No sólo con elecciones se hace revolución!

18/12/2013
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El resultado de las recientes elecciones municipales en Venezuela –que se transformaron en plebiscitarias debido a la polarización de la sociedad– constituye una importante victoria puntual contra el imperialismo. Una batalla que se ha ganado, en una guerra aún indefinida.
 
La importancia de esta victoria es que un resultado adverso sería la señal para la radicalización del proyecto de desestabilización de la economía venezolana y del gobierno de Maduro, con la derecha apresurándose a incluir en la agenda la agitación para el referendo revocatorio previsto para 2016.
 
Respiran aliviados la llamada Revolución Bolivariana, los procesos de reformas progresistas en América Latina, especialmente en Bolivia y en Ecuador, la Revolución Cubana y la posibilidad de una solución política al conflicto colombiano.  Una victoria de la oligarquía y del imperialismo en esta elección venezolana, inclinaría hacia la derecha, o más hacia la derecha, a los gobiernos del Cono Sur, llevándolos a promover más concesiones al capital.
 
Pero el impase en la lucha de clases de Venezuela no será resuelto, a favor del campo popular, en ese eterno campeonato de votos, en el país con el mayor récord mundial de elecciones.
 
La guerra económica y política llevada a cabo por la oligarquía venezolana asociada al imperialismo (dentro del modelo que derrocó a Allende en Chile) ciertamente continuará y no será vencida solamente a través de elecciones. Si fuera así, Venezuela ya sería socialista. Mientras el capitalismo no sea superado, el proceso no avanzará por el camino del socialismo. El destino de una revolución que se estanca es la muerte.
 
 Las medidas de Nicolás Maduro contra la especulación y el desabastecimiento, que el capital ha promovido  y continuará haciéndolo, fueron decisivas para esta victoria electoral, al crear en las masas una sensación de que es posible contener e incluso vencer al capital a través de decretos, de “plumazos”, como se dice en Brasil.
 
 Es urgente radicalizar el combate al capital, porque medidas puntuales  pueden crear la ilusión de que éste puede seguir siendo regulado, suavizado y perfeccionado. El problema es que las leyes de mercado no fallan y la acumulación de capital siempre encuentra formas de prosperar, así sean ilícitas.
 
 Es necesario aprovechar la vigencia de un año de la Ley Habilitante –que le da poderes al presidente Maduro para legislar por decreto, frente al riesgo de desestabilización política y económica del país– para enfrentar el dominio del capital sobre la economía y los medios de comunicación burgueses sobre las conciencias y, específicamente, para substituir las instituciones del estado burgués, aún vigentes, por la dualidad del Poder Popular. Todo esto es viable en Venezuela, pues ahí el mayor saldo positivo del desarrollo del proceso es justamente el acumulado en la organización de consejos, comunas y brigadas populares, algunas dedicadas incluso a la autodefensa.
 
 Por lo tanto, el factor decisivo para pavimentar el camino al socialismo, hoy por hoy obstruido por fuertes barreras impuestas por el capital, será el refuerzo de la organización y del protagonismo de los trabajadores y del proletariado en general, orientado hacia la revolución socialista y no sólo hacia meras reformas y la sustentación del gobierno.
 
El socialismo del que hablamos aquí es la transición al comunismo, no el del “siglo XXI”, un supuesto nuevo modelo, en realidad una tercera vía, como si fuera posible una “mediación” entre socialismo y capitalismo. No hay nada más moderno que el legado de Marx, Engels y Lenin, enriquecido por la formulación colectiva de los partidos revolucionarios.
 
Los sectores populares retribuyeron con votos la ofensiva tardía del gobierno frente al capital, en víspera de las elecciones (y muy probablemente en función de ellas). Mostraron así que quieren radicalización, no conciliación.
 
No obstante, si esta ofensiva no tiene continuidad ni radicalidad, las masas tendrán que buscar sus propios medios y caminos, por fuera de la institucionalidad venezolana, que aún es burguesa, aunque mitigada por algunas reformas progresistas.
 
  Ovan Pinheiro es Secretario General del PCB – Partido Comunista Brasileño.
 
Agencia Bolivariana de Prensa
 
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