Otro mundo es posible y necesario

28/11/2000
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La hegemonía ideológica norteamericana en el mundo se asienta no solamente en su triunfo en la Guerra Fría y en la continuidad del ciclo expansivo de su economía, sino también en formulaciones políticas que buscan racionalizar y legitimar esa hegemonía. Su primer gran eslabón estuvo en la tan citada obra de Fukuyama sobre el fin de la historia, el segundo en la crisis de las civilizaciones, de Samuel Huntington. El argumento de Fukuyama "sacado de una versión banalizada de Hegel" no proclama el fin de los acontecimientos históricos, sino más bien de que toda la historia se desarrollaría en los marcos de la democracia liberal y de la economía capitalista del mercado. Todos los focos de divergencia estarían situados de este lado de ese marco, como los Estados fundamentalistas islámicos, que no habrían siquiera llegado al estadio de la separación entre el Estado y la Iglesia o de economías protegidas nacionalmente, en estadios atrasados de internacionalización. Esa interpretación sacaba su fuerza del hecho de que la globalización operaría en un plano universal, en el cual no entraban adversarios, reinaba sola. La novedad en ese campo vino de las movilizaciones iniciadas en Seattle y que cambiaron el clima del debate mundial sobre los problemas de la humanidad en el cambio de siglo. En lugar de más liberalización del comercio y flujo todavía más desregularizado de los capitales financieros, se pasó a discutir los efectos negativos de esos fenómenos. El Banco Mundial modificó su discurso, y aunque considerando siempre las políticas económicas del FMI como incuestionables e inevitables, desplazó el debate a la formas de disminuir sus efectos sociales negativos. Apenas se adecuó a las medidas compensatorias llevadas a cabo por varios gobiernos neoliberales de América Latina, como los de México y Brasil, bajo el rótulo de solidaridad, con todo su carácter fragmentario, localizado, emergencial, impotentes para contener un mecanismo productor de miseria que se sitúa en los ministerios económicos. Sociedad del trabajo Con el Foro Social Mundial que se realizará en Porto Alegre, del 25 al 30 de enero, en el mismo momento que los billonarios comandantes de la globalización y sus tecnócratas se reúnen en Davos, el movimiento de cuestionamiento del orden mundial actual se coloca necesariamente en el plano de alternativas mundiales. La agenda del Foro se inicia justamente con análisis y propuestas sobre las formas de reorganización de la economía mundial para que todos produzcan para todos. Una sociedad democrática actualmente comenzaría por ser una sociedad del trabajo, aquella en que todos tienen asegurado su derecho al trabajo, en que todos viven de su trabajo, sin explotar el trabajo ajeno. Movimiento solamente posible a escala internacional, en ruptura con la economía que mercantiliza todo, que hace que todo tenga precio, que sea vendible y comprable, que el centro no esté en las necesidades materiales y espirituales de los hombres, sino en la acumulación de la riqueza por una ínfima minoría. Ese es el camino de la lucha por una sociedad humanista en el cambio del siglo. Se camina así hacia la superación tanto de la formulación de Fukuyama, según la cual la historia estaría contenida en los marcos del liberalismo económico, como de la de Huntington, que solo tiene sentido en la oposición globalización/regímenes nacionales. Democracia reducida Por otro lado, los rocambolescos episodios de las elecciones estadounidenses ponen nuevamente en discusión el carácter estrictamente de procedimientos institucionales a que fue reducida la democracia liberal en los tiempos actuales. Disminuye la participación política, los gobiernos pierden legitimidad, los parlamentos se vacían de poder y de prestigio, los partidos se debilitan, los movimientos sociales tienen dificultades crecientes para desarrollarse, los grandes debates democráticos son substituidos en el espacio público por el monopolio nunca antes visto de los grandes medios de comunicación y sus ideologías economicistas y tecnócratas. Los episodios estadounidenses ponen en cuestión -comenzando por los billonarios financiamientos de campaña- el carácter estrictamente formal de los procedimientos por los cuales las élites deciden -apelando periódicamente a consultas populares completamente manipulables, como se ve- a que sector de ellas corresponde a cada momento ejercer el poder de forma diferente, con los mismo objetivos. Solamente la abstención de más de cien millones de personas -en este sentido, Brasil es una democracia electoral mayor que la estadounidense- habla de la perdida de substancia de ese régimen. Al lado de los procedimientos jurídicos interminables -que terminaron en un acuerdo político, para desgastar menos el sistema político de los Estados Unidos- se reveló igualmente la capacidad de los grande medios de comunicación, particularmente de las grandes redes de televisión, pero también de los grandes periódicos, al detener el monopolio de la información, de pasar noticias falsas, de manipular informaciones e incluso de equivocarse, revelándose que no están a la altura del papel central que ocupan en la información y formación de la opinión pública mundial. ?Qué carácter democrático tiene el sistema político estadounidense -modelo exhibido mundialmente como la mayor democracia del mundo? ?Qué objetividad tienen las grandes cadenas informativas? ?Qué superioridad tiene el nuevo orden mundial en relación a un mundo solidario, cooperativo, humanista? Cooperación posible Al mismo tiempo en que se continúa reproduciendo las relaciones económicas y financieras organizadas por el Banco Mundial y por el FMI, conforme a la doctrina del liberalismo económico más estricto, formas de cooperación de otro orden se establecen, por ejemplo, entre los gobiernos de Venezuela y de Cuba, en que aquel provee petróleo a precios más bajos de los del mercado, en tanto Cuba retribuye con personal médico y tecnología en salud pública, en lo que tienen la mejor y más calificada experiencia del mundo. ¿Por qué el mundo no puede ser reorganizado mediante intercambios de ese tipo, basados en las necesidades mutuas y no en los intereses de los países más poderosos y de sus empresas, que lo hacen estrictamente en función de rentabilidad, incluso si eso significa canalizar recursos fundamentales para la especulación financiera, destruir empleos, cerrar empresas, empobrecer regiones enteras, en tanto concentra riquezas en los sectores ya privilegiados del mundo y de cada sociedad?
https://www.alainet.org/es/articulo/105014
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