Niñez uruguaya: deporte no es violencia

30/03/2013
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Lo del fútbol asociado ineludiblemente a violencia en Uruguay ya pasó todos los límites.
 
Haciendo un paralelismo, los que están en el tema se “tiran la pelota” porque ya no saben qué hacer. Y a su vez los que dominan el “partido”, juegan con la gente que quiere hacer algo por la gente y sacudirse de encima a un puñado de agresivos contumaces que ven en los encuentros deportivos, una veta para expresar sus frustraciones y bajezas.
 
Además de que es un negocio fabuloso para algunos, cifras siderales, inimaginables, que alimentan todo tipo de burbujas malsanas que nada tienen que ver con el deporte por el deporte, la buena salud, el intercambio, la cuestión de esfuerzo grupal, y valores de confraternidad y desarrollo social. Si esto no da un giro total, continuaremos alimentando a una de las bestias que se está fagocitando a la ciudadanía.
 
Casi ni vale la pena que jueguen porque ganen o pierdan siempre están los que no se sacan las ganas si no hay líos cada vez más vinculados a situaciones irreparables. Es costumbre ya un halo de miedo, de prevención de catástrofe. No puede ser, estamos atacando los síntomas y no la enfermedad.
 
Me parece que ya alcanzó, ya se les dieron muchas oportunidades, al final cada enfrentamiento es una situación límite, todo el personal policial a la orden, en una especie de sadomasoquismo colectivo que continuamos alentando al querer “regularlo”./
 
Podría ser el fantasma de la plata fácil; los chicos quieren ser astros del balón porque piensan que se hacen multimillonarios fácilmente (no importa si terminaron el liceo) la gente los endiosa y la cultura de las “botineras” o sea chiquilinas que viven literalmente casi prostituyéndose a la “caza” de un futbolista exitoso que las mantenga y les brinde lujos, es cosa cotidiana. Mediocridad que además de peligrosa por la competencia irrefrenable que desata, todos contra todos, predica sin palabras la indignidad humana acunando el embrutecimiento y la barbarie, porque no hay un mensaje crítico focalizado e intenso.
 
Nuestros niños, niñas y adolescentes terminan creyendo que eso es el deporte.
 
No digo que sea el fin del fútbol ni otros deportes como práctica, espectáculo y entretenimiento. Digo que la sociedad uruguaya pierde por acá también y mucho, lo que trata de impartir con la escuela, los centros educativos, la familia, las estrategias de gobierno para crear convivencia y armonía social, valores que aporten al crecimiento emocionalmente saludable de la población infantil y púber de nuestra patria, que se deshace con cada uno de estos miserables y desgraciados sucesos.
 
Y por este desague de cosas buena, se nutren fortunas de los que están en la rosca. Porque si hablamos de enriquecimientos desmedidos y de injusta distribución de la riqueza, acá hay mucha tela para cortar. ¿No vendrá de allí tanta podredumbre? Será la tónica mundial que marca los criterios pero la pucha que hay desigualdades por este lado! ¿Cuánto gana un maestro o un profesor? ¿Cuánto gana un médico público? Es muy incómodo este planteo pero ya impo/sible de ignorar. Hace tiempo que se dejó de jugar “por la camiseta”.
 
Disfrazados de “deporte” crecen los “negocios” con todas estas porquerías que queremos y hacemos “pininos” por erradicar desde otras áreas, incluso invirtiendo mucho dinero estatal, de los impuestos del pueblo que en su mayoría gusta del deporte pero casi seguro no de esto en lo que se ha convertido.
 
Hay otras verdades que no se aprenden tras la pelota. ¿Cómo se lo hacemos entender a los gurises en medio de este imperio del fútbol mal entendido?
 
He visto padres que obligan a los hijos a jugar aunque no tengan condiciones ni mucho gusto de hacerlo para ver si el chiquilín los saca de pobres….¡es muy fuerte!!!
 
 
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