De Brasil a Latinoamérica

Grito de los Excluidos/as

05/09/2000
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El Grito de los Excluidos no es un evento localizado en el tiempo ni en el espacio. Se trata, ante todo, de un conjunto de actividades que convergen en una determinada fecha de movilización general: el llamado "día del Grito". Este, en Brasil, se realiza el 7 de septiembre; en América Latina, el 12 de octubre. Una serie de manifestaciones preceden o dan continuidad a ese día, de manera de priorizar no sólo el contenido del evento, sino sobre todo el proceso y la metodología de preparación y participación. En Brasil, el Grito de los Excluidos se inició en 1995, en América Latina, en 1999. Tras cinco años de historia, podemos señalar algunas constantes o logros de fondo, que han estado presentes en su elaboración y organización. En primer lugar, está la constatación de que gran parte de la población brasileña y de todos los países de Latinoamérica, viene siendo cada vez más excluida de los beneficios del desarrollo tecnológico y económico. Esa exclusión crece y se profundiza año tras año, negando a la mayoría del pueblo los derechos fundamentales a la vida, o sea, el derecho a una real y justa ciudadanía. Es lo que se ha dado en llamar el "apartheid social". Frente a esa exclusión, el Grito hace la denuncia del modelo neoliberal globalizado y del sistema financiero internacional, cuyo único interés es maximizar las ganancias, olvidando la situación de hambre y miseria de millones de personas esparcidas por todo el planeta, especialmente en el Tercer Mundo. La denuncia encara igualmente a las élites nacionales, quienes, por beneficiarse del status quo, subordinan la economía y la política a las acreedores internacionales (FMI, Banco Mundial y otros), comprometiendo inclusive la soberanía nacional, sin prestar atención alguna a las reales necesidades de los países. Pero la denuncia no basta. Ella es seguida de un anuncio explícito, que, asumiendo que ese modelo económico es insustentable, lucha por una nueva sociedad donde la política y la economía estén sometidas a imperativos éticos. Estos deben preocuparse por priorizar una reforma agraria y agrícola eficaz, educación, salud, vivienda, trabajo y salario justo para todos, defensa de las tierras indígenas, incentivos a la producción familiar y comunitaria, garantía de las leyes laborales, respeto al medio ambiente, entretenimiento, en fin, una sociedad donde todos se sientan debidamente integrados como verdaderos ciudadanos. Para eso es necesaria una convergencia amplia y plural de todas las fuerzas vivas de la sociedad, en un esfuerzo que va desde la elaboración y la preparación del Grito de los Excluidos hasta la participación en éste. En el fondo, se trata de un evento construido en una gran acción colectiva ("mutirão", "minga", etc.) nacional y continental, donde todos son llamados a la protesta y a la lucha. Esa convergencia procura no excluir a ninguno de los actores interesados en la transformación efectiva de la sociedad. Se llega, así, al Grito propiamente dicho. ¿Qué es? Antes de todo, un dolor secular y sofocado que se levanta de la tierra. Dolor que se transforma en protesta, cría alas y se eleva al aire. De punta a punta del país o del continente, el pueblo lanza al viento su clamor, largamente silencioso y silenciado. Es un grito que gana los aires, entra por las puertas y ventanas, toma los espacios. Tiene como objetivo unificar todos los gritos aprisionados en millones de gargantas, herir los oídos de los responsables de la exclusión y clamar entre todos a la organización y la lucha. Es un grito de los empobrecidos, de los indefensos, de los pequeños, de los sin oportunidades ni voz, de los debilitados, en una palabra: el grito de los excluidos. El Grito señala los errores y los crímenes de este modelo excluyente, sin duda, pero a la vez quiere ser propositivo. Se trata de buscar formas concretas de acción popular, con miras a contribuir a la transformación de la sociedad, de construir un desarrollo económico participativo y sustentable, respetando la vida y la naturaleza. Aquí es preciso apoyar las iniciativas populares, respetar las diferencias de soluciones abiertas y plurales, fortalecer las organizaciones de base y las más variadas formas de lucha. Recordar, antes que nada, que los pueblos latinoamericanos tienen en su historia una inmensa fuente de resistencia, una memoria viva, creativa y activa en la búsqueda de nuevas alternativas. Por fin, mas no en último lugar, busca garantizar el protagonismo de los excluidos. A partir de las bases, ellos son llamados a participar activamente de la preparación de las actividades en torno al Grito. Además de eso, son ellos los "dueños de la palabra". Así, en el día del Grito, los micrófonos no son para las entidades de apoyo, ni para los dirigentes sindicales o políticos. Estos son siempre bienvenidos, es claro, pero como retaguardia y garantía a la voz de los excluidos. La palabra y el grito permanecen abiertos a los intereses reales de los propios excluidos. El Grito, en sus primeros cinco años, señala una nueva forma de organización de los excluidos. Se caracteriza por la implicación de éstos a lo largo de todo el proceso, sea en la producción del conocimiento relativo a la exclusión social, sea en las formas de organización y de movilización. Es importante destacar la creatividad de los grupos ante las situaciones de exclusión. Vale destacar, como ejemplos, la participación en desfiles oficiales, la participación de las escuelas, vigilias y alboradas en la víspera del Grito, etc. Desde el punto de vista de la organización, es importante recordar que, aunque exista una coordinación nacional, son respetadas y estimuladas muchas otras formas de organización: coordinaciones locales, regionales y estatales. No se trata de crear nuevas estructuras. En verdad, el Grito aprovecha las que ya existen, ligadas a las entidades implicadas, tales como iglesias, centrales sindicales, movimientos populares, asociaciones. A pesar de contar inicialmente con los recursos de las pastorales sociales, hoy se van consolidando nuevas fuentes de recursos, venta de material, contribuciones eventuales y una cuota anual para cada una de las organizaciones promotoras. ¿Cómo se realiza la divulgación del Grito? En primer lugar, a través de publicaciones propias: un periódico tabloide, con tiraje de aproximadamente 60 mil ejemplares: un boletín temático y un afiche, el cual es producido en forma colectiva. En segundo lugar, se cuenta con el apoyo de varios colaboradores: radios comunitarias, radios sindicales, pastorales e iglesias, además de variados boletines de cada una de las entidades implicadas. En 1995, el Grito contaba con una red de 60 articuladores, a nivel nacional. Hoy, después de cinco años de experiencia, ese número ya llega a casi dos mil, representando a todos los estados de la federación y a las más diversas entidades (iglesias, sindicatos, movimientos populares, federaciones y organizaciones de base). En la reunión realizada a finales de julio, se estableció un punto de referencia en cada estado, el cual deberá centralizar las informaciones y remitirlas a la sede nacional del Grito. De esta forma, se busca que las informaciones canalizadas tras la realización del Grito sean lo más próximo posible de la realidad, como una de las formas de hacer frente a la gran prensa, que en general busca distorsionar o minimizar la repercusión del evento. Las distorsiones se dan sobre todo respecto al número de ciudades y de personas que efectivamente participan en las manifestaciones callejeras. Al continuar el crecimiento, como de hecho está ocurriendo en Brasil y, a partir de este año, en América Latina, la perspectiva es de que en el próximo año tengamos un Grito Continental, rumbo a una gran manifestación mundial de los excluidos. * Bajo el lema "Por Trabajo, Justicia y Vida", una diversidad de movimientos sociales, sindicales y ecuménicos se encuentran impulsando el Grito Latinoamericano de los Excluidos/as, cuyo momento culminante es el 12 de octubre. El Grito nació en Brasil hace cinco años, como respuesta a la creciente exclusión social registrada por la aplicación de políticas de ajuste neoliberal. Este año tendrá un alcance latinoamericano, en razón de cuatro objetivos centrales: "denunciar el modelo neoliberal excluyente y perverso, que amenaza y destruye la vida y el medio ambiente; fortalecer la soberanía de los pueblos y la defensa de la vida; rescatar las deudas sociales; y luchar por el no pago de la deuda externa".
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