Palabras para contar esta hora de América Latina

30/09/2013
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Hay un pequeño grupo de palabras esenciales que marcan el momento actual de América Latina o el espíritu de esta época nuestra-americana. Palabras que encierran gestos, sucesos, contradicciones, momentos de esperanza y frustraciones, de aciertos y de errores. Son como puntos cardinales que atraviesan la vida de la mayoría de quienes habitamos esta parte del mundo, física y espiritualmente. Me atrevo a listar algunas de esas palabras claves –que de seguro hemos oído ya en Casa y que volverán a rondarnos durante estos días de “toma colectiva”:
 
Empecemos por:
 
-soberanía e integración: en un contexto marcado por la globalización neoliberal y sus impactos en términos sociales, económicos, ambientales y políticos, el continente americano gesta procesos populares de resistencia y protesta ante esas políticas neoliberales. De ese modo se ha llegado a la construcción de alternativas, avaladas por gobiernos de corte popular y por la voluntad de las mayorías.
 
Ante la injerencia extranjera, el saqueo de los recursos naturales y humanos, se han alzado propuestas de beneficio popular, de redistribución social, nacionalizaciones, reformulación de los marcos legales existentes, a través de amplios procesos de participación y debate público, y también de confrontación, que singularizan la realidad diversa que nos circunda.
 
ALBA, MERCOSUR, CARICOM, UNASUR y CELAC refuerzan los vasos comunicantes entre una nación y otra. A problemas similares se ponen en práctica soluciones comunes, aprovechando el potencial de nuestros pueblos. En esos esfuerzos se reconoce la contribución de Cuba, aislada por décadas debido a la política estadounidense y sus aliados en la región.
 
La solidaridad ha tenido en tiempos recientes, expresiones inmediatas ante los destrozos de una catástrofe natural como el terremoto en Haití en enero del 2010 o el paso del huracán Sandy por el oriente cubano el pasado año. Declaraciones y posiciones comunes ante un posible ataque de EUA y sus aliados a Siria o la denuncia a muchas voces, del secuestro al Presidente boliviano Evo Morales en Europa, dicen de otro momento y territorio político en América.
 
Todo esto bajo un fuego de intereses cruzados, de intentos por desestabilizar y deslegitimar los cambios en curso. La supervisión de Washington sobre la región ha bajado en intensidad, más no el anhelo de recuperar el terreno perdido. Campañas de comunicación perfectamente armonizadas a través de medios de comunicación hegemónica; el diseño de golpes de estado, militares y parlamentarios; la militarización creciente de la región, confirman que el proyecto latinoamericano de soberanía e integración tiene a detractores malintencionados.
 
-reivindicación y justicia social/ambiental: hay un capital simbólico que nos trae a esta hora del continente, que bebe de la resistencia y sobrevida de los pueblos originarios, de sus modales ancestrales para cuidar la integridad de la naturaleza, de la que somos solo una parte. Y también reconoce los acumulados de las movilizaciones anticapitalistas que siguieron al levantamiento Zapatista en 1994. Indígenas, cocaleros, campesinos, estudiantes, feministas, afrodescendientes, -rostros en su mayoría jóvenes-han defendido una ética emancipadora que tiene como centralidad la vida humana sin exclusión ni discriminación, enlazada con el respeto a los derechos de la Madre Tierra.
 
Aspiraciones populares han encontrado por fin un rumbo esperanzador que encauza la necesidad de contar con una vivienda digna y un trabajo, tener acceso a la salud y a la educación, así como disfrutar de la paz y de la riqueza cultural que nos distingue. Reivindicaciones que no han llegado en la medida de las demandas acumuladas por siglos, y que han puesto patas arriba otra palabra fundamental: el equilibrio. De ahí que quienes están fuera de toda balanza sigan exigiendo un pedazo de tierra para cultivarla, o apelen a la memoria colectiva para no olvidar el pasado y exigir el cese de la impunidad.
 
-movilizaciones populares y cambios sociales: quizás la señal más clara tanto del descontento como del apoyo popular son las movilizaciones. Esta región ha dado muestras de ello. No faltan las noticias de tomas de carreteras, plazas y otros espacios públicos, cuando se trata de reclamar ante una injusticia o un derecho negado. Otro tanto sucede en campañas electorales o en reacción ante golpes de estado u otras acciones que amenazan la estabilidad colectiva. Recordemos a la resistencia popular hondureña luego de junio del 2009.
 
De manera más reciente han tomado el espacio público los movimientos estudiantiles en Chile, Colombia y México. En Brasil los sectores populares demostraron que no han olvidado los temas pendientes que generan desigualdades abismales entre ricos y pobres.
 
El agronegocio, la minería, las represas, la militarización, los derechos sexuales y reproductivos, la reforma agraria, el desempleo, la paz, entre otros viejos y nuevo problemas, siguen convocando a las movilizaciones populares, en respuesta a emergencias coyunturales, y también como reacción a una gota sobre otra y sobre otra hasta el desborde.
 
Los movimientos sociales se han articulado para participar y respaldar proyectos populares alternativos, con los que se comprometen porque son de alguna manera sus propios frutos. Por lo que no solo se ha utilizado las movilizaciones para recordar deudas o exigir cambios, sino también para emprenderlos, para ser parte activa de la nueva recolocación de valores como la solidaridad, la reciprocidad, el respeto mutuo, las identidades propias, la vida comunitaria, el compromiso y la participación que reemplazan la competencia, el egoísmo y el individualismo, promovidos por el capitalismo.
 
Cuánta energía y creatividad joven desborda esas manifestaciones públicas, que devienen momentos de encuentro, también desde la cultura.
 
-participación y democracia: una de las contribuciones fundamentales de muchas experiencias latinoamericanas en este periodo, guarda estrecha relación con prácticas participativas en función de la transformación de la realidad, del ejercicio del poder colectivo y el control popular, del reconocimiento de la diversidad que aporta; no resta. Desde la comprensión de que el poder popular es político y también, cultural, se reconoce la diversidad de tradiciones, valores, modos de pensar y vivir, que hay que poner en común cuando se trata de soñar una sociedad bajo presupuestos participativos. Referendos, debates públicos, el acceso a la información y políticas públicas que revierten las asimetrías existentes, que limitan la posibilidad real de las personas de ser sujetos de los procesos de cambio, son algunas de las propuestas que profundizan o cuestionan la democracia.
 
Soberanía e integración, reivindicación y justicia social/ambiental, movilizaciones populares y cambios sociales, participación y democracia, nos permiten asomarnos a procesos complejos en marcha en una parte de Latinoamérica, a tiempo que nos remiten a otro término que les atraviesa, la comunicación, porque ella “camina estas y otras palabras”, como expresa el Tejido de Comunicación Indígena del Cauca en Colombia.
 
Intentemos una leyenda comunicativa para puntuar algunos elementos que me parecen centrales en este bojeo continental:
 
- A las propuestas integracionistas en curso en América Latina y el Caribe, hay un eje comunicativo que les atraviesa, expresión de disputas hegemónicas entre la cultura opresora predominante y la liberadora en construcción.
 
-En la región han emergido propuestas y se han sancionado nuevas leyes de comunicación; como en Argentina, Uruguay, Ecuador, Venezuela y Bolivia, que garantizan una distribución más equitativa de las frecuencias del espectro radioeléctrico, lo que abre nuevas oportunidades para medios locales y comunitarios, para grupos humanos y sectores sociales, marginados de las agendas tradicionales de los grandes medios. Se derogan viejas formas de censura y se vincula la veracidad de la palabra y lo penal, en una apelación explícita a la responsabilidad social de los medios. No ha sido un proceso sencillo ni está acabado. Es el resultado de una búsqueda de otra manera de comunicarnos, que germinó y caminó en las tres últimas décadas del siglo pasado en la región, en un escenario muy distinto al de hoy, regido por dictaduras militares en varios países y una estrecha dependencia de las políticas del Norte.
 
-los medios de comunicación en nuestra región han sido en su mayoría privados o comerciales. Han operado con la lógica del mercado y no del servicio público y de compromiso social que han de ofrecer. De ahí las resistencias y cuestionamientos de quienes temen por su libertad de expresión (o de mercado), una libertad que en verdad había tocado hasta el momento a muy pocos.
 
-del mito de la objetividad periodística no quedan ni las cenizas, porque muchos de esos medios hegemónicos no han escondido sus intereses políticos y comerciales ante la emergencia de nuevas realidades en el continente que afectan sus intereses específicos, aun cuando ciertas actuaciones tengan implicaciones éticas desfavorables. Como consecuencia la credibilidad de los grandes medios ha quedado en entredicho. Entonces el panorama comunicacional que ofrece referentes sobre la realidad, inevitablemente ha sumado voces, tendencias, medios, que más que ofrecer certezas, invitan a la sospecha sobre lo que se lee, se escucha o se ve.
 
-los medios de difusión han abierto espacios de reflexión, debate y formación acerca de su responsabilidad social, algo que parecía impensable hace unos años atrás.
 
-la democratización de la comunicación, que implica políticas públicas que garanticen el derecho a la información veraz y oportuna, ha llegado a la agenda pública. En diferentes escenarios se debate al respecto. El tema ha dejado de ser un asunto de interés del gremio de profesionales de la comunicación, para convertirse en apuesta común de otros sectores sociales, interesados de manera creciente en tener sus propios medios, en garantizar que sus voces se escuchen en sus idiomas y sin discriminación, como parte de los procesos de construcción social.
 
-la comunicación permite la búsqueda de nuevas formas de protesta y movilización sin las organizaciones sociales jerárquicas y tradicionales. Otras expresiones combinan múltiples recursos y medios comunicativos, desde los más tradicionales como un cartel o una puesta en escena hasta los más modernos sobre plataformas tecnológicas. Esto revaloriza experiencias de comunicación popular y alternativa que desde los años 70 del siglo pasado acompañaron a comunidades y sectores populares en sus luchas sociales, muchas veces a riesgo de ser criminalizadas.
 
-se han concebido propuestas comunicativas como fruto de la integración regional y que buscan una mirada genuina, endógena a lo que sucede en el continente. TeleSur, la Radio del Sur, ALBA TV lo evidencian. En sus respectivas programaciones se intenciona el seguimiento a sucesos de interés regional, con un tratamiento más equilibrado de las fuentes de información, mientras se aprovecha la riqueza histórica y cultural del continente.
 
-en el campo de la comunicación son numerosas las experiencias de articulación, de intercambio, desde la organización de coberturas conjuntas a foros, cumbres, movilizaciones, a través de medios propios y otras iniciativas.
 
-es creciente la necesidad sentida (a nivel político, formativo y comunicativo), de estudiar y socializar las propuestas comunicativas alternativas existentes. Hay una mayor conciencia de lo estratégico que es el campo comunicativo en todos los órdenes.
 
-el nivel de penetración de las tecnologías de la información y la comunicación hace posible desde el punto de vista técnico que se pueda poner en práctica el modelo dialógico de la comunicación, que rompe asimetrías que distanciaban a quienes generan contenidos y a quienes lo reciben. La palabra interlocutor, interlocutora se llena de nuevos sentidos. Es posible un mayor relacionamiento entre las personas a través de los medios y las redes sociales en internet. Esto ha favorecido la articulación de movimientos y organizaciones sociales, que funcionaban en la lógica de red social off line y ahora, lo hacen también on line.
 
No son pocos los desafíos comunicativos que dependen de los enfoques políticos, de las comprensiones y concepciones que se asuman tanto por decisores, comunicadores, líderes y activistas sociales, en fin por los seres humanos que son en definitiva los sujetos de los procesos comunicativos y de los proyectos políticos.
 
Hay que seguir dado la batalla en el terreno legal pero no solo para contar con marcos legales en blanco y negro, sino para ponerlos en práctica, para aprovechar la oportunidad de compartir contenidos diversos, elaborados también desde otras lógicas, más horizontales, más interactivas. Valernos de la nueva realidad tecnológica, que propicia el diálogo, la voz propia, el encuentro entre lo local y lo global…
 
Apostar por la formación de una cultura del debate, del diálogo, del intercambio, que requiere construcción colectiva de agendas comunicativas y de consensos a través de una comunicación más participativa.
 
Articular experiencias de comunicación alternativa y visibilizarlas, para que no sean voces perdidas en un mar de pequeños gritos, teniendo en cuenta los contextos particulares de donde vienen, los saberes que todavía no se han dicho, las certezas que no se han puesto en práctica y las resistencias a esos cambios –culturales, legales, políticos, comunicativos- que se precisan. En particular Cuba, que tanto le ha dado a las experiencias de lucha emancipadoras y por la justicia social, ahora como nunca antes puede beber de esas maneras de hacer y concebir lo político, lo comunicativo.
 
Carina López, una joven periodista argentina me dijo en una entrevista:
 
“Es importante poder sumar las distintas voces y visiones sobre los cambios producidos en el continente, pero especialmente atender a aquellas que no tienen visibilidad, ni espacios para poder expresarse… Tenemos que cuidar de no reproducir modelos, sino de trabajar en la conformación de nuestro propio paradigma. Quizá el camino sea largo, pero al menos sabemos que estamos caminando”.
 
Y a eso les invito a caminar, a compartir el compromiso de Zapateando1, un colectivo mexicano que le “echa aire a la palabra para que vuele alto y lejos”, para que la voz de unos sea escuchada por otros, por otras y se encuentren. Soplen ustedes sus palabras, sus interrogantes sobre un continente que nos recoloca ante experiencia y procesos que se dejan escudriñar para aprender-haciendo, para apropiarnos desde nuestros espacios, la identidad latinoamericana, para recrear desde el universo de las palabras, el reino de lo posible.
 
Intervención en el panel inaugural de CASA TOMADA 2013. Sin Mapa: la vuelta de la política y la recolocación de América Latina en el mundo.
 
17 de septiembre de 2013
 
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