Los retos anti-racistas del Feminismo Global

09/07/2001
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La Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y otras formas de Intolerancia Relacionadas (ONU/ Sudáfrica 2001) ofrece a las propuestas feministas la oportunidad de encarar algunos de los grandes temas pendientes, como lo son el de la diversidad y el de las intersecciones entre las relaciones de género con las más cruciales formas de discriminación y exclusión, que se expresan en el marco de la globalización. De hecho, si el desarrollo político del feminismo es reconocido por su apego al pluralismo y a la diversidad, es sobre todo con el afianzamiento de la globalización y su intento homogenizador, que se hace más evidente que nunca la necesidad de analizar y aportar respuestas a las brechas estructurales, que subyacen a la concretización de un proyecto unificador de lo mundial, impulsado sobre la base de un cúmulo de inequidades históricas. Enfocar el vínculo de las relaciones de género con el racismo, la xenofobia y la intolerancia, invita no sólo a visibilizar la diversidad de contextos en los cuales se desarrollan las propuestas feministas, sino también a tomar en cuenta la multiplicidad de perspectivas y prioridades inherentes a cada una de las interrelaciones que estas producen. Pues, las relaciones de género están inextricablemente entrelazadas con realidades de clase; de pertenencia a etnias y culturas; de ubicación geopolítica; de situaciones de movilidad humana; de opciones individuales; y de inserción de cada grupo humano en los procesos de integración económica, social y cultural, actuales. En ese sentido, las temáticas propuestas por esta Conferencia Mundial tienen la virtud de abrir un espacio para la conexión con históricos problemas, que han permanecido postergados por demasiado tiempo y que, en casos, hasta se han percibido como alejados de las propuestas feministas, no obstante, son parte constitutiva de la realidad de las mujeres a escala global. Tal es el caso de las problemáticas que levantan los procesos migratorios, que van de la mano de las inequidades en las que se inscribe la globalización, donde las aperturas al libre flujo de capitales y bienes no están acompañadas del correspondiente libre flujo de personas. Las mujeres, además de las manifestaciones xenofóbicas correlativas a esas dinámicas, enfrentan el trato de ciudadanas a medias, cuyas limitaciones se ven acrecentadas por su situación étnica, socioeconómica, lugar de origen, posición en el mercado. Es innegable en ese contexto la posición de desventaja que afecta a aquellas del Sur, a las de color y a todas las excluidas. El asunto del racismo, por su parte, atraviesa y sesga el conjunto de relaciones humanas. Imposible aislarlo de las propias dinámicas de desarrollo de los liderazgos feministas y hasta de la definición de las prioridades que han predominado hasta ahora, pues si bien las problemáticas colocadas por las propuestas feministas son de corte universal y por lo tanto atañen a todas las mujeres, los límites a la inclusión de las afectadas por múltiples formas de discriminación, delineados por las brechas que interpone el racismo estructural, se reflejan en las trabas a su participación directa y por lo tanto al discurso propio, elemento indispensable para la expresión del liderazgo de propuesta. Asimismo, si el feminismo ha sido percibido como una corriente del Norte, asociado en casos a la clase media, no suficientemente expresivo de la diversidad de mujeres, es porque tan sólo en los últimos años éste está transitando hacia las expresiones de las complejidades inherentes a la multiplicidad de situaciones que afectan a las mujeres en el mundo. Problemáticas como las inherentes al racismo han sido, casi invariablemente, parte de una agenda paralela, levantada, por lo general, por las afectadas, quienes a su vez, en la mayoría de los casos, apenas han logrado colocar el asunto como un reclamo a las otras y no necesariamente como un asunto de interés general. Brecha estructural histórica Las diferencias que se expresan en la visibilidad y representación en los liderazgos feministas globales son correlativas a la brecha estructural histórica, entre cuyas manifestaciones no sólo se visualiza la limitada participación de las mujeres de las etnias y grupos discriminados, sino que es proporcional a la relegación de legitimidad de los discursos, cosmovisiones y formas de expresión propias a las culturas devaluadas desde los procesos coloniales. De igual manera, los asuntos relativos a la puesta en práctica de la diversidad, concebida como un espacio donde interactúan, en igualdad de condiciones, todas las singularidades, es parte de los retos del presente y del futuro, pues la integración de aspectos tales como la diversidad sexual o la etaria, apenas empiezan a delinearse en ejes de propuestas integradoras, de dichas singularidades, en el discurso y acciones de orden general. Esto último, es sin duda uno de los logros más interesantes que se desprenden, hasta aquí, del proceso preparatorio de la sociedad civil para la Conferencia Mundial, que convoca principalmente a movimientos apegados a un discurso de diversidad, donde se ha ido generando un espacio de propuesta y reivindicación que conjuga todas las singularidades. En los resultados del Foro de las ONGs de las Américas por la Diversidad y la Pluralidad, por ejemplo, está integrada la diversidad sexual, la etaria, la de habilidades, y otras, tanto al discurso general como a las acciones de seguimiento. Así, casi ya no sorprende encontrar estos elementos en las declaraciones y planes de los pueblos indígenas, de l@s afrodescendientes o de l@s rom. Este punto de partida, se refleja también en el lenguaje del borrador de la Declaración y del Plan de Acción de los Estados, en cuyo caso el valor del hecho radica más en la irrupción de estas problemáticas en los debates de la Comunidad de Naciones, que en los eventuales resultados inclusivos que los documentos finales arrojen. Pues, están presentes en este escenario, tanto los afanes de afirmarse en posturas pretendidamente culturales de unos, como los intereses económicos y de jerarquía, que subyacen a la negación de reconocer responsabilidades en la existencia histórica de la discriminación racial y la intolerancia, de otros. Las dinámicas que han caracterizado tanto las dos reuniones preparatorias para la Conferencia como las intersesionales en Naciones Unidas, dan cuenta de que el proceso de globalización está lejos de borrar las diferencias entre los intereses del Norte y los del Sur. Es un secreto a voces que temáticas como las de las reparaciones históricas y el establecimiento de sanciones a las prácticas contemporáneas de racismo, xenofobia e intolerancia, presentes en los documentos regionales del Sur, están siendo esquivados por los gobiernos de Europa y Norte América. En suma para el feminismo, la posibilidad de visibilizar los envites reales de las relaciones sociales en el proceso de globalización y de sustentar propuestas feministas y formas de liderazgo acordes a esta realidad, hacen de la participación a este proceso un reto interesante. Pues hay que reconocer que en lo que a creación de un mundo diferente se refiere, el feminismo no sólo tiene un gran terreno recorrido, sino que en su andar ha aprendido a construir en base al pluralismo y la diversidad, que son las antítesis de la discriminación racial, la xenofobia y la intolerancia.
https://www.alainet.org/es/articulo/105244

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