Una Cooperación alternativa para otro mundo posible

10/01/2002
  • Español
  • English
  • Français
  • Deutsch
  • Português
  • Opinión
-A +A

Documento de Porto Alegre 2002

Foro Social Mundial


UN MUNDO CONVULSO

Los terribles atentados ocurridos el 11 de septiembre en Estados Unidos, ocasionaron miles de víctimas inocentes y extendieron el sufrimiento entre buena parte de su población. Este hecho se ha producido en un mundo que parece incapaz de resolver pacíficamente los conflictos mediante procesos políticos y principios justos. Un mundo en el que el economicismo neoliberal desintegra sociedades y agranda la brecha entre países ricos y países pobres, y dentro de estos últimos entre una elite y las grandes mayorías. Un mundo en el que la cultura de la violencia es animada por ideologías exclusivistas y por interpretaciones religiosas de diverso signo que permiten matar a otras personas. La globalización que soportamos nos aboca a un mundo sin rumbo, en palabras de Ignacio Ramonet, en el que los intereses de las grandes potencias dando la espalda a todo principio de igualdad, justicia y solidaridad, prosiguen practicando una acumulación salvaje y perpetuando estructuras injustas.

En este contexto las guerras se abren camino con extrema facilidad. La respuesta de Estados Unidos contra Afganistán, con el apoyo de sus aliados, constituye un nuevo acto de perversidad, pues se castiga a todo un pueblo en nombre de la lucha contra un régimen al que durante un tiempo los ahora agresores han estado apoyando de una u otra manera. Se trata de una agresión que amenaza con extenderse a otras regiones del mundo musulmán y árabes en particular, lo que sólo servirá para desestabilizar países y generar el odio de multitudes contra Estados Unidos y contra Occidente. No podemos permitir el restablecimiento del miedo a escala global, bajo la coartada de luchar contra un enemigo invisible y poderoso que actúa fuera del sistema y de las relaciones internacionales. Ese miedo es la excusa que permite desplegar "medidas excepcionales" por encima del derecho internacional. No podemos permitir la militarización de la sociedad global que sin duda está lesionando las libertades tanto individuales como colectivas. No podemos permitir tampoco que una alianza internacional, bajo las premisas de combatir el terrorismo revierta al movimiento global por una democracia económica y política real, participativa y por un mundo justo.

Los bombardeos sobre Afganistán sólo llevan a la victoria del militarismo, no a una paz duradera. Provocar miles de nuevas víctimas en una población ajena a los presuntos culpables de los atentados del 11 de septiembre es un acto de venganza indiscriminada no de justicia.

Hoy más que nunca la cultura de la paz debe vincularse al derecho de resistencia. Resistir al pensamiento único; resistir a la lógica guerrerista; resistir a toda tentativa de avanzar en un choque de civilizaciones. El derecho a la paz, a una paz sobre bases de justicia es un pilar fundamental de los derechos humanos de tercera generación, derecho derivado de la solidaridad y de la fraternidad, y que invoca necesariamente el derecho al desarrollo. Este derecho humano se encuentra hoy duramente golpeado por políticas internacionales hobbesianas que priorizan la razón de la fuerza por encima de todo criterio moral, ya que ven al mundo como regiones para la conquista. Hoy más que nunca, el rescate al derecho a la paz nos invita a ser beligerantes contra la propaganda a favor de la guerra; nos alienta a oponernos a los crímenes contra la paz; nos anima a la aproximación respetuosa a otros pueblos y culturas para una relación dialógica necesaria. El rescate de la paz, plantea desde luego, la necesidad de terminar con el hambre y con las exclusiones –el hambre es la violencia más extrema-; requiere de la construcción de otro mundo inspirado justamente en los derechos humanos de orden social, económico y cultural. En todos estos derechos, junto con los civiles y políticos, se encuentra la agenda internacional para construir ese otro mundo.

Ahora bien, la lucha por la paz incluye actuar sobre los conflictos para transformarlos. Nos manifestamos, plenamente, a favor de un Estado Palestino con todos sus derechos territoriales. Declaramos nuestra simpatía con las reivindicaciones del movimiento zapatista. Somos favorables a las luchas indígenas por su derechos individuales y colectivos que recorren todos los continentes. Nos solidarizamos activamente con los movimientos campesinos; con las luchas barriales; con las ocupaciones de tierras; con las luchas de las mujeres; con los movimientos sociales que levantan las banderas de la libertad y la justicia social.

La paz frente a la guerra, es uno de los vértices de un triángulo del que forman parte el desarrollo y la democracia. Son tres vértices que se refuerzan mutuamente. Esto es algo que visualizamos claramente en nuestro trabajo en los países del Sur. Así es como descubrimos una y otra vez como detrás de los desastres naturales, llámense terremotos o inundaciones, está siempre la vulnerabilidad social como factor decisivo; una vulnerabilidad agravada con las políticas neoliberales que han adelgazado al Estado hasta hacerlo dimitir de sus responsabilidades sociales. Son las grandes desigualdades que rompen los ojos las que explican con frecuencia como el desarrollo y la democracia están muy alejados de la gente. En la llamada Cooperación al desarrollo, el reto consiste en dar responsabilidad a las personas para que sean protagonistas de su propia historia de liberación personal y colectiva.

En este mundo convulso, somos muchas las ONGD que ejercemos la crítica, el derecho a la inconformidad, y para ello buscamos una independencia de acción que nos ayude al compromiso en pos de otro desarrollo y de otra democracia. Metas que requieren de esas ideas-fuerza que son la igualdad, la democratización de los mercados, la democracia política participativa, la regeneración de la política y la lucha popular.

¿Cuál es, sin embargo el estado actual de la llamada Cooperación al desarrollo y de las ONGD? ¿Cuál es la posición de las ONGD presentes en este Foro Social Mundial?


LAS ONGD EN LA ENCRUCIJADA

Con frecuencia, desde redes, movimientos sociales y publicaciones alternativas, se vierten críticas a la función que las Organizaciones No Gubernamentales de Cooperación al Desarrollo (ONGD) estamos ejerciendo de manera global. Estas observaciones son generalmente justas en la medida que retratan una subordinación al papel que las instituciones económicas y políticas más poderosas nos adjudican como "bomberos de la pobreza" y "ejército humanitario" destinado a sellar un hipócrita consenso moral en las sociedades del Norte. No es banal preguntarse por qué en estos tiempos de fiebre neoliberal que ataca directamente el papel social del Estado, en el marco de una globalización que somete a los pueblos del Sur a políticas económicas antisociales, las ONGD como conjunto gozamos de un clima institucional favorable.

Las instituciones neoliberales usan a las ONGD como instrumento de sustitución de los movimientos sociales alternativos, desean que tengan unas estructuras creadoras de bases sociales clientelares y pretenden que asuman las funciones sociales del Estado para reducir a éste a un aparato represivo y a una pieza política sumisa al servicio de la dictadura del mercado global.

Coincidimos en la crítica al fenómeno del papel de las ONGD en la actual globalización. Sin embargo entendemos que no puede interpretarse el trabajo de las ONGD de forma unívoca, y que es preciso distinguir entre la variedad de las mismas para localizar un buen número de organizaciones que sí están comprometidas con procesos sociales y luchas por el cambio político en clave popular. Ciertamente, un grupo de ONGD del Sur y del Norte trabajamos unidas en el impulso de procesos organizativos que articulan a bases campesinas y urbanas, a mujeres, indígenas, jóvenes, con un enfoque democrático, autogestionario y antineoliberal.

Nuestra crítica a la llamada Cooperación al Desarrollo parte de la certeza de que como práctica general y teoría ha fracasado. La teoría que afirmaba que un crecimiento importante de los países centrales arrastraría tras de sí el crecimiento de los demás países, ha resultado ser lo opuesto a la realidad. Era una teoría evolucionista que subordinaba la cooperación al desarrollo económico de los países ricos, mientras asignaba ayudas-limosna a los países del Sur. Tras el fin de la guerra fría, sin la competencia de la Unión Soviética, incluso esas ayudas al Sur han bajado en interés. En realidad, aunque las palabras cooperación al desarrollo sigan encabezando los programas de ayuda institucionales, en lo que se piensa fundamentalmente es en amortiguar situaciones extremas y evitar males peores, cuando no simplemente en ocultar intereses comerciales.

Las instituciones económicas mundiales, los gobiernos y los organismos internacionales, hace mucho tiempo que han renunciado al desarrollo real de los pueblos del Sur. En realidad el Norte tiene la convicción de que su propio modelo de vida, su bienestar, siendo impracticable a escala planetaria, se sostiene gracias a la desigualdad creciente entre regiones del mundo. Es por eso que la apoteosis de las ONGD en la época actual está poblada de trampas: se llama solidaridad a lo que es en realidad una modalidad de mercantilismo en forma de créditos o de penetración empresarial o, como mucho, un asistencialismo incapaz de afrontar el problema estructural de la pobreza.

Parece pertinente decir que la actual globalización se nos presenta cada vez más como un sistema político basado en la desaparición de lo político. Presentándose como apolítica, la globalización neoliberal ejerce una alta política cuyo principio es que el mercado dicta y los gobiernos deben administrar lo que dicta ese mercado totalitario. Lo característico es el creciente poder de las corporaciones transnacionales y de los centros financieros que, articulados con los grandes poderes políticos como el G-7, han creado centros de gravedad que gobiernan la acumulación, atravesando las fronteras de los estados-nación, minando decisivamente sus soberanías y negándoles cualquier capacidad reguladora. Las fuerzas globalizadoras hacen de los países del Sur escenarios globalizados para la acción darwinista de las multinacionales.

Este mundo mercantilista, con ser poderoso, expresa al mismo tiempo la soledad del neoliberalismo que hace un enorme esfuerzo por cooptar a la llamada sociedad civil de los pueblos del Sur, a fin de amortiguar las protestas a sus planes de ajuste y encontrar respaldo para sus proyectos, tal y como vienen criticando Bernard Cassen, Vázquez Montalbán, Sami Nair, Francois Houtart y otros pensadores. Desde el Banco Mundial al Fondo Monetario Internacional, pasando por otras instituciones financieras y organismos intergubernamentales, se viene reclamando a las ONGD una participación que asegure mayor gobernabilidad, estabilidad social y legitimidad política de los gobiernos, a cambio de abrir concertaciones que destinen montos a combatir la extrema pobreza.

En el caso de las ONGD con vocación de cambio social, nuestra independencia tiene que confrontarse continuamente con los programas y esfuerzos de cooptación neoliberales, lo que significa inicialmente un ejercicio de crítica a conceptos que, al ser manejados por organismos neoliberales, han cambiado por completo su sentido original. En segundo lugar, nuestra oposición pasa por construir estrategias alternativas que nos permitan ser fieles a los movimientos populares, en tanto que somos acompañantes de procesos sociales de resistencia y de lucha por el cambio.

Precisamente porque somos rigurosas en la crítica, las ONGD de vocación alternativa nos encontramos en una encrucijada. ¿Existen realmente espacios reales para una acción positiva que acompañe eficazmente a los movimientos y las luchas populares en los países del Sur? En cierto modo nuestra encrucijada se parece a la de los sindicatos y partidos políticos de vocación alternativa que intervienen en el marco de los sistemas parlamentarios. La encrucijada es permanente y nos obliga a un referéndum diario respecto de nuestras acciones en el ámbito de la llamada Cooperación al Desarrollo.


UNA COOPERACIÓN ALTERNATIVA

Hemos afirmado ya que es posible una Cooperación Alternativa. Queremos extendernos en esta idea principal.

Hasta el momento, múltiples experiencias con organizaciones y movimientos sociales nos indican que sí es posible y además necesaria una actuación en el campo en que intervenimos, desde la consciencia de las grandes limitaciones de este tipo de solidaridad y de internacionalismo; pero también desde la certeza que las ONGD de vocación alternativa podemos impulsar con nuestros medios una matriz que articule, entre otros muchos, esfuerzos de economía popular con otros de poder local y democracia participativa; esfuerzos de lucha por el acceso a la tierra con otros de desarrollo de agricultura sostenible y cuidado de la biodiversidad; esfuerzos también de organización social en la medida en que no concebimos los proyectos como espacios separados y ajenos a las luchas generales.

Es verdad, sin embargo, que la encrucijada en la que nos encontramos no se deriva solamente de nuestra propia opción de estar o no al servicio de la estrategia de las víctimas. Tiene que ver muy especialmente con el lugar que nos adjudica el neoliberalismo a través de gobiernos e instituciones como el banco Mundial, el FMI y otras. Nos referimos al hecho de que, incluso desde una posición y una práctica alternativas, las ONGD hemos de estar muy alertas para no sustituir al Estado y colaborar involuntariamente a su desmantelamiento. En este sentido, nuestro compromiso se inscribe en la lucha por exigir al Estado la asunción de sus responsabilidades sociales. Un principio de nuestro enfoque puede resumirse en la idea de que el desarrollo es el resultado del funcionamiento de las relaciones entre economía, instituciones públicas, estilos de vida y formas productivas. Se trata de un holismo que es más que la suma de elementos. Esto quiere decir que frente al Estado dimisionario, frente al Estado que es patrimonio y botín de unas elites, defendemos un Estado social íntegro, fuerte y capaz de impulsar ese holismo. Posición ésta que nada tiene que ver con una concepción estatista de la vida pública, como tampoco de la economía.

Nuestra práctica se orienta en la alternativa de caminar hacia otro desarrollo. Así por ejemplo, lo que llamamos economías populares está constituido por un movimiento de organizaciones campesinas, comunidades, pueblos indígenas y poderes locales, que ponen énfasis en reorientar las economías rurales, pasando del esfuerzo de producir para la exportación hacia la producción para el mercado cercano, y creando un nuevo complejo de producción e intercambio y comercialización que incluya a las cooperativas y a las pequeñas y medianas unidades de producción. Se trata de un esfuerzo que forma parte de un desarrollo endógeno que enfoca el crecimiento interno, local, territorial, nacional, como necesidad de romper o superar la dependencia externa a partir de ventajas comparativas en cuanto a la producción, los recursos humanos y el uso de tecnologías apropiadas.

Las ONGD comprometidas con una Cooperación Alternativa trabajamos con la idea de una nueva ruralidad que reconozca a sus habitantes el control de los recursos naturales y el cuidado de la biodiversidad. Una nueva ruralidad que contemple el territorio no ya como un mero espacio receptor de la economía convencional, sino como un espacio actor decisivo en su propio desarrollo y en la recreación de aquellas condiciones que históricamente le han hecho vital para la pervivencia de un pueblo. Frente a las multinacionales que gobiernan el mercado global y pretenden producir hasta los granos básicos, haciéndolos transgénicos, nuestro compromiso pasa por el impulso de una nueva ruralidad orientada a la agricultura biológica y racional, a la búsqueda de lo mejor y no de lo máximo, de la calidad por encima de la cantidad, predominio del ser sobre el tener –guardián del conocimiento tradicional atesorado por las comunidades locales-, voluntad de salvaguardar la diversidad biológica y cultural, esfuerzos por regenerar la biosfera, revitalizar el campo. Suscribimos plenamente las orientaciones de Vía Campesina, organización hermana, en la lucha por una soberanía alimentaria que define a la buena alimentación como un derecho humano.

Una soberanía que reclama los derechos colectivos de los pueblos y comunidades sobre los recursos energéticos y, por consiguiente, el derecho a intervenir en la elaboración y dictado de normas jurídicas y reglamentos sobre su uso. Derecho a que las culturas autóctonas, las costumbres y los conocimientos tradicionales sean respetados. Derecho al acceso a instrumentos y tecnologías para conservar la biodiversidad.

En suma, defendemos un desarrollo basado en el derecho que todo pueblo tiene a definir su modelo, es decir, el derecho al autodesarrollo. Porque solamente aquel modelo de desarrollo que es fruto del devenir del tiempo y de la experiencia acumulada por un pueblo, en interrelación continua con las condiciones circundantes (escalas locales, regionales, internacionales) puede realmente ser alternativa al modelo neoliberal imperante.

Las ONGD que firmamos este documento creemos firmemente en la necesidad de una nueva democracia. De otra democracia. Actualmente, la extensión de democracias delegativas, tuteladas muchas veces, de baja intensidad, lejos de garantizar el desarrollo de los derechos de ciudadanía y de los derechos políticos de las poblaciones, permiten únicamente el juego de los partidos políticos y el acceso de las elites a las instituciones públicas. Hace falta una democracia participativa de nueva planta que garantice la participación ciudadana plena de mujeres y hombres, en la formación y toma de las decisiones políticas en todos los niveles de la vida pública.

Con este enfoque animamos y apoyamos procesos de formación de poderes locales que bajo la inspiración del presupuesto participativo como meta, vayan construyendo nuevos espacios democráticos. ONGD como las nuestras están ya comprometidas en distintos países en la construcción de un municipalismo comprometido con el empuje de un desarrollo alternativo y, muy en particular, con una participación ciudadana que en cantidad y calidad apunte hacia un nuevo poder local, no ya un mero instrumento delegado del Estado central, sino un organismo vivo para una nueva sociedad.

La Cooperación Alternativa se orienta a dar apoyo a la formación de sujetos sociales para el cambio. Sujetos con un recorrido asociativo que, con una mentalidad dada a superar la lógica del subsidio y la pasiva espera de que sean otros quienes aporten soluciones para sus vidas, actúen por ellos mismos.

Los sujetos sociales a que nos referimos no encajan en ese concepto de sociedad civil usado por los ideólogos y los centros del neoliberalismo y que está fuertemente vinculado al despliegue de la privatización. El neoliberalismo requiere de una sociedad civil sustitutoria de las instituciones públicas y que asuma responsabilidades sociales que son propias de las instituciones públicas. Para el neoliberalismo, sociedad civil es un concepto que sustituye al de clases sociales y que aboga por la reducción de la vida pública a espacios menores. El Estado distribuye el poder para no tener que ejercerlo y/o convertirse en mero administrador de las decisiones de los grandes poderes económicos.

Para nuestras ONGD, los sujetos sociales para el cambio son aspirantes a constituirse en el centro de transformaciones sociales y políticas en la lógica de una nueva economía, de una nueva política, de una nueva civilización. Sujetos sociales del campo y de la ciudad, de la vida productiva y de la vida intelectual, mujeres y hombres que se organizan para mejorar sus vidas concretas y para modificar las condiciones nacionales. Sujetos que son parte de movimientos sociales, de sindicatos y ligas, de partidos políticos, y que conectan sus tareas particulares a las generales.

Es desde este enfoque que nos importan las luchas por la reforma agraria; las luchas de las barriadas marginales de las grandes ciudades; las denuncias de las múltiples violaciones de los derechos humanos; el apoyo a los desplazados por la violencia y sus movimientos de retorno; las luchas de las mujeres por sus plenos derechos y por el cambio de las relaciones de género; las luchas de los pueblos indígenas y sus derechos, que son las banderas necesarias para la edificación de nuevas sociedades multiculturales.

De cualquier modo, esta definición por pinceladas de lo que somos, es sobre todo la explicación de lo que queremos ser. Quiere esto decir que aún debemos mejorar mucho para que nuestras acciones, proyectos y programas, respondan con entera fidelidad en sus resultados a nuestros principios sociales y éticos. Esta mejora requiere de una relación de diálogo entre nuestras ONGD y las organizaciones y redes que forman parte del movimiento antineoliberal. Necesitamos ser criticados constructivamente, en la misma medida que pedimos ser escuchados. También desde nuestro ámbito podemos y debemos ejercer un pensamiento crítico respecto de otras prácticas y enfoques que se inscriben en el campo de lo popular. Este es el marco de sinceridad y rigor que queremos a fin de avanzar juntos en el común esfuerzo de hacer nacer otro mundo.


LA ALIANZA CON LOS MOVIMIENTOS SOCIALES

Venimos a Porto Alegre con una certeza: los lugares y modos de oposición a la actual globalización neoliberal, con ser muy variados, se necesitan. Necesitan reconocerse, escucharse, reflexionar y discutir, para articular una red con objetivos comunes, respetando la diversidad. Por nuestra parte nos reconocemos en buen número de los diagnósticos que desde el movimiento antiglobalización neoliberal se vienen realizando.

Como dice Eduardo Galeano, el actual modelo de desarrollo desprecia la vida y adora las cosas. Es un modelo que promete la fantasía de un Sur rico, culto y feliz, si se porta bien y si hace lo que le mandan sin chistar. Lo que estamos viviendo es una forma de globalización, no la única. Una globalización paraíso para el movimiento de capitales, más del 80% simplemente especulativo que no produce nada, que es a la vez una globalización para la pobreza y la muerte. Estamos en contra de esta globalización, no contra el hecho de un mundo cercano y conectado. No contra la globalización de la solidaridad y de la esperanza.

Como sabemos, la globalización neoliberal depende de la desregulación progresiva de los mercados, aun a costa de la soberanía de los pueblos –esta globalización tiene dos varas de medir: mientras al Sur se le aplica la receta de la liberalización económica, el Norte se reserva para sí políticas de subsidios agrícolas, la intervención del Estado en auxilio de grandes compañías, la práctica del dumping, etc.-

Los poderosos quieren convertir el mundo más que en una geografía en un mapa económico en el que gigantescas corporaciones, transnacionales dedicadas especialmente a la especulación financiera, se configuran como un gobierno planetario en la sombra. Como modelo de acumulación, acapara los mercados por medio de fusiones, adquisiciones, patentes... a costa de los capitales nacionales de menor tamaño. Las acciones de las grandes transnacionales aumentan su valor sin producir riqueza real. Pero esta globalización neoliberal que predica la liberalización de los mercados, eliminando fronteras, es en la realidad el mercado más monopólico de la historia económica de la humanidad. Unos pocos globalizan y los más son globalizados. Es la actual una globalización que dilapida los recursos de todos, industrializa la agricultura y produce transgénicos que convierten el mercado global en un McDonald´s que intoxica, envenena los ríos, los mares, la tierra y el aire, asesina los bosques, todo para generar más dinero sin que caiga la tasa de ganancia. Se trata de un sistema codicioso basado en una idea inconfesable: es necesaria la miseria de muchos para que sea posible el derroche de pocos.

Contra esta globalización se despliega en el mundo una rebelión moral que organiza a la sociedad civil de los de abajo y que revaloriza lo político desde nuevos valores, uno de los cuales es la coherencia entre el discurso y la acción, haciendo del compromiso un estilo de vida. Con este movimiento nos reconocemos y deseamos tener el honor de ganarnos día a día un puesto en él. Y nos reconocemos, asimismo, en la decisión de luchar contra la globalización neoliberal desde adentro, pues no es marginándonos del fenómeno y refugiándonos en lo pequeño como podremos oponernos eficazmente y levantar alternativas. Una lucha que en estos momentos debe fortalecer el movimiento anti-belicista. El No a la guerra creemos que es ahora mismo una posición moral fuerte, pero también una posición inteligente. Y cuando decimos No a la guerra, estamos diciendo no a la muerte, no al militarismo, no a la reducción de libertades, no a los choques entre civilizaciones, al tiempo que decimos Sí a la vida, sí a la libertad, si a la igualdad, si a la diversidad y a la solidaridad, porque otro mundo es posible.

Finalmente nos parece de interés citar algunos elementos para una agenda global de las ONGD que, a nuestro juicio, representan campos de trabajo en común con el conjunto del movimiento social presente en Porto Alegre:


  1. Deuda externa. Condonación de la deuda externa a los países de bajos ingresos y revisión de la suya a los países de ingresos medianos altamente endeudados.

  2. Comercio. Apertura comercial del Norte a los productos considerados sensibles del Sur –agricultura, textil-. Suspender las subvenciones a las exportaciones del Norte –en la Unión Europea, las llamadas "restituciones" a la exportación-.

  3. Cuestiones fiscales. Medidas para eliminar las transacciones financieras con los "paraísos fiscales"; aplicación de la Tasa Tobin; normas mínimas internacionales sobre tributación del capital.

  4. Gastos militares. Su reducción y aplicación al "dividendo por la paz". Control del comercio de armas y prohibición de las minas terrestres –EEUU y alguna otra potencia no han firmado todavía este acuerdo- y de las pruebas nucleares.

  5. Calidad medioambiental. Cumplimiento efectivo de los acuerdos firmados – Convenio de Diversidad Biológica, Capa de Ozono, Kioto,-.

  6. Cooperación al desarrollo. Ingresos suficientes para el sistema de cooperación; generación de recursos automáticos, adicionales a los voluntarios. Exigencia de calidad en su uso: Iniciativa 20:20; aplicación de la cuantía aprobada para los PMAs; finalizar la ayuda vinculada.

  7. Tecnología. Sistema de patentes que no perjudique a los países del Sur –particularmente, pero no sólo, en medicamentos- y que reconozca los derechos de propiedad colectivos sobre los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas y comunidades locales. No a las patentes sobre los seres vivos.

  8. Código ético de conducta para Empresas Transnacionales. Eliminación de la explotación infantil y el respeto a los derechos sindicales. Formulación de normas de competencia en el ámbito internacional.

  9. Flujos migratorios. Libertad de circulación y derechos iguales y efectivos para los emigrantes.

  10. Igualdad de género. Por el empoderamiento de las mujeres. Cumplimiento de los Acuerdos Internacionales sobre igualdad. Control de redes de prostitución de la mujer.

  11. Prevención y resolución de conflictos. Definición más precisa de lo que se entiende por intervenciones humanitarias y por el derecho a la injerencia.

  12. Prevención de crisis financieras globales. Reforma de las Instituciones Financieras Internacionales.

  13. Acceso universal a la educación y a la salud.

  14. Prácticas transparentes de gobierno. Lucha contra la corrupción tanto en el Sur como en el Norte. Políticas que fomenten la igualdad social.

  15. Derecho al desarrollo. Efectivo derecho al autodesarrollo de cada pueblo. Reconocimiento de los derechos individuales y colectivos.


Compañeras y compañeros del movimiento contra la actual globalización: os animamos a la participación en el debate, en el marco del Foro Social Mundial, a celebrarse en Porto Alegre, sobre la forma más adecuada en que las ONGD comprometidas con un desarrollo alternativo podemos contribuir al avance de los movimientos sociales en sus luchas por un mundo alternativo.


FIRMANTES DEL DOCUMENTO


ITALIA

GUATEMALA

  • MOVIMONDO

  • CISP (Comitato Internazionale per lo Sviluppo dei Popoli)

GVC (Grupo de Voluntarios Civiles)

  • Asociación para el Desarrollo Comunitario SIEMBRA

  • INCIDE (Iniciativa Civil para la Democracia)

CEIBA (Asociación para la Promoción y el Desarrollo de la Comunidad)

BÉLGICA

HONDURAS

  • OXFAM-Solidarité,

  • Centre National de Coopération au Développement

  • CENCOPH (Centro de Comunicación Popular de Honduras)

  • CEHPRODEC

FRANCIA

NICARAGUA

  • Terre des Hommes

  • Fundación Popol Na


MEXICO-CHIAPAS


  • Unión MAJOMUT

GRECIA

EL SALVADOR

  • EDDA

  • PROCOMES (Asociación de Proyectos Comunales de El Salvador)

  • Fundación CORDES (Fundación para la Cooperación y el Desarrollo Comunal de El Salvador

ESTADO ESPAÑOL

CHILE

  • ACSUR (Asociación para la Cooperación con el Sur Las Segovias)

  • COOPERACIÓ

  • TAREAS SOLIDARIAS

  • MEDICUS MUNDI (GIPUZKOA)

  • MUGARIK GABE

  • ASAMBLEA DE COOPERACIÓN POR LA PAZ

  • HIRUGARREN MUNDUA TA BAKEA-PAZ Y TERCER MUNDO

  • Iniciativa Solidaria Internacionalista

  • Universitarios por los Pueblos del Sur de Murcia (UNSUR)

  • ANAMURI (Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas)


BRASIL


  • Rede Social de Justiça e DireitosHumanos


https://www.alainet.org/es/articulo/105651
Suscribirse a America Latina en Movimiento - RSS