Corrupción

09/01/2007
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La corrupción en México se da en todos los niveles y en todos sus órganos de gobierno y ahora más por su conexión con el crimen organizado, fenómeno de penetración que se dispara a partir del 2000 con la llegada de la derecha al poder.
 
Si bien es cierto que los estudiosos de la materia arguyen que tal degeneración en la cosa pública viene desde la Colonia, es de aceptarse que se ha convertido en el más lacerante problema de gobernabilidad y por tanto el mayor reto de la administración del presidente, Enrique Peña Nieto.
 
Se dice, que solo se toman medidas o se actúa cuando “llega el fuego a los aparejos”, o lo que es lo mismo, “se tapa el pozo después del niño ahogado”. Eso es precisamente lo que les ha pasado a todas las fuerzas políticas representadas en el Congreso de la Unión.
 
Tenían que darse los sangrientos episodios en Iguala y Acapulco, Guerrero, para que se acordaran que yace en la Cámara de Diputados una iniciativa de Ley Anticorrupción, presentada por el Jefe del Ejecutivo desde principio de sexenio y aprobada a la mitad, es decir, por la colegisladora, Cámara de Senadores.
 
El problema estriba, en que los sucesos de Guerrero han embarrado a todos los partidos, en esas circunstancias, el ataque entre esos partidos para repartirse culpas resulta una imprudencia porque se revierten ipso, es como escupir para arriba.
 
Los partido de izquierda, el de la Revolución Democrática y Morena, no encuentran lejía consistente para lavarse las cara; para nadie es un secreto que los líderes de ambos institutos políticos apoyaron a los funcionarios o ex funcionarios señalados como presuntos autores intelectuales de la masacre de Iguala.
 
Lo de Acapulco es un caso de corrupción interpartidista, el secretario general municipal del Partido Acción Nacional, PAN, Braulio Zaragoza Maganda fue asesinado por sus propios correligionarios por disputas de poder.
 
Ante estos hechos y el panorama de corrupción que priva en los tres órdenes de gobierno y en su tres niveles, ahora en forma apresurada nos sale el presidente interino del PAN, Ricardo Anaya Cortés, con una iniciativa de Ley Anticorrupción, no obstante que desde que ocupó la presidencia de la Cámara baja recibió la minuta de la presentada por Peña Nieta, después de ser aprobada por el Senado de la República.
 
La maña, es de todos conocida, si una iniciativa no parte de tus propias filas partidistas, déjala dormir en cualquier cajón de escritorio. No tienes que hacerle el caldo gordo a los de enfrente.
 
Ahora, ante el ambiente de caos, donde la mugre de la corrupción y la complicidad con el crimen organizado salpican por igual, todos quieren poner un coto a este flagelo que va desde investigar a los posibles candidatos a puestos de elección popular, hasta las entrañas mismas de los órganos de gobierno.
 
Bienvenidas todas las iniciativas, siempre y cuando en verdad tiendan a revertir el flagelo. Y no nos cansaremos de repetirlo: nos negamos a aceptar que sea parte de la idiosincrasia del mexicano, es sólo de los corruptos, ladrones y asesinos, los cuales, afortunadamente son los menos; por desgracia la impunidad los dimensiona para infortunio de toda la nación.
 
- Teodoro Rentería Arróyave es periodista y escritor mexicano; www.felap.info, www.ciap-felap.org, www.fapermex.mx, y www.clubprimeraplana.com.mx
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