Llenar los platos

30/01/2003
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El presidente Lula lanza hoy, en el palacio de Planalto el programa Hambre Cero. Su objetivo es erradicar el hambre de millones de brasileños, asegurándole a cada uno, al final de los cuatro años de gobierno, tres comidas diarias. Se calcula que en nuestro país cerca de 80 millones de personas no consumen las 1900 calorías/día recomendadas por la Organización Mundial de la Salud. Y lo más dramático: el hambre convive con el desperdicio, pues un 5 % de la producción agrícola del Brasil se tira a la basura por falta de condiciones adecuadas de almacenamiento, transporte, comercialización, etc. El Programa Hambre Cero no intenta sólo combatir la desnutrición. Se propone también educar a los beneficiarios para que adquieran hábitos saludables de culinaria e higiene bucal, tratamiento del agua y manejo de los alimentos. De poco sirve tener a mano los ingredientes si no se sabe descontaminar el agua. Lavar las hortalizas, cepillar los dientes, plantar una huerta, organizarse en cooperativa... son exigencias de seguridad alimentaria. El Hambre Cero no se limitará a hacer llegar comida a quien tiene hambre. Pretende saciar el hambre de pan y de belleza. O sea, no se trata de un programa asistencialista, sino volcado hacia la educación ciudadana, promoviendo la inclusión social, favoreciendo la generación de renta, estimulado la participación en la vida política. Las medidas de emergencia y estructurales del Hambre Cero son complementarias. Las de emergencia tratan de atender a aquellos que, teniendo hambre, no pueden esperar. Las estructurales inciden en las políticas públicas que convergirán para sacar a las familias beneficiarias de la exclusión social: alfabetización, primer empleo, cursos de capacitación profesional, reformas agraria, urbana y previsional, programa de renta mínima, etc. ¿Cómo se va a participar en el Hambre Cero? El programa se desdoblará en tres etapas: los municipios piauienses de Guaribas y Acauã; los 959 municipios del semiárido nordeste, en nueve estados, incluyendo el Vale do Jequitinhonha, en Minas; y finalmente todo el país. Vamos, entre todos, a llenar los platos de los hambrientos del Brasil. El programa propone que se forme -en cada familia, barrio, escuela, iglesia, club, empresa, local de trabajo- uno, dos o múltiples PLATOS: Programa de Acción Todos por el Hambre Cero. Una vez iniciado el programa nacional de combate al hambre, que será anunciado oficialmente dentro de pocas semanas, cada uno de esos comités deberá trazar su propio desempeño local, recogiendo alimentos no precederos, destinándolos a instituciones que cuidan a ciudadanos en necesidad (casas cunas, asilos, hospitales, albergues, campamentos y asentamientos rurales, etc.). Si no se pudiera hacer llegar ese alimento al semiárido nordeste sin recargar el costo del transporte, que se procure desarrollar el programa en la esfera local, y del modo menos asistencialista y más educativo posible. Se recomienda que, para evitar el peligro del asistencialismo, todos los que están dispuestos a combatir el hambre permanezcan atentos a las orientaciones que dé el gobierno federal. El Hambre Cero quiere ser, ante todo, un programa asumido y manejado por la sociedad brasileña. Cada segmento social movilizado (empresas, sindicatos, iglesias, ONGs, etc.), al igual que los comités de la campaña de Betinho, debe planear su programa de acción, articulándose en una gran tarea comunitaria nacional para lograr erradicar el hambre del Brasil. Antes de preguntar lo que hará el gobierno, pregúntese lo que usted y su grupo social pueden hacer para llenar los platos de comida, de saber, de ciudadanía de los millones de excluidos que esperan nuestra solidaridad. Si la esperanza venció al miedo, es hora de que el amor venza la terrible desigualdad que degrada a nuestra nación. (Traducción de José Luis Burguet)
https://www.alainet.org/es/articulo/106923?language=es
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