¿Otro Seattle?

05/04/2000
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Protestas de primavera en Washington DC: ¿Otro Seattle?

Mark Weisbrot
Washington D.C.

La administración Clinton asegura haber aprendido algo de la ola de
protestas contra la Organización Mundial del Comercio (OMC) el pasado
diciembre. "Aquellos que en Seattle escucharon un timbrazo para
despertarse, oyeron el mensaje correcto", dijo el Presidente Clinton. Tal
vez sí, pero luego ellos colgaron el teléfono y siguieron durmiendo.

Afortunadamente, para el mundo, la administración y sus aliados no dormirán
por mucho tiempo. En la segunda semana de abril, miles de manifestantes se
tomarán las calles del otro Washington -el Distrito de Columbia-, en una
semana de acontecimientos cuyos impactos en las instituciones de la
globalización, probablemente, rivalizarán con Seattle.

El 9 de abril, grupos religiosos encabezarán un mitín a favor de un alivio
de la deuda a los países pobres. El 12 de abril, los gremios laborales
congregarán sus tropas y otra gente para oponerse a la expansión de la OMC.
Luego, el 16 de Abril, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco
Mundial (BM) encararán por primera vez grandes manifestaciones en su propio
territorio. Además de un mitín y una marcha, muchos manifestantes
intentarán paralizar las reuniones primaverales del Fondo y del Banco con
acciones de desobediencia civil no violenta -como se hizo durante las
reuniones de la OMC en Seattle-.


Las raíces del descontento

Se trata de un movimiento que está para quedarse. En cierta forma, es una
reminiscencia de la primera fase de las protestas en contra de la guerra de
Vietnam. Aquellos que entienden este movimiento saben que si no hay un
cambio drástico en las políticas de nuestro gobierno, continuará creciendo
en número y fuerza.

La analogía es apropiada desde varios ángulos: durante años, se dijo al
público americano que estuvimos peleando por la libertad de Vietnam, y que
la victoria se encontraba a la vuelta de la esquina. A medida que las
bajas aumentaron y las mentiras oficiales fueron develadas, y cuando el
horror y la crueldad de la guerra se hicieron públicas, la gente comenzó a
cuestionar la continuación de la guerra. Luego se empezó a cuestionar la
justificación, y finalmente los motivos de toda nuestra política exterior.

En esta ocasión, lo que está bajo la lupa es nuestra política económica
exterior, la cual desde ya está desacreditada a los ojos de millones de
americanos. El hecho de que esto pueda ocurrir, cuando estamos en la cima
de la más prolongada fase de expansión económica, con el desempleo en el
nivel más bajo en 30 años, es otra evidencia de que este movimiento está
profundamente enraizado.

Las protestas de Seatlle sacaron a la OMC de su cómoda oscuridad y le
arrastraron a la luz del día, donde los ciudadanos comunes pudieron ver el
impacto que tiene en sus vidas y en las vidas de otras personas alrededor
del mundo. Ello obligó al presidente Clinton a hundir la Ronda del Milenio
de las negociaciones en la OMC.

Las protestas de abril permitirán que muchas personas aprendan, primera
vez, sobre el FMI y el BM y que otros conozcan más de cerca lo que ellos
hacen. Es casi seguro que ello redundará en una disminuición del apoyo a
estas organizaciones.


El caso contra el FMI

El FMI es la institución financiera más poderosa del mundo. Es
posiblemente la institución más poderosa de cualquier clase, en términos de
su impacto en las vidas de cientos de millones -e indirectamente,
billones- de personas. Ello se debe a un arreglo informal, bajo el cual los
países que requieren créditos deben primero alcanzar un acuerdo con el FMI, a
fin de obtener créditos de otras instituciones multilaterales, gobiernos y, a
veces, incluso de fuentes privadas. Este hecho le da al FMI el poder de
escoger ministros de finanzas y gerentes del banco central, y hasta de
derivar gobiernos que no cumplen con sus condiciones.

El Departamento del Tesoro de los Estados Unidos es la instancia que tiene
una influencia dominante y abrumadora en el FMI y que mantiene unido a este
sistema. Entonces, cualquier cosa que debilite el soporte del FMI en el
lugar de su sede tiene el potencial de llevar todo el andamiaje al colapso.
Un reporte reciente de una comisión del Congreso, que criticó fuertemente
al FMI y pidió un achicamiento de su misión, ha contribuido a este
debilitamiento. Otro signo de tensiones fue la rivalidad entre la
administración de Clinton y Europa acerca de quién encabezaría el FMI,
recientemente resuelta cuando la administración aceptó apoyar a la segunda
alternativa, propuesta por Alemania, Horst Koehler.

El FMI es comúnmente representado como una operación de rescate global, un
"prestador internacional de último recurso", análogo a nuestra propia
Reserva Federal a nivel nacional. Pero esto no es cierto, incluso en
aquellas ocasiones cuando el FMI interviene en una situación de crisis. La
Reserva Federal puede proveer fondos a instituciones financieras
tambaleantes en Estados Unidos, con el fin de prevenir la expansión del
colapso. El FMI hace algo muy diferente: ayuda a formar un cartel de
acreedores, para que los prestamistas puedan cobrar la mayor cantidad
posible de las deudas a un gobierno que está enfrentando una crisis. En la
crisis asiática, por ejemplo, el resultado principal de su intervención fue
conseguir que gobiernos como los de Korea del Sur e Indonesia garanticen la
deuda de prestamistas privados.

Aunque las políticas más destructivas del FMI son llevadas a cabo en los
países más pobres, también afectan a los trabajadores en los Estados
Unidos. Por estas razones, un grupo creciente de los trabajadores
organizados aquí se está uniendo al movimiento para frenar el poder del
FMI. Después de todo, los sindicatos se opusieron al Tratado de Libre
Comercio (TLC) porque el acuerdo iba a facilitar que las corporaciones
americanas se relocalicen en México, bajen los salarios y socaven el poder
de negociación sindical. El FMI hace las mismas cosas que hizo el TLC, en
docenas de países, lo cual le ha convertido en el adversario más poderoso
de los trabajadores.

El FMI también presiona a diversos países a producir para la exportación
más que para los mercados domésticos. Ello puede resultar en una
sobreproducción de bienes elaborados o agrícolas en los mercados mundiales,
conduciendo a una baja de precios, alentando el "dumping" y presionando los
salarios a la baja. Muchos de los miles de trabajadores del acero que
perdieron su empleo por la crisis económica asiática, se cuentan entre las
víctimas de las políticas del FMI.


Es hora de otro timbrazo

Si bien el Secretario del Tesoro, Larry Summers, se está ahora sumando a
las propuestas de reforma, parece que él simplemente trata de prevenir las
demandas para un cambio real. Se rehusa a apoyar la anulación de las
deudas al FMI y al Banco Mundial de los países más pobres, demanda básica
del movimiento mundial para el alivio de la deuda. Se conoce ampliamente
que esta deuda es impagable, y estas instituciones están en condiciones de
prescindir de cobrarla. Pero ellas rehusan hacer esto, pues prefieren
utilizar la deuda para mantener el control sobre las políticas económicas
de aquellos países. James Wolfenson, el jefe del Banco Mundial, y Koehler,
que pronto será nombrado como el nuevo director del FMI, concuerdan con
Summers.

Ellos van a necesitar más timbrazos para despertarse.


Mark Weisbrot es co-director del Centro para Investigaciones en Economía y
Política, de Washington, D.C.
https://www.alainet.org/es/articulo/104610
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