Sexualidad: diversidad y humanismo

30/06/1997
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El enfoque humanista crítico de la sexualidad se sustenta en una concepción del ser humano como eje y árbitro de su vida y a su vez parte indisoluble del mundo, inmerso en las más variadas formas de relación y comunicación con las persona que le rodean, por tanto, consciente y responsable de la trascendencia de sus comportamientos individuales y grupales. La formación de la sexualidad sobre los principios del Humanismo Crítico solo se logra a través de la imbricación o interpenetración de lo personal con lo social, sin privar al individuo del derecho libre a elegir y trazar los modos propios de vivir su sexualidad capacitándolo a su vez para que su elección no perjudique sus proyecciones sociales. Puede parecer difícil conjugar ambos elementos, no obstante lo consideramos del todo posible cuando, como explicamos, se vincula la libertad con la responsabilidad. Cuando, desde las edades más tempranas cultivamos en el ser humano la capacidad y el derecho a determinar los límites de la propia sexualidad, conjuntamente con el respeto de los ajenos, solo entonces estaremos propiciando la articulación del individuo con su medio y fomentando el enriquecimiento propio y recíproco con aquellos que le rodean. Esta articulación no es en términos de dependencia o supeditación, ella emana de la formación de un ser humano con una "conciencia crítica", "dialéctica", un ser verdaderamente activo, cuestionador, divergente, transformador de sí mismo y de su contexto, atendiendo al carácter complejo y contradictorio de éste. Capaz, a su vez, de penetrar y vencer obstáculos y desafíos que la vida personal y social, con toda su heterogeneidad, pluralismo y diversidad de personalidades, culturas, etnias, le enfrenta día a día. Agente de cambio Convertir al ser humano en un agente de cambio, preparado para desarrollar al máximo sus potencialidades, capaz de penetrar la vida teniendo en cuenta que ésta no es un camino lineal, libre de escollos, sino pleno de luchas, conflictos y contradicciones intra e intersubjetivos con el yo y con las individualidades y los grupos a los que se vincula cada día. Contribuir a la sustitución de las relaciones de subordinación, pasividad y dependencia de unas personas a otras (según sexo, edad, raza, status, condición física), y de cada una con su medio, por otras caracterizadas por el dinamismo, la autodeterminación protagónica sobre bases de equidad, reciprocidad y cooperación. No obstante, en esencia, muchos de los motivos objetivos y subjetivos que desde tiempos ancestrales se han opuesto a que hombres y mujeres alcancen formas libres de expresión de su personalidad y su sexualidad, siguen vigentes. Las trabas esenciales se encuentran en la existencia de las desigualdades sociales que generan otras, como las de poder y sometimiento entre los géneros, refrendadas por la mencionada doble moral, la ética y la ideología "vertical" opresora. ¿Cómo enfrentar estos obstáculos y cómo educar la sexualidad masculina y femenina atendiendo a los fundamentos de una sexualidad humanista crítica, sustentada en la libertad y la responsabilidad? Esto solo se logrará a través de un proceso educativo que garantice la formación del individuo con una intensa riqueza personal, que potencie todas sus cualidades personales, y le permitan encontrar en si mismo, en la propia convivencia social, en sus vínculos y relaciones humanas, las posibilidades de su crecimiento. De un proceso que capacite a la persona para crecer libremente, en los marcos de su individualidad, de la pareja, la familia y la sociedad con un profundo sentido de la responsabilidad, y lo convierta en un ser capaz de "... responder, cuidar, garantizar por los actos propios o de otras personas que dependen de nosotros. Responder implica asumir, hacerse cargo, poner la cara, pagar las consecuencias de la acción o la omisión, y para responder, debemos estar capacitados, ser capases, debemos saber". De esta forma se confirma la no existencia de formas de acción y relación sexual intrínsecamente insanas o patológicas, "inadecuadas", siempre que el sujeto las asuma con profunda conciencia y responsabilidad crítica que le permita alcanzar su bienestar sin interferir en otras personas. En conclusión, solo la articulación del individuo con su mundo, con el menor sacrificio y renuncia de sus potencialidades y posibilidades, le permitirá ser libre en tanto "... la libertad es una facultad del ser humano (...) de optar a partir de una conciencia de raíz objetiva, aunque no sea universal, entre diversos comportamientos o pensamientos. Se conquista a lo largo de la maduración individual, y solo un adulto sano en una sociedad abierta, educado sexualmente, es libre sexualmente. La libertad abre espacios y al mismo tiempo limita. No lleva al `sexo salvaje´ del impulso ciego. La libertad sexual está basada en el saber sexual y en una concordante adopción de valores que permitan optar, elegir entre distintas conductas sexuales de acuerdo con su filosofía existencial y con su compromiso con el mundo en que vive". Propuestas humanistas Conforme a las tesis que fundamentan nuestro enfoque humanista crítico de la sexualidad, ofrecemos un conjunto de propuestas para la atención y formación de esta esfera de la vida. * Preparar al individuo para desempañar el rol protagónico, como árbitro de la construcción y expresión personalizada de su sexualidad. * Desarrollar una actitud dialéctica ante sí y la vida, que le permita comprender y enfrentar las contradicciones inter e intrasubjetivas. * Cultivar la confianza y esperanza en el ser humano, en su capacidad de elección, decisión, crecimiento y autorrealización personal. * Promover la autenticidad, la libertad, el derecho a determinar los límites y espacios, roles particulares de expresión sexual, atendiendo a sus tendencias existenciales y evitando antagonismos con su contexto. * Romper las actitudes pasivas, dependientes de los modelos y valores sexuales estereotipados para asumir posturas activas, críticas, divergentes, transformadoras de sí mismo y de su realidad. * Evitar el desarrollo de actitudes hacia su sexualidad y la ajena sustentadas en valores egocentristas, individualistas. * Maximizar los niveles de autodeterminación y autorregulación consciente de la conducta sexual individual, vinculándolas con las de las personas con las que convive en la vida de pareja, familiar y social. * Articular el sistema de valores personales flexibles y democráticos con el sistema grupal y el social, con el mínimo de sacrificio de la libertad de elección y acción en la vida sexual. * Transformar las relaciones antagónicas de poder, dominación y discriminación entre los géneros por vínculos de cooperación, tolerancia, equidad y reciprocidad. *Cultivar el derecho al placer, al goce físico y espiritual según las formas particulares de vivenciarlo sin interferir o dañar las personas con las que se relaciona. *Garantizar el derecho a una sexualidad libre, plena, sana, conjugado con el respeto a la libertad de expresión sexual ajena. * Capacitar al individuo para comprender y evaluar con responsabilidad las motivaciones, trascendencia y consecuencia de las proyecciones de su conducta sexual. La Dra. Alicia González Hernández es Directora de la Cátedra de Sexualidad y Educación Sexual (CASES), Cuba La Dra. Beatriz Castellanos Simons es Vicedirectora del Centro de Formación Pedagógica y Orientación Educacional (CIFPOE), Cuba * Este documento es parte de La cara Socio-económica del Sida Serie Aportes para el Debate No. 5.
https://www.alainet.org/es/articulo/104806

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