Estética versus pobreza
- Opinión
Los preparativos para la elección de mis universo en el Ecuador, elevó la estupidez humana al más alto grado, pretender que la pobreza puede resolverse u ocultarse con acciones puramente estéticas: la reclusión de indigentes y mendigos, acción similar a la de viejas decrépitas que se estiran la piel o de viejos que ocultan su impotencia persiguiendo quinceañeras.
Igualmente, develó que la posición ideológica y política determina que los reformistas socialdemócratas y demócratas cristianos -como el alcalde Paco Moncayo y el ex alcalde, de triste recordación, Jamil Mahuad-, posean limitaciones que no les permite entender que es la subsistencia del capitalismo lo que determina la existencia y subsistencia de la pobreza, formación económica y social que defienden consecuentemente, a pesar de que no paran de invocar como su meta de acción el pago de la “deuda social”, impagable en tanto subsista el capitalismo que defienden.
Tan es impagable que a pesar de los esfuerzos que dicen desplegar para pagarla, la pobreza ha aumentado en el Ecuador en los últimos 11 años, como lo confirma el Banco Mundial, cuando afirma que: “La tasa nacional de pobreza basada en el consumo era del 45 por ciento en 2001, mientras en 1990 era del 40 por ciento” y que:”Durante el mismo periodo el número de personas que viven en la pobreza aumentó de 3.5 a 5.2 millones”.
Según las cifras de la misma fuente, los mayores incrementos de la pobreza en el Ecuador se registró en las áreas urbanas de la Sierra y de la Costa, con un incremento del 119.2 y del 79.8 por ciento, respectivamente. En las áreas rurales el incremento mayor se produjo en la Sierra en la que alcanzó a un 16.9 por ciento, en tanto que en la Costa se ha mantenido casi inalterable. En las ciudades de Quito y Guayaquil, la pobreza se ha incrementado en un 16.9 y un 1 por ciento, respectivamente, como lo confirman las cifras del siguiente cuadro:
Incremento de la pobreza en el Ecuador 1990 – 2001 |
|||
|
Tasa de recuento 1990 |
Tasa de recuento 2001 |
Incremento % |
País sin el Oriente |
0.403 |
0.452 |
12.1 |
Quito |
0.222 |
0.243 |
9.5 |
Guayaquil |
0.382 |
0.386 |
1.0 |
Costa urbana |
0.258 |
0.464 |
79.8 |
Sierra urbana |
0.213 |
0.467 |
119.2 |
Costa rural |
0.505 |
0.504 |
(0.2) |
Sierra rural |
0.528 |
0.617 |
16.9 |
Fuente: Banco Mundial |
Como consecuencia del mayor incremento de la pobreza que se había registrado en las áreas urbanas, principalmente de la Sierra y en la ciudad de Quito, el número de pobres, medido sobre la base del consumo, se elevó de 1.1 millones a 3.5 millones, superando al incremento de pobres que se había registrado en las áreas rurales.
A nuestro criterio, la razón que explica el incremento diferenciado entre los sectores rurales y urbanas es la persistencia de una economía rural de “subsistencia” que caracteriza a las economías rurales, por lo que parte de su consumo está asegurado por la propia producción. La diferencia por cierto, no significa, en forma alguna, que las más altas tasas de pobreza que caracterizan al sector rural se haya eliminado o disminuido. Por el contrario, en las áreas rurales la pobreza extrema continúa siendo la más alta del país, en donde viven “los más pobres de los pobres” como lo reconoce y califica el Banco Mundial..
El importante incremento de la pobreza en las áreas urbanas, por su parte, se explica por el acelerado empobrecimiento de la “clase” media urbana, como producto del despido de empleados públicos que se inició en el gobierno de Sixto Durán Ballén, cuyo principal centro de actividades se ubica en la ciudad de Quito, sumados a los mayores impactos de la acelerada elevación de los precios que se produjo como consecuencia de la dolarización.
La pobreza en el Ecuador, como no deja de reconocerlo el propio Banco Mundial, determina que: “los pobres vivían en hogares más grandes”, “tengan inferiores niveles de educación”, “padezcan de niveles más altos de desempleo”, “tengan menos acceso a los servicios básicos que los que no eran pobres” y “estén empleados en el sector informal”, sector al cual tratan de reducir, recluir y de ser posible eliminar los alcaldes de turno, desconociendo que: “El empleo constituye la principal, y con frecuencia la única fuente de ingreso para la mayoría de las familias que viven en áreas urbanas y por eso la mayoría de las veces la carencia de empleo lleva a la pobreza”, que: “Los ingresos laborales representan más del 90 (80) por ciento del gasto total y más del 75 (80) por ciento del ingreso total de los hogares pobres (que no son pobres) de las áreas urbanas de Ecuador”, por lo que y: “En consecuencia, las políticas para mejorar la capacidad de la economía urbana para generar empleo e ingreso (salarios) se convierten en las herramientas más importantes para reducir la pobreza urbana”, generación de empleo que en el capitalismo enfrenta dos barreras imposible de ser rebasadas:
La necesidad de contar con un ejército de desempleados (ejército industrial de reserva) que les permita presionar los salarios hacia la baja; y,
La característica básica del capitalismo en la actual etapa de su desarrollo: la optimización de beneficios enviando al desempleo a un número cada vez mayor de trabajadores.
Las razones antes esgrimidas han determinado que, salvo Cuba Socialista, hoy no exista país capitalista en el mundo, incluyendo los Estados Unidos y todos los países de Europa y Asia, que no registren tasas de desempleo, cuya tendencia anuncia incrementos aún mayores, dado que el actual capitalismo ya no incrementa plazas de trabajo adicionales cuando crece su actividad como sucedía en su etapa anterior, como lo ejemplifica fehacientemente la economía norteamericana.
En consecuencia señores alcaldes las estúpidas acciones en procura de mejorar la estética de Quito o de cualquier ciudad del mundo capitalista no resuelve el problema de la pobreza, ello sólo es posible de enfrentarlo cambiando al capitalismo bárbaro y salvaje que nos acompaña por una nueva sociedad igualitaria y justa, la cual, por cierto, no se incluye en el arsenal del reformismo pequeño burgués, y mucho menos de los candidatos a Alcalde que se avizoran: Rodrigo Paz, Paco Moncayo o Napoleón Villa, quienes son parte añeja o novísima del grupo de los saciados, en la acepción más despreciable de éste término.
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