prédicas por la paz y en contra de la guerra. Escritores, artistas, intelectuales, actores y actrices, premios Nobel, personalidades de todo tipo han hecho escuchar su voz en contra de la guerra. Fue justamente el tema de la guerra el que se constituyó en el eje central de discusiones en el reciente Foro Social Mundial de Porto Alegre. Se multiplican las iniciativas como aquellas de los "escudos humanos" en Bagdad, se planifican nuevas marchas, e incluso en los Estados Unidos el movimiento por la paz gana más adeptos. La administración norteamericana ante este clamor a favor de la paz ha presentado al mundo su más reciente invento bélico denominado como la "madre de todas las bombas", el explosivo no nuclear más poderoso que existe hasta el momento. Esta presentación pública tiene un objetivo militar: amedrentar a los ejércitos iraquíes y a sus potenciales aliados, y reforzar la sensación de que la guerra es inevitable. Pero hasta el momento las continuas derrotas diplomáticas de Estados Unidos hacen pensar que incluso en el supuesto de que se dé un ataque en contra de Irak, la administración norteamericana entra debilitada e incluso puede decirse derrotada. Una derrota diplomática que puede convertirse en derrota política, y si entra en guerra, puede ser que Estados Unidos esté escribiendo su segunda derrota militar después de Vietnam. Casi nadie cree en el argumento de que Irak representa un peligro para la humanidad, y existe un consenso casi unánime de que el principal leit motiv para atacar a Irak lo constituyen sus recientemente descubiertas reservas petroleras, que sitúan a Irak como el país con las segundas reservas hidrocarburíferas más importantes del mundo. También existe la percepción de que la primera bomba que caiga sobre Bagdad hará estallar en pedazos el frágil equilibrio internacional y su entramado institucional. Esa primera bomba desestabilizará al punto de romper a las Naciones Unidas, también resquebrajará ese arduo y difícil proceso de construcción de la unidad europea, esa bella utopía de Manet y Delors. Polarizará al mundo occidental al extremo de hacer ciertas las predicciones de Hungtington sobre el "choque de civilizaciones". Destruirá el proceso de paz entre palestinos e israelíes; fragmentará a Irak, balcanizándolo, y de esos fragmentos probablemente surjan nuevas repúblicas susceptibles de caer bajo el fundamentalismo islámico, repúblicas que se convertirán a la larga en nuevos enemigos de EEUU. Además, esas primeras bombas tendrán un profundo impacto sobre la democracia, sobre las libertades humanas. Esa primera bomba sobre Bagdad generará la percepción de que la siguiente será tal vez en Nueva York o en Washington o en California. Para defenderse de esa eventualidad, EEUU tendrá que enajenar sus libertades políticas fundamentales y convertirse en un Estado policiaco, en un Estado panóptico. Orwell habría acertado. Por ello esa primera bomba no debe jamás caer sobre Bagdad. Ello lo intuyen, lo saben, lo imaginan todas las personas que están en contra de la guerra en todo el mundo. Y son esas personas, con sus iniciativas, con sus ideas, con su compromiso, con esos pequeños actos que parecen impotentes frente al desmesurado poder bélico de EEUU, los que están consiguiendo lo que a inicios de año parecía impensable: detener el ataque a Irak, acorralar a los halcones, silenciar los tambores que llaman a la guerra, derrotarlos políticamente y posicionar con fuerza la idea de que luchar por la paz es una responsabilidad de todos, en todo momento y en cualquier lugar del mundo.
https://www.alainet.org/es/articulo/107097
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