Historia, desde el genocidio:
Identidad y nombre guaraní. Un paso hacia el pluralismo
15/04/2013
- Opinión
“Para los guaraníes, en el nombre, soñado por sus arandus (sabios), es la esencia de su persona, su alma, su espíritu y su futuro, como persona y como sujeto comunitario. Su nombre, es parte de la naturaleza y su mundo”. Cheramoi.
Ya nadie, puede mirar a otro lado, cuando se trata de reivindicar la identidad cultural y espiritual, es decir la cosmovisión de los pueblos originarios. Por eso, tenemos que recuperar, desde la memoria de los sabios – abuelos de los pueblos guaraníes- los nombres ancestrales, inspirados en la naturaleza y los sueños cósmicos, para superar la dimensión catastrófica colonial religiosa, que cambiando los nombres, por occidentales, ásperos y sin ninguna relación con la madre natura, impusieron con el objetivo de “civilizar” es decir evangelizar, para convertir a hombres y mujeres de otros sueños en bestias de carga o mejor dicho, esclavizar en las encomiendas y reducciones jesuitas. La imposición de la religión y nombres de los verdugos, fue la base fundamental para el genocidio y posterior étnicidio. Destruyeron las culturas de la “palabra inspirada”, como dicen los abuelos guaraníes.
Según relataba el Cacique Mbarete Albino flores, el cambio de sus nombres por de los nombres blancos y la evangelización, confundió tanto a los guaraníes, que muchos perdieron su esencia y buscaron ser blancos de mente; pero, al enfrentar el racismo y la marginación, imitaron a sus etnocidas, buscando en la caña (alcohol), un alivio a sus frustraciones de no ser ni blancos, ni guaraníes.
Breve y certero es el aforismo que aplica CurtUnkel Nimuendajú a los Guaraníes, cuando trata de su alma y nombre. Después de describir con detalle el ritual de nominación de una criatura guaraní, con cantos durante horas el Arandu, o también llamado Opigua (sabio), encuentra el verdadero nombre. Los gestos con que parece que atrapa en el aire esas fuerzas sobrenaturales, como si fueran algo sustantivo y tangible, las transmite al niño, dejándolo con ellas recubierto y vestido de espiritualidad. Concluye que “el nombre es, en cierto modo, a sus ojos, un pedazo del alma de su portador o casi idéntico con él, inseparable de la persona. El Guaraní no “SE LLAMA” así o asá, sino que él “ES” tal o cual” (CURT UNKEL NIMUENDAJÚ, [1914] LOS MITOS DE CREACIÓN Y DE DESTRUCCIÓN DEL MUNDO COMO FUNDAMENTOS DE LA RELIGIÓN DE LOS APAPOKUVA-GUARANÍ, Lima, 1987:31-32).
Con estos rituales, se da cuerpo individual, cultural y social a los bien amados hijos del pueblo, para alegría de todos, porque es un mandato de Ñamandu (padre primero), con instrucciones implícitas en la crianza y desarrollo de la persona. Los nombres, tienen significado profundo filosófico y belleza poética natural.
"'Cuando está por tornar asiento un ser que alegrará
a los que llevan la insignia de la masculinidad,
el emblema de feminidad,
envía a la tierra una palabra-alma buena para que se encarne”,
dijo Nuestro Primer Padre, Namadú,
alos verdaderos Padres de las palabras-almas de los hijos”.
El ser de cada uno de los Guaraníes, su historia y su destino, son dichos en su nombre. ¡Ay del niño a quien se le da un nombre equivocado! "Es obvio decir que incumbe al Arandú, realizar todos los esfuerzos posibles para obtener que, el padre primero revele el nombre verdadero del niño. Especialmente difícil será averiguar el nombre de un niño fruto de adulterio, ya que el MBA'E POCHY (Ser Maligno), dificulta la revelación del nombre verdadero. El niño no aprueba su nombre falso y muere.
Es sumamente interesante la recopilación de algunos de los nombres sagrados de los Mbyá, que figuran en las investigaciones de Cadogan, por la misma dificultad de conocerlos, "porque ningún indio puede divulgar el propio". Es cierto que algunos nombres son considerados comunes, que Cadogan ha oído personalmente y otros que constan en la documentación histórica, entre los cuales se incluyen los dos famosos caciques GUAIRÁ y PARAGUÁ, personajes de la mitología histórica.
La cuestión de los nombres guaraníes aparece una y otra vez en los trabajos de Cadogan, ya desde 1950, en "La encarnación y la concepción, la muerte y la resurrección en la poesía sagrada”
Para mejor comprender este planteamiento, vamos a recurrir a las investigaciones realizadas por el propio Cadogan, recopilados en su impresionante libro: “LOS MIL NOMBRES GUARANIES”.
Dice el antropólogo Nimuendajú: "Al nombre cristiano no le conceden ninguna importancia y cambian con frecuencia aun el recibido en el bautismo católico. Ellos encuentran extraordinariamente ridículo que el sacerdote, que siempre se considera superior al chamán pagano, en el acto del bautismo pregunte a los progenitores cómo ha de llamarse el hijo: ¡se presentan como “padres” y ni siquiera están en condiciones de conocer el nombre correcto del niño! De ahí proviene el menosprecio del Guaraní por el bautismo cristiano y los nombres “poilugueses” [o españoles] (Nimuendajú [191411976:53).
Considero, que nos espera un largo y profundo debate sobre la historia y cultura guaraní, tan tergiversada maliciosamente, para ponerlo en los anaqueles de los museos, como “culturas primitivas”, conceptuadas sin filosofías de vida, que fueron introducidos en las artes y la civilización por los españoles, especialmente jesuitas. La otra verdad histórica, es que, los pueblos originarios de América, practicaron una filosofía de vida, distinta y de armonía con el cosmos, que hoy es considerado mundialmente como la panacea de la humanidad. Por el contrario, los españoles y especialmente jesuitas, fueron los causantes del más grande genocidio de la historia universal. Levantaron ciudades sacras y reduccionistas, sobre las aldeas, planificadas para el buen vivir y crucificaron a los hombres y mujeres del canto resplandeciente en la cruz cristiana, por el único “pecado” de ser diferentes espiritual y culturalmente. El más vivo ejemplo de esta contradicción, esta, en que, a la expulsión de los jesuitas, las reducciones, fueron abandonadas inmediatamente por los guaraníes y volvieron a su verdadero templo sagrado EL MONTE. Basta de mentiras históricas.
Misiones, abril de 2013
José Bautista Flores – Cheramoi
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