A 73 días de las "internas"

La azada y el asta

12/04/2004
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Como decía Ortega, en ocasiones hay que blandir la azada y el asta De aquí que los sectores de avanzada vivan una situación de peligro ante el nuevo territorio que han de conquistar muy que le pese al sector retardatario que hostiliza a su espalda. Mientras se edifica lo nuevo, es deber defenderse de lo viejo, manejando a un tiempo, como los reconstructores de Jerusalén, la azada y el asta. Sin duda sabias palabras que calzan como un guante en la realidad que vivimos los uruguayos, donde la hostilidad planificada aparece a cada vuelta de la esquina con un solo cometido: tratar de cambiar la realidad electoral del país para que lo viejo, las prácticas más aberrantes de la politiquería clientelística, sigan perdurando más allá de marzo del 2005, tiempo en el cual asumirá por primera vez en el país – confiamos que se confirmen en las urnas las tendencia de cambio que se perciben en la sociedad – un gobierno distinto, no perteneciente a los partidos blanco o colorado. Sin embargo ningún uruguayo puede estar seguro de que la apariencia de realidad se convierta en la realidad misma. Y ello, especialmente, porque la derecha ha planificado una estrategia hábil, como la que menciona Ortega y Gasset, en que aflora el gatopardismo en partidos "tradicionales", que han comenzado a utilizar estrategias políticas que se trasladan a los perfiles de algunos de los candidatos que, ahora, aparecen con un discurso centrista y moderado, diríamos que dialoguista con todos los sectores de la sociedad y que parece han descubierto de un día para el otro, la pobreza y la marginación, en que viven miles de compatriotas. Se alarman cuando ya la campaña electoral esta creciendo en intensidad, que hayan alrededor de 900 mil uruguayos con problemas de trabajo (desde desocupados plenos hasta quienes no han logrado, pese a su esfuerzo, la formalidad de su relación laboral), cientos de miles de compatriotas que viven por debajo de la línea de la pobreza en una marginalidad que condice con el modelo aplicado por este gobierno y los anteriores, producto de las decisiones tomadas en el Consenso de Washington e implementadas por los organismos multinacionales de crédito. Un estudioso de la realidad del país, el economista Joaquín Etchevers, nos mencionaba una constante que, números mediante, ha sido el fiel reflejo de la situación del país. Nos decía que era posible verificar trabajando con cifras proporcionadas por el Banco Central, la Dirección Nacional de Estadística, etc., que el éxito del modelo aplicado determinaba, de manera paralela, un crecimiento dramático de la marginalidad que se prueba con algunos índices catastróficos, como el que mide la pobreza infantil y muestra que alrededor del 65 por ciento de los niños de 0 y 7 años, viven en distintos estados de indigencia. Los ideólogos de esas políticas de exclusión y algunos que los acompañaron aprobando todas las medidas que se proponían ante el Parlamento, ahora se muestra con ropajes distintos, como el candidato Jorge Larrañaga, sin duda, el ejemplo más paradigmático de cuantos pululan por el país tratando de conquistar el favor popular utilizando un discurso de cambio, en una acción descaradamente gatopardista, pero, que nos parece, tardía. Es uno de los posibles candidatos del Partido Nacional, poseedor de un discurso "renovado" en el que olvidó que su mano se levantó para que se aprobaran todas y cada una de las medidas propuestas por el ministro Alberto Bensión y que ahora, en los estrados, se manifiesta conmovido por la situación de cientos de miles de compatriotas que viven en la marginación en razón de esas mismas políticas. Desde otro punto de vista está haciendo un discurso que aparece como extemporáneo, fuera del meollo de la lucha en el seno de su propio partido, que se dilucidará en las internas del 27 de junio. Larragaña tiene un discurso progresista, de cambio, cuando en lo inmediato su adversario es nada menos que el ex presidente, Luis Alberto Lacalle, un veterano dinosaurio de la política que, tratará de conquistar para si, en esos comicios primarios, la representación de la derecha, claro, con la base de un discurso remozado, pero que es conciente que el primer escollo a sortear es el liderazgo en su propio partido. Larrañaga, en cambio, parece no haber tomado conciencia de ello y compite desde las tribunas con el Encuentro Progresista – Frente Amplio, con quién en lo concreto podría medir fuerzas en el mediano plazo electoral, o sea en octubre de este mismo año. El Partido Colorado, por una decisión cupular del actual presidente Jorge Batlle y del líder histórico del Foro Batllista, el ex presidente Julio María Sanguinetti, sorteó el primer escollo, decidiendo en conjunto el perfil de quien, pensaron, podría ser el mejor candidato que los representara en la confrontación presidencial de octubre. Rápidamente, nombrando al ex ministro del Interior, Guillermo Stirling, como candidato único, evitaron una sangría interna parecida a la que se verifica en el Partido Nacional pero cuyos efectos en la colectividad colorada hubieran sido imprevisibles. Batlle y Sanguinetti decidieron de por si lo que tendría que haberse zanjado en las internas de junio, eligiendo al hombre que había logrado mantener una imagen diferente ante la opinión pública, con un perfil dialoguista y democrático que tiene un estilo de centro no impostado y que, además, más allá de su participación en el gobierno como ministro del Interior, no estuvo comprometido en las acciones parlamentarias a favor del modelo como las que han incinerado, sin remedio, a Jorge Larrañaga. No queremos pecar de augures ni auto convencernos de que, a través de estas líneas escritas en la madrugada del martes, expresemos con absoluta justeza la realidad del panorama político que vivirá el país luego de las internas de octubre. Claro, no habrán sorpresas en las candidaturas de dos partidos, el Encuentro Progresista – Frente Amplio, que estará representado por su líder indiscutido, el doctor Tabaré Vázquez, que ha logrado la adhesión incluso de Asamblea Uruguay, sector que crece desde una especie de perfil internamente opositor y que en su Mesa Nacional, a propuesta incluso de su líder, el senador Danilo Astori, resolvió volcar sus esfuerzos a favor de la candidatura común. El Partido Colorado jugará sus cartas al discurso moderado de Stirling intentando, con un éxito más que discutible, recuperar fuerzas luego de un visible y profundo deterioro que es el lógico resultado de la gestión del actual gobierno. En su aplicación irrestricta del modelo logró que su ecuación funcionara: los ricos del mundo son hoy más poderosos luego del dinero que Uruguay dejó transferir, con complicidad y sin oposición, hacia los grandes acopiadores del capital que existen en el mundo. Las famosas órdenes verbales dadas por el ministro de Economía, Bensiòn, y que luego fueron legalizadas con decretos del presidente de la República, determinaron que cientos de millones de dólares con los que se debían pagar las erogaciones presupuestales, se esfumaran del país. Se retaceo comida para los desamparados, se redujeron las partidas para la enseñanza y la salud, para favorecer el trasiego de capitales al exterior, mecanismo que para Batlle mostraba la "seriedad del país" que siempre "honraba" sus obligaciones. En el Partido Nacional la situación es más confusa. El discurso de Larrañaga – ya lo mencionamos – aparece como el de un candidato que competirá en la elección nacional. Parecería que no ha comprendido que su gatopardismo está dirigido a los simpatizantes de su propio partido quienes, en junio, deberán elegir entre él y Luis Alberto Lacalle, que no oculta su decisión de ser el polo apuesto del candidato encuentrista. O sea, representar a la derecha, claro, con un discurso modernizador y más de un matiz demagógico, como el que surge – valga el ejemplo – de algunas de sus más comentadas afirmaciones, como en la que propuso la abolición del Impuesto a las Retribuciones Personales (IRP) Una situación incierta porque – las encuestas lo dicen – los dos candidatos tienen un apoyo similar. A la candidatura de Larrañaga se han adherido varios líderes nacionalista que, han preferido bajar sus "aspiraciones", subiéndose a un carro que, en nuestra modesta opinión, no ha ajustado su discurso a su adversario interno. El doctor Lacalle, en cambio, ha comprendido su papel no ocultando su decisión de ser el candidato de la derecha uruguaya. Sin duda, este es el panorama que entre todos trataremos de seguir desentrañando. Ortega también decía que "cuando el pensamiento se ve forzado a adoptar una actitud beligerante contra el pasado inmediato, la colectividad intelectual queda escindida" Y ello es verdad. * Carlos Santiago. Periodista.
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