Muera por la boca

17/10/1999
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Con el ojo en la ganancia, las industrias alimenticias prefieren, ahora, invertir en productos transgénicos. En Brasil, cinco variedades de soya de Monsanto ya tiene su producción autorizada por el gobierno federal, aunque no puedan todavía ser comercializadas. La apertura de una fase indagatoria aseguró estudios preliminares para que se constate el impacto ambiental de sus productos. La Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad (CTNBio), tiene 595 pedidos de liberación para el maíz transgénico, 32 para la soya, 6 para la caña de azúcar, 3 para el algodón, 2 para el eucalipto, 2 para el tabaco, 1 para el arroz y otro para las papas. Los transgénicos pueden provocar cáncer, alergias e inmunidad a los antibióticos. Por eso, el Ministerio de Justicia exige que conste en los envases si un alimento es genéticamente modificado, además del nombre del gen utilizado y el origen de la especie donante. Lo mismo se aplica para los importados y los menús de los restaurantes. Por lo tanto, si un consumidor compra o ingiere sin averiguar, el riesgo es de él. Mas, ?de quién es la culpa, si la gran mayoría de los brasileños es analfabeta y no consigue descifrar el dialecto químico de los rótulos en los envases? Si lo consigue, es hora de tornarse ciudadano y reclamar sus derechos. Mientras las investigaciones no deshagan los temores, algunas cadenas de supermercados, como la Carrefour, prefieren no ofrecer ningún producto transgénico a sus consumidores. Ignorancia alimenticia El sistema capitalista neoliberal no pretende formar ciudadanos. Invierte en la proliferación de consumidores. Les da propaganda, pero sin conciencia. Por eso, el brasileño ignora lo que come. Ni en las escuelas educan para formar consumidores responsables. Vi en China personas que conocían el valor nutritivo de este y aquel alimento, así como los efectos en el organismo. Aquí, somos analfabetos en materia de nutrición. Pocos saben preparar lo que ingieren y casi ninguno es capaz de decir lo que aquel alimento significa para su salud física y espiritual. Pese a los avances técnicos y científicos, que virtualmente nos aseguran mejor calidad de vida, hoy la codicia por la ganancia nos obliga a ingerir alimentos contaminados por aditivos, hormonas, pesticidas y antibióticos. No es de extrañarse que nuestro organismo se enferme. Corresponde al consumidor verificar el rótulo de los productos que compra, aunque no sea instruido para esta tarea. En Chile, está prohibido el aditivo eritricina. La tratrazina (amarillo 5) -presente en ciertos yogurts, mermeladas, chicles, refrescos, jugos, gelatinas, mostazas y caramelos- causa alergias e insomnio. Por eso está prohibida en Grecia, y, en Nueva Zelandia está vetada en los medicamentos. El amaranto, contenido en frutas en conserva, dulces, yogurts, puede provocar alergias y tumores. Está prohibido en los Estados Unidos, Egipto, Rusia, Kuwait y Chile. El BHA, encontrado en mayonesas y galletas, provoca irritación de la piel y cáncer. Está prohibido en los Estados Unidos, al igual que el BHT, que produce hipersensibilidad, alergias, tumores, aumento del colesterol, erupciones en la piel, y se lo encuentra en mayonesas, jugos, galletas, margarinas y mantequillas. El glutamato monosódico, encontrado en caldos concentrados, sopas en sobre, extractos de gallina, salsas de tomate y salchichas, está prohibido para la alimentación infantil en los Estados Unidos. Provoca lesión cerebral y la enfermedad de Knok, que contrae los músculos de la cabeza. Dioxinas Fueron las dioxinas made in USA, contenidas en el "agente naranja", que contaminaron, durante la guerra de Vietnam, a 700 mil vietnamitas. Hoy, hay millares de personas en aquel país con deformidades físicas y mentales provocadas por la guerra química desencadenada por la casa Blanca. Ellos llevan un proceso de indemnización contra el gobierno americano. ?Y pensar que el Tio Sam tiene el cinismo de mostrarse horrorizado cuando tiene noticias de armas químicas en otros países! En Bélgica, este año, hubo un trastorno nacional cuando se constató que la ración animal estaba contaminada con dioxinas. ?Y en el Brasil, hay dioxinas? Ellas son 500 veces más tóxicas que el famoso veneno estriquinina. Modifican nuestro código genético y causan cáncer. ?Cómo se producen? Por los incinerardores de basura domestica, industrial u hospitalaria. Aquel humo que sale por la chimenea contiene substancias venenosas que atraviesan los filtros del incinerador. De cada 3 toneladas de basura sólida incineradas, una tonelada se convierte en ceniza y debe ser enterrada en un foso sanitario. Si en el foso hay corrientes de agua subterránea, el riesgo de un desborde amenaza a toda la población que se beneficia de aquella agua. Mas no es solamente en el agua que las dioxinas nadan en cantidades. Ellas viajan por el aire. Las que son expelidas por la industria del papel y celulosa tienen autonomía de vuelo de hasta 200 kilómetros en las corrientes de aire. Caen sobre plantaciones para, enseguida, ser absorbidas por los seres humanos a través de los alimentos. En Brasil, el gobierno no posee laboratorios especializados para controlar las emisiones de dioxinas. Ni fiscalización suficiente sobre la recolección de la basura. Leche y Sal Una investigación reciente del Departamento de Alimentación y Nutrición Experimental de la Universidad de Sao Paulo, constató, al analizar 30 marcas de leche, que muchas contenían vitaminas en cantidades distintas de las anunciadas en sus respectivos envases. Hay productos que contienen una cantidad de vitaminas 50% menos de lo declarado y, otros, con cantidades de vitamina A hasta 100% por arriba. O sea, no hay control en la calidad de los productos. De las marcas de leche en polvo analizadas, apenas una presentó índices de vitamina E correspondientes a los registrado en la etiqueta. Ahora, considerando que la leche es una de las primeras fuentes nutrientes para niños menores de 1 año, se pueden calcular las consecuencias de esa alteración criminal. El artificio de aumentar las dosis de vitaminas contenidas en la leche busca asegurar la calidad del producto hasta agotar su plazo de vencimiento. Mas, en dosis excesivas, perjudican la salud. Una reciente investigación del Instituto Brasileño de Defensa del Consumidor (Idec), analizó 20 calidades de sal. En algunos encontró yodo en niveles inferiores a los admitidos por la legislación, en especial en las marcas Gauchao y Pirata, de sal gruesa. Eso es grave, pues la sal es la principal fuente de yodo para que se evite el bocio o el cretinismo, una enfermedad mental que ataca a niños carentes de esa substancia. Las marcas Sal & Sabor y Cisne, de sal refinada, contenían cantidades de humedad superiores a lo permitido. Las marcas Diana y Cinco Estrellas, también de sal refinada, presentaban granulaciones mayores a lo especificado. Las marcas Cinco Estrellas y Jasmin no exhibían, en sus etiquetas, el registro del Ministerio de Salud, la fecha de fabricación y la de validez. ?Qué hacer? El programa Fantástico ha examinado la calidad de determinados productos considerados básicos para las necesidades de la población. Es un comienzo. Debieran las escuelas introducir, en sus clases de química o de ética/ciudadanía, análisis de los productos consumidos por los alumnos. Confirmar en laboratorio los datos que registran los empaques. Y establecer un canal de diálogo con los medios de comunicación, para que un fragmento del público conozca el resultado de la investigación. En barrios, iglesias, clubes y municipios, es preciso crear instituciones de defensa del consumidor, difundir los servicios prestados por el Procon (Procuraduría del Consumidor), promover campañas para que la población adquiera mejores hábitos en lo que concierne a la alimentación, limpieza doméstica y recolección de basura. En la zona rural, la educación debe aclarar a los agricultores sobre el uso de agrotóxicos, y la preservación de las fuentes de agua, de las plantas y los bosques. Hoy, cuidar la tierra es cuidar la viabilidad de la vida humana en el futuro.
https://www.alainet.org/es/articulo/104557
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