Los múltiples tentáculos del racismo contemporáneo

29/02/2000
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  • Análisis
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Los "incidentes de racismo, xenofobia y discriminación" están creciendo de tal manera que es válido preguntar si acaso, a comienzos del año 2000, no estamos ante un fenómeno generalizado que atraviesa casi todas las dimensiones de la interacción humana contemporánea, abarcando lo social, lo económico, lo cultural y lo político.

 

Cuando está en marcha el proceso de la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y la Intolerancia, prevista para el año 2001 en Sudáfrica, bien vale abordar algunas de las facetas que adopta la discriminación racial en el contexto de la mundialización y que están relacionadas con las corrientes migratorias, el medio ambiente y el uso de la Internet por grupos racistas.

 

Migración y racismo

 

En Europa, dos hechos aparentemente aislados (el violento brote anti-marroquí en El Ejido, Almería, España, y la ascensión al poder del populista y neonazi Jörg Haider en Austria) muestran que las corrientes que preconizan el odio y la expulsión de los/as extranjeros/as crecen de manera sostenida y preocupante.

 

"Sí, soy racista, quiero que todos los moros se vayan de El Ejido", declaraba sin tapujos al diario ABC un español que participaba en la cacería de marroquíes, en revancha por la muerte de la joven Encarnación López Valverde a manos de un enfermo mental marroquí. Ante la pasividad de la policía, cientos de enfurecidos españoles se lanzaron, armados con garrotes y palos, contra los extranjeros: destruyeron y saquearon sus comercios, lugares de reunión y sedes sociales, quemaron sus viviendas y vehículos, hirieron a varios y arremetieron incluso contra periodistas y delegados del Gobierno.

 

 En países como España, en donde predomina una población envejecida, el trabajo de los emigrantes, es uno de los factores que permite su prosperidad económica. La prensa da cuenta que El Ejido se ha transformado de un desierto en un vergel gracias a la mano de obra barata y abundante de los emigrantes marroquíes que laboran en los invernaderos.

 

Los trabajadores emigrantes, en compensación, reciben un trato discriminatorio y son superexplotados por patrones que en poco tiempo se han enriquecido a costa de los bajos salarios, el trabajo clandestino, y las miserables condiciones de vida que se traducen no sólo en hacinamiento sino en carencia de los mínimos derechos laborales y sociales.

 

 Las dos Europas

 

La violencia racista se produce en un contexto en que la Comunidad Europea y los Estados Unidos están imponiendo barreras cada vez más duras para detener la inmigración proveniente de África, Asia, América Latina y Europa del Este.

 

La Unión Europea efectúa campañas de propaganda en países del denominado Tercer Mundo para desalentar la emigración, controla los aeropuertos considerados conflictivos, amenaza con interrumpir la ayuda financiera, crea campos de prisioneros para los demandantes de asilo (Italia y Gran Bretaña), pero no logra detener el flujo de emigrantes que arriesgan todo para alcanzar el "paraíso europeo".

 

 Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), hay más de 2.600.000 emigrantes ilegales en Europa Occidental. La crisis y el deterioro de las condiciones de vida en los países del Sur empujan a millones de hombres a emigrar en busca de trabajo y mejores días. Al arribar al Viejo Continente se enfrentan a la realidad de las dos Europas: la Europa solidaria que trata de acogerlos y la Europa del racismo y la xenofobia que los rechaza y los desprecia.

 

Muchos logran los objetivos que les están negados en sus países de origen, pero otros no son bienvenidos. Es la Europa de la xenofobia que mide a los emigrantes con un doble rasero: son buenos en los trabajos pesados que los europeos no desean hacer pero son indeseables cuando asisten a sus lugares de reunión y diversión, a sus escuelas y servicios públicos.

 

Las falsas imágenes que tienden a identificar al latinoamericano ("sudaca") con mafioso, a negra con prostituta, al africano con pobre, a musulmán con terrorista, por desgracia están muy extendidas. Por ello, no resulta raro que policías, comerciantes y dueños de viviendas den un trato discriminatorio a los emigrantes, basándose en criterios racistas como el aspecto físico y el color de la piel.

 

 Las policías de Austria y Alemania han sido acusadas de cometer abusos durante las repatriaciones de los y las emigrantes. En 1999, dos personas murieron mientras eran expulsadas a sus países de origen, lo que obligó a revisar los protocolos de la actuación policial en estos dos países.

 

En el caso de Austria, los policías que custodiaban en un avión a un nigeriano que se resistía a ser expulsado, lo redujeron tapándole la boca con cinta adhesiva lo que le provocó la muerte. Igual suerte corrió un sudanés, al que los policías alemanes le colocaron un casco de motocicleta durante el despegue del avión, ejerciendo, además, presión para inmovilizarlo.

 

Recientemente, la prensa de Suiza denunció que este país había deportado un total de 3000 africanos de su territorio hacia Costa de Marfil. Al adoptar esta medida no se tomó en cuenta su nación de origen, pues todos fueron expulsados a Costa de Marfil (incluyendo un jamaiquino), país con el que Suiza mantiene un convenio que estipula el pago de 500 francos suizos (unos US$ 312) por cada deportado. A estos gastos (cerca de 1 millón de dólares) deben sumarse otros costos como la contratación de aviones privados para la repatriación de las "personas más problemáticas", por un monto de 100.000 francos suizos por vuelo (unos US$ 62.500), según revelaciones del semanario L'Hebdo del 20 de enero del 2000. Cifras considerables para mantener alejados de sus fronteras a los africanos y africanas.

 

Neonazis en el poder

 

 En Europa renacen los grupos que hacen de la xenofobia y la discriminación racial (practicadas como acciones conscientes e intencionadas tendientes a excluir, eliminar o marginar a grupos humanos por motivos de su origen étnico) sus banderas de lucha.

 

En el caso de Austria, el populista Haider acaba de inaugurar el primer gobierno europeo de extrema derecha luego de la segunda guerra mundial. El político ha manifestado abiertamente sus simpatías por el III Reich y ha culpabilizado a los extranjeros de ser los causantes del desempleo de los austriacos, lo que le permitió ganarse a una parte del electorado.

 

Durante la campaña electoral, Haider, se refirió a los africanos como "camellos" de droga que corrompen a la juventud, a los polacos como ladrones de carros, a los ex yugoslavos como especialistas en el robo con violencia, a los turcos como organizadores del mercado de la heroína y a los rusos como especialistas del mercado negro y la agresión.

 

Aunque la Comunidad Europea reaccionó contra Haider, no pudo impedir que asumiera el poder el partido liberal de Jörg Haider en alianza con el partido demócrata cristiano dirigido por Wolfgang Schüssel.

 

Informes de Naciones Unidas dan cuenta que en Alemania el racismo y la xenofobia continúan manifestándose en forma violenta. Las acciones de los extremistas de derecha y neonazis se incrementaron en 1998 en un 11%, y organizaciones de este signo político como Deutsche Volksunion y NPD aumentaron el número de sus partidarios en 1.700 y 3.000 personas, respectivamente.

 

En América Latina, la internacional del racismo alza cabeza en Argentina, Chile y Uruguay en donde han aumentado sus actividades públicas y encubiertas. Aparentemente apoyados por criminales nazis refugiados luego de la segunda guerra mundial, los neo-nazis tuvieron una primera reunión en el Colegio La Salle en Buenos Aires en 1998 en donde llamaron a conformar la internacional nacional-socialista. En ese mismo año, en Montevideo se produjeron explosiones atribuidas a neo-nazis, seguidas de ataques a empresas y residencias de judíos y profanación de sus cementerios, hechos todavía no aclarados.

 

En Argentina se han identificado dos partidos de inspiración neo-nazi: el Partido del Orden Social dirigido por Iván Franze, que afirmaba tener 7.000 seguidores en Buenos Aires y sus alrededores, y el Partido Nacional de los Trabajadores, comandado por Alejandro Biondini, que señala que su objetivo es restablecer el poder militar en la Argentina y reactivar el complejo militar e industrial.

 

Racismo cibernético

 

 En estos tiempos de globalización, el instrumento preferido por los partidarios de la supremacía racial es la Internet.

 

A través de la red de redes, difunden información y propaganda, ganan adeptos, planifican y alientan acciones racistas, sorteando cualquier tipo de regulación o control. Los grupos fascistas alemanes han llegado incluso a ofrecer recompensas en Internet a quienes eliminen a los enemigos de su causa. Grupos neo-nazis españoles no se han quedado atrás: durante el brote de xenofobia de El Ejido, a través de una página Web, hicieron un llamamiento a los "camaradas" a participar en las manifestaciones contra los marroquíes.

 

Aunque no se conoce el número exacto de páginas Web de tipo racista, varios estudios indican que éstas se han duplicado en los últimos tres años, pasando de 600 en 1997 a más de 1400 en 1999. Sólo en Estados Unidos, este tipo de sitios han ascendido de 163 en 1997 a 254 en 1998, indica una investigación de Southern Poverty Law Center, centro de investigaciones de Alabama, citado por Maurice Glèlè-Ahanhazo, relator especial de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

 

En Alemania, se multiplicaron por cinco en dos años, según la Oficina de Protección de la Constitución. La novedad, sin embargo, es que los neonazis no tienen el monopolio del odio racista en las redes electrónicas, sino que han aparecido sitios anti-árabes auspiciados por organizaciones judías de Estados Unidos, Reino Unido e Irlanda del Norte; sitios anti-musulmanes; sitios de organizaciones afro americanas, además de los ya conocidos sitios sexistas y pornográficos.

 

Organizaciones de la sociedad civil, no se han quedado cruzadas de brazos y han hecho seguimientos de las páginas racistas, ofreciendo a los usuarios documentación y elementos para que puedan reflexionar y discernir sobre los alcances y peligros de este tipo de mensajes que abren el camino a las guerras étnicas como las vividas en la ex Yugoslavia y África del Sur.

 

Mundialización y racismo

 

El caldo de cultivo, en última instancia, en que se incuban el racismo -como doctrina de la supremacía racial- y la discriminación racial es la propia mundialización con sus tendencias injustas y excluyentes que generan, por un lado, enorme concentración de poder económico, político y militar en los países industrializados del Norte, y por otro, pobreza, hambre y grandes conflictos sociales (como la emigración) en el Sur del planeta.

 

 "Los artífices y beneficiarios de estos sistemas económicos son blancos en su mayoría. Los que los padecen recibiendo escasos beneficios son sobre todo personas de razas y orígenes diversos. El racismo mundial y las estructuras económicas injustas del mundo se compenetran. Sin embargo, rara vez se reconoce la dimensión racista del orden mundial", señala el Consejo Mundial de Iglesias en el documento "Una comprensión del racismo en nuestros días", 1998.

 

Las apreciaciones de la organización ecuménica coinciden con un informe presentado, a mediados del año pasado, a la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías de las Naciones Unidas por el experto Oloka-Onyango. En él se señala: "En último término, la mundialización está beneficiando fundamentalmente a una pequeña minoría de privilegiados, pero está marginando a un número elevado de personas, calificadas erróneamente a menudo de miembros de "clases inferiores". Esa marginación, que afecta desproporcionadamente a la gente de color, emigrantes y mujeres, explica por qué, incluso en el seno de procesos de mundialización que han incrementado enormemente los niveles de riqueza global (mundial), se da también una depauperación creciente.  Las fuerzas diferenciales que impulsan el fenómeno pueden explicar parcialmente asimismo el número cada vez mayor de incidentes de racismo, discriminación racial y xenofobia" ("Mundialización en el contexto del aumento de los casos de racismo, discriminación racial y xenofobia", 1999).

 

En este contexto, ya no estamos hablando de una discriminación racial que se reproduce cotidianamente en el ámbito individual, familiar o grupal sino de un racismo institucionalizado, que aunque se manifiesta de un modo sutil o encubierto está presente tanto en el interior de muchos Estados como en las relaciones internacionales.

 

 "El proceso de mundialización puede llevar implícitos conceptos de superioridad racial y de discriminación basados en una visión del mundo que busca uniformar, dominar o suprimir. Un ejemplo de ello es el caso de los derechos de propiedad intelectual que, bajo los auspicios de la Organización Mundial de Comercio, se tratan en el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC)", sostiene Oloka-Onyango.

 

Racismo ambiental

 

Varios gobiernos y empresas privadas adoptan u omiten medidas que tienen efectos negativos en el medio ambiente y perjudican -en forma intencional o no- a individuos, grupos y comunidades sobre la base de su raza o color de piel. A eso se denomina "racismo ambiental", que también es una forma moderna de discriminación. El racismo ambiental impone costos tanto materiales como humanos: menor duración de la vida, mayores tasas de mortalidad infantil, mayores gastos de salud, vivienda inadecuada, y una disminución general de la calidad de la vida. Se manifiesta en el momento en que los países del Norte efectúan sus experimentos nucleares en el Sur del planeta o tratan de ubicar la basura tóxica de sus industrias en países pobres, justamente en donde viven pueblos negros, indígenas y de otros orígenes étnicos.

 

 Otras formas de discriminación se producen cuando las transnacionales, que extraen petróleo, madera y minerales, contaminan y destruyen el hábitat natural y la cultura de los pueblos indígenas y comunidades negras.

 

 Varias denuncias se han formulado en Naciones Unidas sobre la ubicación de depósitos y vertederos de basura y materiales tóxicos y peligrosos en Estados Unidos en zonas en donde residen minorías étnicas.

 

 El Grupo Jurídico Internacional de Derechos Humanos sostiene que en Estados Unidos alrededor del 28% de la población está formado por minorías raciales no blancas y que la raza constituye el factor más decisivo en la ubicación de los depósitos comerciales de desechos peligrosos. La organización aporta, además, los siguientes datos reveladores:

 

- Tres de cada cinco estadounidenses de origen africano viven en comunidades en que hay depósitos no controlados de desechos tóxicos.

 

 - Tres de los cinco mayores vertederos comerciales de desechos tóxicos están en comunidades predominantemente habitadas por comunidades de origen africano o latino; esos vertederos representan, en conjunto, un 40% del total estimado del país.

 

 - La supervivencia misma y la cultura de la población autóctona están amenazadas por peligros ambientales como los derivados de la minería, del uranio, mientras que 270.000 trabajadores inmigrantes de origen latino sufren cada año el envenenamiento por plaguicidas peligrosos.

 

Racismo en América Latina

 

"Hasta hace algunos años se sostenía en América Latina que no había discriminación racial, porque únicamente se miraba las Constituciones o las leyes que dicen que todos los ciudadanos son iguales y que por tanto no existe discriminación racial, pero una cosa es lo que dice las leyes o la Constitución y una cosa muy distinta la realidad que se ha vivido en América Latina", manifestó el Dr. Luis Valencia Rodríguez durante un seminario sobre los recursos que pueden presentar las víctimas de racismo y discriminación racial.

 

El Dr. Valencia es miembro del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de las Naciones Unidas, y en este evento presentó una ponencia sobre la discriminación racial en las esferas económicas, sociales y culturales, de la cual presentamos un resumen.

 

Discriminación en la vivienda

 

La vivienda es un derecho humano básico y ha sido objeto de muchas resoluciones de las Naciones Unidas, estando además, consagrado en las Constituciones de varios Estados, sin embargo la realización de este derecho sigue siendo, en muchos casos, una utopía.

 

Más de mil millones de personas en todo el mundo ocupan pocilgas inhumanas y esta situación se produce tanto en el Norte pero, principalmente, en el Sur del planeta. Los afectados de esta exclusión son las minorías étnicas, los trabajadores migratorios, refugiados, minorías de índole sexual, personas sin tierra, comunidades indígenas, desempleados/as, ancianos/as, antiguos delincuentes.

 

En muchas ciudades, la segregación racial se manifiesta en la conformación de las ciudades y zonas residenciales, fenómeno que está relacionado con las diferencias de ingresos de los grupos humanos, pero también con las diferencias de raza, color, ascendencia, origen nacional o étnico.

 

 En la salud

 

 Al igual que en el caso de la vivienda, la salud es considerada "como uno de los derechos humanos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica y social".

 

La discriminación en cuanto a la salud se manifiesta en la exclusión de los servicios básicos como agua potable y drenaje, y en las carencias de alimentación sana, suficiente y adecuada, y de un ambiente sano.

 

Varios centros médicos se resisten a prestar la debida atención a grupos humanos pertenecientes a otra raza o etnia porque dicen que sus pacientes habituales no tienen relación alguna con gente de esas razas o etnias.

 

En el empleo

 

A raíz del proceso de globalización, se ha puesto en cuestión el cumplimiento de los Estados en materia del derecho al trabajo, y especialmente en lo relacionado con el artículo 5 de la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial, vigente desde 1969, el que garantiza el "derecho de toda persona al trabajo, a la libre elección del trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo, a la protección contra el desempleo, a igual salario por trabajo igual y a una remuneración equitativa y satisfactoria".

 

Una de los fenómenos que se observa actualmente es la competencia entre la mano de obra local, que desea mantener sus prerrogativas, y los trabajadores inmigrantes dispuestos a ser contratados en condiciones de inferioridad.

 

Las prácticas discriminatorias más frecuentes en este campo tienen que ver con las preferencias de los empleadores a contratar trabajadores de un cierto tipo racial. Por lo general, los/as trabajadores/as inmigrantes (legales e ilegales) reciben salarios más bajos que los nacionales o se desenvuelven en condiciones laborales inferiores.

 

En la educación

 

La segregación en la vivienda también conduce a la discriminación en los centros educativos, pues reduce los contactos entre los/as estudiantes de los diferentes grupos raciales o étnicos.

 

Los padres, a menudo, se ven obligados a acudir a las escuelas existentes en las circunscripciones territoriales en que habitan, generalmente de más bajo nivel académico. También existe la tendencia de ciertos padres de evitar enviar a sus niños/as a escuelas que tienen un alto número de educandos de grupos étnicos minoritarios porque no desean que sus hijos entren en contacto con niños/as de esas minorías.

 

Sector público

 

En el año 2000, todavía existen clubes u otros establecimientos, públicos y privados, que no permiten el ingreso de personas pertenecientes a grupos minoritarios raciales o étnicos diferentes de la mayoría. Estas prohibiciones, a menudo, se las hace sobre la base de consideraciones como el vestido, la presencia personal, el idioma u otros aspectos, lo que constituye una forma disfrazada de discriminación racial.

 

 Finalmente, en el campo cultural aún queda mucho por hacer para que los gobiernos respeten las manifestaciones culturales y proporcionen los medios adecuados para hacer efectiva la participación en la vida cultural de todas las personas sin distinción de ninguna clase.

 

 El derecho a la cultura es más patente para los grupos étnicos para quienes el ejercicio de sus propias manifestaciones culturales es esencial para conservar su personalidad e idiosincrasia.

 

Desde Ginebra

 

 

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