La lucha contra el racismo en Cuba, una visión desde adentro

15/07/2013
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 486: Miradas del movimiento afrolatinoamericano 06/02/2014
Con las medidas tomadas a partir de 1959, se inició la demolición de la discriminación racial.  El formidable impacto alteró la vida de la población humilde y las ideas racistas fueron perdiendo vigencia. En marzo de 1959, en 3 diferentes intervenciones, Fidel Castro fustigó las actitudes discriminatorias.
 
Cito: Vamos a poner fin a la discriminación en los centros de trabajo haciendo una campaña para que se ponga fin a ese odioso y repugnante sistema con una nueva consigna: oportunidad de trabajo para todos, sin discriminación de razas, que cese la discriminación en todos los centros de trabajo. Así vamos forjando, paso a paso, la Patria nueva.
 
Cuestión ésta que evidentemente no podía eliminarse totalmente por decreto sino con un cambio de mentalidades, muchas de esas mentalidades lastradas por la posición de inferioridad en que llegaron los africanos y africanas a Cuba.
 
La falta de un debate público –durante años– del tema del racismo, facilitó la supervivencia y reproducción de estereotipos racistas; esto se debió a la priorización de la lucha contra el poderoso vecino y se pensó que este tipo de debate dividiría a la nación cubana. El problema está en que aún subsiste cierto miedo a abordar el asunto en toda su dimensión social.
 
Algunas personas actualmente afirman que el plantear el tema de la necesaria igualdad racial divide la Revolución.  Esto no es cierto, lo que sí hace daño a la Revolución es no combatir esa costra del coloniaje.
 
La lucha por la igualdad de la mujer no dividió al pueblo cubano, la lucha contra la homofobia tampoco, ¿Por qué entonces la lucha contra los rezagos de la discriminación nos va a dividir? Porque siempre que identifiquemos nuestros problemas esto no será negativo sino positivo.
 
Políticas frente a la pobreza
 
La historia y la comparación con otros contextos nacionales enseñan que los momentos de crisis, de cambios, son propicios a un incremento de las expresiones abiertas del racismo. Indudablemente el derrumbe del campo socialista y el periodo especial fueron elementos propicios para un resurgimiento de algo que estaba adormecido pero no eliminado.
 
Las medidas implementadas a partir del triunfo de la Revolución, en 1959, beneficiaron a todo el pueblo humilde pero especialmente a los no blancos, el sector discriminado por 400 años de coloniaje y 58 de república dependiente de Estados Unidos: becas para estudios desde la enseñanza primaria hasta la universitaria, la conversión de los clubes privados de la burguesía, donde no se permitían negros y mestizos, en círculos sociales para obreros, igualdad en el empleo –hasta ese entonces solo trabajaban blancos en bancos, tiendas y en las principales empresas norteamericanas–.
 
Estas justas medidas, harto conocidas, partieron sin embargo de una base asimétrica.  Recordemos que el mayor porcentaje de analfabetos, según los censos, siempre eran las personas negras y negros.
 
No obstante, es obvio que abrirse paso a pesar de las facilidades otorgadas no es fácil, pues al residir en las peores viviendas y en muchos casos hacinados, con padres de bajos ingresos y bajo nivel educacional que no pueden ayudarlos en sus estudios, no les es factible aprovechar a plenitud las oportunidades; esto ha tratado de ser rectificado con el plan de trabajadores sociales implantado en la década de los 90, que fue un real esfuerzo para eliminar las asimetrías.
 
Recientemente en un coloquio organizado, este año, por la Fundación Nicolás Guillén, se hablaba de que en Cuba actualmente existe un 20 % de la población urbana viviendo en la pobreza. La gran mayoría de esa población está compuesta por negros y mestizos. Se afirmaba, además, que tres generaciones de cubanos continúan habitando en el mismo lugar, la mayoría de esos cubanos son negros y mestizos.  En la actualidad se lleva a cabo un programa de sensibilización a través de la Comisión Aponte de la UNEAC, existe un programa televisivo de la Fundación Nicolás Guillén, y la reciente constitución de la Red de Articulación de Afrodescendientes (ARA) contribuye al logro de estos objetivos.
 
En tiempos anteriores, “Color Cubano” jugó un papel importante en la batalla por la eliminación de los estereotipos racistas, sobre todo en los medios radiales y televisivos.
 
La Comisión Aponte de la Unión Nacional de Escritores y Artistas (UNEAC), en los años 2011 y 2012, en coordinación con la Comisión de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología de la Asamblea Nacional del Poder Popular, efectuó audiencias en diferentes provincias del país: Matanzas, Mayabeque, Ciego de Ávila, Pinar del Rio y Las Tunas.  En las mismas se reflexionó, entre otros temas, sobre la necesidad de superarlas deficiencias que se observan en los programas de estudios de la enseñanza y en los medios radiotelevisivos.
 
Por otra parte, en la reunión de la antes citada comisión, en el Palacio de las Convenciones, el 21 de diciembre del pasado año 2011, previo al VIII periodo de sesiones de la VII legislatura, se trató el tema de la desigualdad y discriminación racial, secuela del coloniaje y la necesidad de combatir esas manifestaciones desde edades tempranas, añadiendo que estábamos en un instante crucial para construir juntos un socialismo más inclusivo y que para lograrlo era necesario revisar los textos de historia en busca de aspectos identitarios que hoy no tienen todo el realce que merecen. Con este motivo, la Comisión Aponte efectuó reuniones con los ministros de educación y educación superior. Finalmente Miguel Barnet, presidente de la UNEAC, profundizó en las carencias del sistema educacional cubano en torno al legado africano.
 
Corregir las fuentes del racismo
 
En estos momentos, una batalla primordial es que los planes de educación den más visibilidad a la participación de no blancos en la construcción de la nación; no olvidemos que sobre sus hombros recayó el peso de la industria azucarera, la construcción de las fortificaciones y residencias de la adinerada sacarocracia y lo más importante, ellos contribuyeron en más de un 70% a las filas del Ejército Libertador y en más de un 40% de la oficialidad en la lucha contra el yugo español. No menos fue su aporte a la cultura nacional en los campos, no solo de la música, sino en la pintura, escultura, literatura, para mencionar unos pocos nombres: Nicolás Guillén, Wilfredo Lam, White, Brindis de Salas.
 
Ricardo Alarcón, en el prólogo de un libro de un autor próximo a publicarse, escribió: Las celebraciones por el aniversario del movimiento que condujo a la separación de España de la mayoría de sus posesiones coloniales en América ofrece la oportunidad de hacer una profunda reflexión sobre nuestra historia que, despojada de eurocentrismo, sea verdaderamente nuestra, americana. Se trata de asumir una perspectiva diferente, desde abajo, que incorpore y reconozca su papel fundamental y decisivo a los derrotados, a los ignorados por tanto tiempo en gran parte de la historiografía oficial(...)El racismo y la discriminación contra las poblaciones autóctonas y contra los esclavos africanos y sus descendientes, que había sido una de las características principales de las sociedades coloniales, continuó después de la independencia como instrumento clave de dominación de las oligarquías criollas.
 
Para llevar a cabo estas tareas se necesita, en primer lugar, investigar los procesos que favorecen la construcción racista de la diferencia social para luego intentar corregir, desde el Estado, las fuentes del racismo. Las investigaciones permiten también identificar el racismo en todos los ropajes de la sociedad, aun en sus formas más sutiles o aparentemente inofensivas. Solo de esta manera, se podrán encarar medidas educativas, normativas.
 
Existen aún frases que reflejan la permanencia consciente o no de estereotipos racistas, que hemos oído muchas veces: “Tenía que ser negro”, “Hace las cosas como los blancos”. Un componente arraigado por la historia de la sociedad cubana. En la frase: "Yo no soy racista pero no quiero ver a mi hija con un negro". El verdadero racismo está en la mente de la gente.
 
Es un tema delicado, que despierta muchas susceptibilidades pero no queda más remedio que enfrentarlo en una Revolución verdadera.
 
- Licenciado Silvio Castro Fernández, miembro del ejecutivo de la Comisión Aponte de la UNEAC, autor de: "La larga guerra de los sofás del Almamy Samory Touré", "La masacre de los Independientes de Color" y "Clases sociales en África". 
 
https://www.alainet.org/es/active/68214
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